miércoles, 10 de noviembre de 2010

El Día de la Tradición y dos gallineros


La tristeza melancólica del ex beatle que pidió un velero para navegar sólo por el Río de la Plata, no sé si le habrá permitido entender que por esas mismas aguas sus antepasados debieron volverse derrotados. Probablemente en esa hora y media que navegó sólo, habrá hecho cálculos de lo que el recital en el estadio de River Plate le dejará como dividendos.Una parte de los argentinos sigue igual que al principio del siglo XIX: contrabandeando con los ingleses.
Pero mientras muchos hacen cola para deslumbrarse con el efímero paso de quien debe volver a Londres para cumplir con el régimen de visita que le impusieron para que no pierda legalidad su paternidad, un rincón de la pampa bonaerense se llenaba del sonido de guitarras, bombos y violines, que no necesitaban ni de un sólo micrófono para colmar los corazones de los asistentes. Que no necesitaron hacer cola para entrar.
Convocados por la profunda sencillez del Día de la Tradición, padres, vecinos, docentes, personal auxiliar y alumnos de la Escuela Nª 26 "Patricias Argentinas", sacaban sillas y bancos al sol con la alegría de celebrar un día de fiesta.

En el fondo de la escuela las gallinas esperaban que termine la jornada escolar para que el casero las suelte al atardecer después que los chicos vuelvan a sus casas. El coro de éste gallinero se me presenta más profundo que el que hoy se escuchará en el Gallinero de Nuñez.
Coti, la Directora, nos invitó a pensar en los valores de la jornada y en un diálogo con los alumnos abrió las puertas para que cada año compartiera con nosotros cómo había preparado el Día de la Tradición: desde los mas pequeños que nos contaron los juegos con los que sus papás se habían divertido en la niñez, pasando por la poesía, la evocación de la vida de José Hernández, las costumbres de los gauchos, hasta lo que significa el patrimonio cultural, en cada cuadro nuestros corazones latían en el presente, desde el pasado y con la esperanza de la cierta presencia real del futuro entre nosotros. 
Si hasta Felipe, bebé de pocos días, se acercó en brazos de su mamá, para que un trío de cristalinas voces y puras miradas, le cantaran aquellas canciones que forman parte de nuestras tradicionales canciones de cuna.
Cuando las palabras abrieron paso a la comprensión de la jornada, el camino se desandó en chacareras y el baile se hizo presente para que maestras, alumnos, madres y un grupo de adolescentes del Colegio Inmaculada Concepción, dibujaran en el patio vueltas, mediavueltas y vueltas enteras, mientras un disco compacto sonaba en un reproductor de cocina. 

Ellos dejaban en cada figura el corazón hecho Patria, calzado en alpargatas y vestido de guardapolvo blanco. Paul necesitará hoy en River toneladas de luces y aparatos de sonido para no dejar nada y llevarse todo.
Cuando los bailarines se retiraban bajo el cerrado aplauso de los asistentes que pedían otra, un trío de adolescentes y dulces voces femeninas se donó en regalo para los alumnos. Les siguió un novel violinista que ejecutando un minué permitió a alguno de los alumnos ver y escuchar por primera vez un violín "en vivo" y no "por la tele".  
El cierre se vistió de gala con la atrapante voz de una joven azuleña acostumbrada a los escenarios peñeros, y con la postura de quien está llamada a ocupar un importante lugar entre las voces de nuestro folclore, se donó en chacareras e invitó a un final en el que todos nos unimos cantando Zamba de mi Esperanza.
Cuando el sol brillaba a pleno en la tarde debimos dejar el lugar. Finalizado el acto, ya comenzaba a correr el mate con pasteles preparados por las familias de la cooperadora y los alumnos corrían tras la pelota armando el picado. Los guardapolvos dejarán de estar blancos, para que mamá, mañana, vuelva a celebrar la tradición y diga: "¡Mirá como te hiciste el guardapolvos!"

¡Que bello presente el compartido en la Escuela 26! ese presente inasible  en el que, como afirma San Agustín "se encuentra recóndito todo lo que pensamos", se produce ese vital encuentro con "el anchuroso campo de la memoria", que permite que la Tradición se constituya en "cierta tensión hacia el futuro como proyección del pasado en el presente". 
Por eso al celebrar la Tradición constituímos el futuro.