viernes, 27 de septiembre de 2019

Sarmiento en Azul


Sarmiento "el surfista"
Notas para el 10 de septiembre de 2019
Sarmiento en la ciudad Cervantina de Raíces Pampas


Los pensamientos de los mortales son indecisos, y sus reflexiones precarias, porque un cuerpo corruptible pesa sobre el alma y esta morada de arcilla oprime a la mente con muchas preocupaciones. Nos cuesta conjeturar lo que hay sobre la tierra…”, se lee en el Libro de la Sabiduría.

A partir de esas limitaciones de nuestra condición humana, he respondido a la invitación que me hicieran los colegas para rememorar la obra del ex Presidente Sarmiento. Sólo la generosidad de quienes me han invitado y la paciencia de uds. hace posible que hoy los invite a viajar con la imaginación a otros tiempos y lugares y, quizás desde aquellos comprender en algo los nuestros.

Es esta una invitación a peregrinar al interior de sus corazones; a que se animen a hacerlo descalzos, sin nada para comer ni beber, sin abrigos – aunque puedan sentir escalofríos -, sin gorros o protectores solares, aunque puedan sentir en algún momento que el sol pega en la piel. A que se animen a estar un tiempo desconectados de los dispositivos tecnológicos que nos dis-traen, nos traen o llevan a lugares distintos al que nos proponen la grandeza y la debilidad de nuestro lenguaje. A ejercitarse por unos minutos en el arte de la escucha. Escuchar es una de las tareas más cotidianas y difíciles de nuestro ser docente. Que la única pantalla que les a-traiga sea la que se enciende con la sístole y la diástole de sus corazones.

Es también una invitación a recrear los sonidos de la naturaleza: el canto de un pájaro, un perro que ladra, el agua que corre por un arroyuelo, los aromas de las flores de un jardín de una casa, o de una mazamorra que se está cocinando, las texturas de los  guijarros sobre las plantas de tus pies, el polvo del camino, el trote de un caballo, o el ir y venir de un telar que teje el poncho que te abraza.

Aceptar la invitación sólo para salir al encuentro de la palabra – no como mero instrumento comunicacional, o como está de moda en estos tiempos como ejercicio del poder – sino como aquello mejor que hay en vos: la palabra de tu Maestro Interior que sale de tu boca para dar cuenta de la abundancia de tu corazón. Por esto quizás lo más importante será qué pase después de éstas palabras. Las decisiones que tomes al finalizar este encuentro; las palabras que elijas vos para salir al encuentro de las palabras, que vas a escuchar. Éstas que he elegido no harán más que evocar para convocarte a que abraces con alegría tu vocación docente.

Es la Palabra la que nos permite, estar aquí y a la vez salir a recorrer nuevos senderos. Vámonos de Azul; dejá todo lo que tengas en la mano, ponete en modo manos libres; abrí los ojos de tu imaginación;  y cruzá la provincia de Buenos Aires, dejá atrás este tiempo de preocupaciones, atravesá San Luis, mientras ves las nubes que le acarician la espalda a los cerros Comechingones, y llegá a la precordillera en un amanecer de 1562. Elegí un cerro para vos sola y sentate en el suelo. Mirá para allá; es una caravana, es don Juan Jofré que viene a fundar San Juan de la Frontera. Ven y verás el maravilloso espectáculo de fundar una ciudad. Quizás se despierten en vos los sueños dormidos de fundar tiempos nuevos. Entonces, como le dice Don Quijote a Sancho: “Encomiéndate a tu Dios…que él hará lo que más te convenga; pero no apoques tu ánimo tanto que te vengas a contentar con menos que con ser un Adelantado” (Cap VII)


