En estos días se abrieron en el mundo las puertas de muchas aulas que, si bien en nuestra época tienen la fecha prevista, en realidad evocan la imprevisibilidad del aprendizaje áulico.
Los primeros que abrieron la puerta de ese aula, paradójicamente, fueron aquellos a los que se les cerraron todas las puertas. Es más, después durante mucho tiempo, siglos y siglos, permanecieron cerradas. Las descubrió nuevamente el empobrecido hijo de un rico vendedor de telas de Asís, una fría noche de invierno. ¿Por qué se trasladó desde allí a todos los continentes? No lo sé; inescrutables son los senderos de muchos aprendizajes. Podría dar razones, ensayar explicaciones, mostrar caminos de universalidad recorridos por corazones ardientes, pero, en cualquier caso, no nos ayudarían a entender acabadamente la profundidad del aula que sólo nuestra ceguera nunca llama “magna”.
Físicamente reviste las más variadas formas, tantas como el ejercicio humano de la creatividad lo permita, sin ninguna necesidad de ser arquitecto, ingeniero o constructor. Los materiales que se utilizan en la construcción, son todos los que están al alcance de las personas que se extasían ante la posibilidad de construir cada año un aula como ésta: las he visto de ladrillos, madera, chapas, cerámicas, telas, cartones, papeles, tejidos, plásticos, aluminio, … y cuánto material venga a la mente. La que tengo más cerca este año tiene en sus patios, junto a los animales que siempre corretean cerca, piñas que fueron recogidas en el monte que ilustra esta entrada. En ésta página, en el margen derecho encontrás una realizada con fardos de pasto.
Pero, claro, lo que interesa, lo importante, - como en todo aula – son las personas. Y por supuesto que está la Maestra. Una Maestra de muy pocas palabras, pero que siempre tiene un SÍ a flor de labios. Puede encontrar mil escollos, enfrentar todos los obstáculos imaginables en el camino del aprendizaje, que Ella nunca pierde la Esperanza; aunque se le cierren todas las puertas siempre continúa caminando hasta encontrar el tiempo y el lugar justo para que lo nuevo, la novedad que atrae, nazca en el aula que Ella no construyó, pero aceptó con plena libertad. Es una Maestra que nunca enseña sola; sabe que su labor manifiesta plenamente la sociabilidad de la persona humana y por eso tiene a su lado un Maestro, tanto o más silencioso que Ella, pero que se caracteriza por la fidelidad y laboriosidad con la que desempeña su acción educadora. Ambos, en realidad, saben que el Verdadero Maestro, es el que llega como Buena Noticia al aula, y tanto la ilumina, que todos los de la comunidad, se sienten atraídos por esa luz y concurren al primer aviso de que se abrieron las puertas de ese aula: ¡y concurren cantando!
Concurren todos los que están atentos a la voz que se corre en la comunidad de que el aula ya está abierta: desde los mas sencillos – que son los primeros en asistir – hasta los más encumbrados, que aunque suelen llegar unos días después trayendo sus regalos, cuando terminan el ciclo lectivo se van con lo mismo que se van todos los que se llegan hasta el aula.
El horario de clase: por lo general se abre un día a la medianoche, pero no es un horario homogéneo; es vivaz; se diría que cada asistente a clase tiene su tiempo. No se toma asistencia, pero no dejes pasar el tuyo. La Maestra siempre espera con los brazos abiertos y no te extrañes si cuando llegas te pone un Niño en tus propios brazos…
¿Qué se enseña allí y qué se aprende? El Curriculum prescripto es muy sencillo tiene cinco letras: AMOR.
Hoy es la Fiesta de la Sagrada Familia, y me pareció que era un buen día para desear a todos los lectores de educazul en este Tiempo de Navidad ¡¡¡MUCHAS FELICIDADES!!!! Que la Paz y el Bien reine en nuestros corazones y que el Año 2009 nos permita seguir aprendiendo juntos. Si no armaste el Aula del Pesebre en tu casa, búscala en tu comunidad, cerca debe haber alguna; y si aún así no la encuentras busca en tu Corazón que siempre hay un rincón para abrir la puerta del Pesebre y aprender lo único importante en la Vida.