Quédate ahí todo el tiempo que quieras; déjate abrazar por la noche. Duerme bajo las estrellas y despierta a comienzos del siglo XIX: verás viñedos, huertas, algo de ganadería, y una incipiente minería como la producción de la zona. 
Es 1810. En Buenos Aires, algo está pasando. En San Juan son los conventos de La Merced, Santo Domingo y San Francisco, los únicos lugares donde hay algo parecido a una educación escolarizada. Serán los hermanos porteños Roque, José e Ignacio Rodríguez los que fundarán por esos tiempos una escuela particular que llamaron Escuela de La Patria. “Si estas páginas llegan a manos de don Ignacio y de don Roque Rodríguez, que reciban este débil homenaje que creo debido a los servicios eminentes hechos por ellos, en asocio de su finado hermano José, a la cultura y moralidad de un pueblo entero” dirá de ellos Sarmiento en su Facundo (Pag.83). Las primeras palabras que elijo de Sarmiento son las que escribió para recordar a sus primeros maestros.

Unos tres mil habitantes viven en el lugar. Conviven algunos clérigos y algunas familias principales, en términos de la época, ilustrados, y la mayoría de la población empobrecida: “…de poncho y descalza, viviendo en miserables ranchos de las afueras y en tareas de las más rústicas…”, describe uno de los historiadores; uno de esos historiadores de los que dice Don Quijote: “…debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y no nada apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rencor ni la afición les hagan torcer del camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir” (Cap IX)

En ese San Juan, las familias se conocen en general todas entre sí. No hay muchos apellidos diversos; de un mismo apellido están los parientes ricos y los parientes pobres. Los Quiroga; los Mallea; los Oro; Sarmiento; Albornoz; Albarracín; Balmaceda y tantos otros. No es raro que estas familias se entrelacen fundando así apellidos compuestos Quiroga Zapata, Quiroga Mallea, Quiroga Sarmiento.

Mientras unos Quiroga Sarmiento pertenecen a la clase ilustrada, otros son de condición más pobre. Éstos, en su mayoría descienden del capitán Jacinto de Quiroga y Mallea, que se casó con Micaela Sarmiento de la Vega y Lemos. De esa línea nació en 1779 José Clemente Quiroga Sarmiento, que sólo usará el apellido de Sarmiento, quien se casó  (el 21 de noviembre de 1801) con Paula Albarracín, tan pobre como él, y van a vivir a una casa de adobe en las afueras en el barrio del Carrascal. Padres de varios hijos. Los primeros: Paula, Rosario, Bienvenida, (parece que don José le dijo a doña Paula, vamos a buscar el varoncito) y nació Faustino Valentín (quien se hará llamar después Domingo Faustino), le siguieron Manuel Fernando, Procesa, Juan Crisóstomo y otros. Varios mueren muy pequeños. Por su parte, los Albarracín descienden de los Al Ben Racin o Ab El Razin, de origen berberisco, de sangre africana semita sefardita, más sencillamente árabes marroquíes. También los había ricos y pobres. Así por ejemplo Fray Justo Santamaría de Oro, era en realidad Oro Albarracín.

De su familia escribirá en Recuerdos de Provincia don Domingo: “La familia de los Sarmiento tiene en San Juan una no disputada reputación que han heredado de padres a hijos, dirélo con mucha mortificación mía, (fama) de embusteros. Nadie les ha negado esta cualidad y yo les he visto dar tan relevantes pruebas de esta innata y adorable disposición, que no me queda duda de que es alguna cualidad de familia”. Con el tiempo agregará en una carta a Rómulo García: “Si miento, lo hago como don de familia, con la naturalidad y la sencillez de la verdad” De éste recuerdo se tomarán muchos historiadores para decir: a confesión de partes, relevo de pruebas, si ud. dice que los Sarmiento son embusteros, y ud. es Sarmiento, a no otra conclusión llegamos que ud. es un embustero. Para todo lo que se escribe siempre cabe la sentencia de Pilato: lo escrito, escrito está.

¿Qué día nació don Domingo Faustino Valentín? El 15 de febrero de 1811 y vivirá hasta el 11 de septiembre de 1888, fecha en que lo abraza la hermana muerte en Asunción del Paraguay.
¿Qué pasó entre esas dos fechas? El mundo cambió; vaya novedad; el mundo cambia todos los días; lo que queremos enfatizar es que en el s. XIX el cambio comenzó a acelerarse y expandirse de forma tal que esa aceleración y expansión fue la antesala del vértigo del siglo XX. Y ciertos dirigentes comenzaron a tomar conciencia que, si bien no hay nada nuevo bajo el sol; las viejas novedades, si se aceleran, encandilan a muchos, y los muchos encandilados, siguen la corriente; basta encontrar líderes que se pongan al frente de los nuevos órdenes, que en general de nuevo tienen poco. La organización del mundo ya no será al fin de siglo, lo que es al comenzar el s. XIX.
Así en Inglaterra, Benjamin Disraeli, el inglés imperialista, el Gran Mago, en palabras de Hannah Arendt, en Los orígenes del totalitarismo, aquel primer ministro, que logró la amistad de la reina y la admiración de la sociedad de su tiempo, comenzaba junto con otros a organizar desde Londres un mundo distinto. En Francia, los Derechos del Hombre comenzaban a entrar en tensión con los derechos del ciudadano, y el racismo y antisemitismo iba camino a alcanzar su cota máxima. 1859 se construía el Canal de Suez; crecen los ferrocarriles, se expande la luz eléctrica, cambian las formas de comunicarse, de transportarse, crece el mercado armamentista, la banca se internacionaliza, diamantes, petróleo, opio, serán palabras que cada vez más se usarán en economía; Julio Verne comienza la conquista de la luna y el mundo submarino, etc. etc. En Europa, la peste del modernismo gana las dirigencias, los estados nación entran en crisis y usan las políticas expansionistas y colonialistas como recurso para mitigar sus crisis internas, mientras los Estados Unidos del norte de América dirimen sus diferencias en la guerra de Secesión, en cuatro años. Nosotros aquí en el sur dirimíamos diferencias en entreveros de unitarios y federales, con guerras que se prolongarán casi 60 años, dejando heridas que hasta hoy cada tanto alguien se encarga de abrir.

Y saben qué: Sarmiento es un gran lector y un viajero de su tiempo. Lee los diarios, lee todo lo que llega a sus manos; tiene el vicio de la curiosidad; se entera, y está apurado, vive como quien huye de un lugar a otro. ¿De qué huye Sarmiento? ¿Qué lo apura? lo apura un siglo que corre hacia la primera guerra mundial y, - aunque él no lo ve, a mi juicio -, quiere imitar algo de lo que va conociendo en sus lecturas, en sus viajes, algo de lo que se entera, por los puestos que ocupa en el extranjero, lo que le comentan en las sesiones de las logias de las que participa, en las reuniones de los salones donde políticos y clase dirigente dirime el poder. Es como que dice: “esto parece bueno, lo haré en Argentina”. Copia y pega, diríamos hoy. 