Los primeros que abrieron la puerta de ese aula, paradójicamente, fueron aquellos a los que se les cerraron todas las puertas. Es más, después durante mucho tiempo, siglos y siglos, permanecieron cerradas. Las descubrió nuevamente el empobrecido hijo de un rico vendedor de telas de Asís, una fría noche de invierno. ¿Por qué se trasladó desde allí a todos los continentes? No lo sé; inescrutables son los senderos de muchos aprendizajes. Podría dar razones, ensayar explicaciones, mostrar caminos de universalidad recorridos por corazones ardientes, pero, en cualquier caso, no nos ayudarían a entender acabadamente la profundidad del aula que sólo nuestra ceguera nunca llama “magna”.
Físicamente reviste las más variadas formas, tantas como el ejercicio humano de la creatividad lo permita, sin ninguna necesidad de ser arquitecto, ingeniero o constructor. Los materiales que se utilizan en la construcción, son todos los que están al alcance de las personas que se extasían ante la posibilidad de construir cada año un aula como ésta: las he visto de ladrillos, madera, chapas, cerámicas, telas, cartones, papeles, tejidos, plásticos, aluminio, … y cuánto material venga a la mente. La que tengo más cerca este año tiene en sus patios, junto a los animales que siempre corretean cerca, piñas que fueron recogidas en el monte que ilustra esta entrada. En ésta página, en el margen derecho encontrás una realizada con fardos de pasto.
Pero, claro, lo que interesa, lo importante, - como en todo aula – son las personas. Y por supuesto que está la Maestra. Una Maestra de muy pocas palabras, pero que siempre tiene un SÍ a flor de labios. Puede encontrar mil escollos, enfrentar todos los obstáculos imaginables en el camino del aprendizaje, que Ella nunca pierde la Esperanza; aunque se le cierren todas las puertas siempre continúa caminando hasta encontrar el tiempo y el lugar justo para que lo nuevo, la novedad que atrae, nazca en el aula que Ella no construyó, pero aceptó con plena libertad. Es una Maestra que nunca enseña sola; sabe que su labor manifiesta plenamente la sociabilidad de la persona humana y por eso tiene a su lado un Maestro, tanto o más silencioso que Ella, pero que se caracteriza por la fidelidad y laboriosidad con la que desempeña su acción educadora. Ambos, en realidad, saben que el Verdadero Maestro, es el que llega como Buena Noticia al aula, y tanto la ilumina, que todos los de la comunidad, se sienten atraídos por esa luz y concurren al primer aviso de que se abrieron las puertas de ese aula: ¡y concurren cantando!
Concurren todos los que están atentos a la voz que se corre en la comunidad de que el aula ya está abierta: desde los mas sencillos – que son los primeros en asistir – hasta los más encumbrados, que aunque suelen llegar unos días después trayendo sus regalos, cuando terminan el ciclo lectivo se van con lo mismo que se van todos los que se llegan hasta el aula.
El horario de clase: por lo general se abre un día a la medianoche, pero no es un horario homogéneo; es vivaz; se diría que cada asistente a clase tiene su tiempo. No se toma asistencia, pero no dejes pasar el tuyo. La Maestra siempre espera con los brazos abiertos y no te extrañes si cuando llegas te pone un Niño en tus propios brazos…
¿Qué se enseña allí y qué se aprende? El Curriculum prescripto es muy sencillo tiene cinco letras: AMOR.
Hoy es la Fiesta de la Sagrada Familia, y me pareció que era un buen día para desear a todos los lectores de educazul en este Tiempo de Navidad ¡¡¡MUCHAS FELICIDADES!!!! Que la Paz y el Bien reine en nuestros corazones y que el Año 2009 nos permita seguir aprendiendo juntos. Si no armaste el Aula del Pesebre en tu casa, búscala en tu comunidad, cerca debe haber alguna; y si aún así no la encuentras busca en tu Corazón que siempre hay un rincón para abrir la puerta del Pesebre y aprender lo único importante en la Vida.
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