Con sus obras, al menos hasta donde las conozco, expresa algo que se ha hecho aún más común en nuestra época: Sarmiento lleva a la máxima expresión lo que solemos hacer hoy cuando viajamos. Vamos por unos días a un lugar, volvemos a la Argentina obnubilados por todo lo “bueno” que se ve en el lugar que visitamos y le contamos a todos cómo es la economía en ese país, cómo es la política, cómo es la educación, cómo es el tránsito, la gastronomía, el arte: ¿pero fuimos 15 días, un mes? ¿Ya está? ¿Ya conociste Francia?
Tengo para mí que Sarmiento es en alguna medida así. ¿Qué es ser así? Es ser algo así como un Surfista de la cultura. El surfista va sobre las olas; las profundidades no le pertenecen. Al leer las obras de Sarmiento, al menos las que he leído, y los fragmentos a los que he accedido, me dan esa impresión. Sus Obras Completas publicadas por su nieto Augusto Belín Sarmiento son 52 volúmenes en la primera edición; debo ser sincero no las leí completas.
¿Qué quiero significar con la imagen de que es un surfista de su tiempo? Que anda haciendo equilibrios en la cima de las olas de su tiempo hasta llegar a la playa; a veces deslumbra con sus piruetas; a veces pierde el equilibrio; otras veces las olas lo tiran o lo sumergen y él vuelve a su tabla, erguido, altivo, y señalándose a sí mismo con el dedo en su pecho, abre sus brazos y parece gritarnos desde la cresta de una ola: “¡he aquí estoy, soy yo, Sarmiento!”. Él mismo en la Introducción a “Mi defensa”, en 1843, escribe: “…Desde la temprana edad de 15 años he sido el jefe de mi familia…todo me ha estado subordinado, y esta dislocación de las relaciones naturales, ha ejercido una influencia fatal en mi carácter…jamás he reconocido otra autoridad que la mía...”  
(Cabe aquí una pregunta, tal vez ¿Cómo es la relación de nosotros los argentinos con la autoridad?)
Él allí en la cresta de las olas. Y en las playas siempre hay un grupo que lo aplaude, otros lo miran, otros lo insultan por su arrogancia, otros se ríen y hasta se burlan de él; hay pescadores que se suben a sus barcas y salen a pescar, a trabajar, mientras los surfistas compiten. Y hay muchos más en las playas que se preguntan y ése quien es, y otros tantos - ¿los mas hoy en día?, me pregunto - siguen haciendo playa, ni se percatan que Sarmiento y otros surfistas pasan por sus vidas. Sarmiento tiene eso. En alguna medida pasa por la vida de todos nosotros, lo queramos o no. Entre las cosas que no podemos elegir los argentinos es no conocer a Sarmiento. Basta un año de escolarización para que Sarmiento entre en nuestras vidas.

A veces al releer el Martín Fierro, pienso que Hernández pensaba en Sarmiento al escribir:
Hay hombres que de su cencia
Tienen la cabeza llena
Hay sabios de todas menas
Más digo sin ser muy ducho
Que mejor que aprender mucho
Es aprender cosas buenas.

¿Y en la playa dónde estoy yo? De todos los que están en la playa me sigo contando entre los que, de tanto en tanto, se admiran por las olas de la historia, y los que surfean sobre ellas, soy de los que se suben a la barca, sale a pescar, y en el mar le hago preguntas al Maestro Interior. Si hasta acá no se cansaron comparto con uds. algunas de esas preguntas que me he hecho. ¿Seguimos?

Intentaré seguir otro consejo Cervantino, trataré de ser breve en mis razonamientos, que ninguno hay gustoso si es largo.

¿Sarmiento es filósofo? ¿Hizo filosofía? No. No lo es. No hizo filosofía. Claro que si se escribe una historia de la filosofía no se lo puede obviar; porque si ud. lo hace no se la publica nadie. Por lo menos debe exponerse que en Facundo, un libro escrito con fines eminentemente políticos, se sirve del recurso – siempre simplista y reduccionista a mi modo de ver – de la dialéctica binaria. Que en tesis de don Domingo se expresa en el subtítulo “Civilización y Barbarie” y que, según revela Alberdi en sus escritos póstumos “esa expresión se la contaron en Chile a Sarmiento, a quien le gustó tanto que la utilizó para subtitular su biografía de Facundo”. ¿Aceptamos el juicio de Alberdi con quien Sarmiento mantuvo arduas polémicas? Yo si; uds. sabrán que hacer. Así es que, cuando me llego a leer algo de sus obras, no busco profundidades filosóficas. Leonardo Castellani, él sì filósofo, afirma que encuentra en Sarmiento un racionalismo incompleto, en un “luchador genial y un gran hombre de mando”. De forma atrevida, me animo a coincidir con lo primero, no con lo segundo: quien no sabe obedecer, no sabe mandar, o manda mal.

¿Cuál fue la formación de Sarmiento, qué estudió? El papá de Sarmiento, don José Clemente, fue granadero por un tiempo, se incorporó al Ejército de los Andes; y Domingo concurrió durante ese período a la Escuela de La Patria, que estaba a poca distancia de su casa. En Recuerdos de Provincia nos dice que no faltó ningún día a la escuela a la vez que más adelante afirma que “…al fin me hostigó la escuela…mi moralidad de estudiante debió resentirse de esta eterna vida de escuela…la plana (lo que hoy llamamos la libreta o el boletín de calificaciones) era abominablemente mala, tenía notas de policía, había llegado tarde, me escabullía sin licencia (sin permiso) y otras diabluras con las que me quitaba el aburrimiento…” (Recuerdos de Pcia. Capítulo Mi Educación). Con lo cual los que se dedican a alabar a Sarmiento, se apoyan en la primera cita; los que se dedican a denostarlo en la segunda. A mi me remite otra vez a Cervantes: “…mas fuerza tiene el tiempo para deshacer y mudar las cosas, que los humanos voluntades…”. Perdió una beca por sorteo, para estudios superiores, y a los 14 años trabaja tres meses con un ingeniero francés Victor Barreau (hacer planos, dibujo técnico, sacar cálculos);  luego se va con el cura José de Oro, a San Francisco del Monte, en San Luis, un tío, donde estudia un año (latín, gramática) y nos dice: “ salí de sus manos con la razón formada…valentón como él, insolente contra los mandatarios absolutos, caballeresco y vanidoso, honrado como un ángel, con nociones sobre muchas cosas…”. ¿Otra argentinada? diríamos hoy. ¡En un año todo eso! ¡Y con 15 años! Como nosotros cuando hicimos el primer curso de Word y Power Point, y vinimos a dar clases con un amplio dominio de las TIC.

Me detengo en ésta última expresión: “nociones sobre muchas cosas”. Porque esa característica que Sarmiento refiere a sí mismo, se traslada casi al pie de la letra a la escolarización argentina desde sus orígenes y hasta hoy. Salimos con nociones sobre muchas cosas; no más que eso; nociones. Sumergirnos en la profundidad del saber, subirnos a las alturas del saber para atrevernos a las nieves eternas de las cumbres, requiere de un esfuerzo que las comunidades pocas veces quieren hacer. Las comunidades que lo hacen bien logran que lleguen a esos lugares, en general, los más humildes. Y hasta ahora hemos demostrado ser incapaces de lograr comunidades en las que nos esforcemos mucho, comunidades que ayuden a que, los más humildes y mejores, lleguen a ser dirigentes de las principales instituciones de la Nación.

(¿Cómo vamos hasta acá? ¿Siguen sentadas en el cerro mirando lo que pasa allí en San Juan de la frontera? ¿O ya se consiguieron un dron para seguir a Sarmiento en todos sus movimientos?)

Sigamos con su formación. En 1826, vuelve a San Juan, trabaja de empleado de comercio; ya ha adquirido dos hábitos que lo acompañaran toda la vida: lee; lee todo lo que llega a su alcance; y escribe. Escribe como quien extrae las palabras directamente de sus latidos, casi sin pasar por su mente, y las entrelaza rápidamente, con apuro, sobre los papeles que tiene a su alcance. La escritura, junto con la retórica parlamentaria, son en él armas políticas con las que no le interesará a quien acaricia, hiere o mata. Esto se lo agradecemos porque nos permite conocer algo de su pensamiento. Escribe en una carta a su amigo el tucumano José Posse, en 1845: “…me curo poco de la opinión de los demás…”.
1829 militar unitario, derrotado, y con 20 años de edad se va a Chile, de donde regresa a los 25 años con una hija, Ana Faustina, que tuvo con una alumna suya en Chile; hija que deja al cuidado de doña Paula. Mientras en Buenos Aires se funda el Salón Literario de Marcos Sastre, en San Juan se funda como una subsidiaria de aquella de Bs.As. y en la que Sarmiento entra en contacto con los libros que llegan de Europa, las noticias de los periódicos y pregunta todo con curiosidad en las reuniones en las que participa. ¿Se está autoformando o sólo informando? Me queda tema para seguir estudiando.
1838 le envía “Mis memorias al Zonda” (le escribe al viento Zonda) a Juan B. Alberdi y con la llegada a San Juan del Dr. Manuel Quiroga Rosas (pariente suyo) se beneficia con la biblioteca de éste y comienza a leer a los literatos franceses y otras obras que llegan de Europa, Víctor Hugo, Lamartine, A. Dumas, etc.
Y hasta ahí su formación; de ahí en más todo será autoformación o información ¿o deformación?, asistemática, sin método, guiado más por la curiosidad que por un espíritu científico o universitario; tampoco refiere a grandes maestros que haya seguido ya de adulto.

¿Cuál fue su obra en educación?
En 1838, decide fundar el Colegio de Pensionistas de Santa Rosa, para señoritas, al que concurren 8 alumnas. Funda el periódico El Zonda, - con un subsidio de la gobernación – que vendía 25 diarios por día. Es decir no lo leían ni los parientes. Duró desde el 20 de julio al 12 de agosto de 1839. Era difícil vender un periódico unitario, donde la mayoría de las familias donde se leía eran federales. Lo refundará cuando sea gobernador de San Juan. Época de varios noviazgos; pasa bastante tiempo en tertulias donde habla de política, conspira, y habla mal de los federales.
A fines de 1840 lo detienen. En Recuerdos de Provincia dirá que 6 alumnas lo visitan en el calabozo y “…a la luz de una vela recitarán su lección de geografía, francés, aritmética y gramática y mostraban los ensayos de dibujos…”. Sarmiento narra que será torturado, la hija del entonces gobernador Benavidez escribió que “Sarmiento se refugió en casa del gobernador y se escondió debajo de una cama huyendo del pueblo que lo perseguía”. Otra vez las versiones encontradas de la historia. Cuando sale se va a Chile. El mismo Sarmiento en sus memorias dirá después: “Llegué a Santiago salvado por el general Benavidez mismo…

Una vez en Chile consiguió, por amistad con el conservador Mont, ser nombrado director de la Escuela de Preceptores que se fundó en 1842, pero la experiencia resultó un fracaso. Así lo confiesa él mismo en una nota que publicó en El Mercurio en 1844 (que no cito porque es muy extensa) y el 15 de agosto de 1852 escribirá en El Monitor de la Educación acerca de aquella experiencia: “De 30 jóvenes que era la dotación que admitía la escuela, 28 fueron expulsados, malográndose en dos años el dinero, el tiempo y las fatigas que había costado darles instrucción”. Mitre dirá más adelante que esa escuela solo dio 3 maestros en varios años.

En Chile escribe La conciencia de un niño; Vida de Jesucristo, para uso de las escuelas; Método de lectura gradual; y Educación Popular. Además de innumerables artículos periodísticos. Consigue que el gobierno chileno, imprima sus libros para uso en las escuelas. Algunos serán traducidos al francés y, según su propio testimonio, son aceptados en Francia para las escuelas de Paris. En 1850 escribirá en Recuerdos de Provincia: “Todas las traducciones que he hecho tienen por objeto dotar a la instrucción primaria de tratados útiles; descollando entre ellos los que contienen un espíritu eminentemente moral y religioso…a los niños sólo debe enseñárseles aquello que eleva el corazón, contiene las pasiones y los prepara a entrar en sociedad. Pertenece a esta clase de libros La conciencia de un niño, libro precioso de moral y de religión para despertar en el corazón de los niños las primeras nociones del conocimiento de Dios y de los deberes del hombre; y la Vida de Jesucristo que es una sencilla a la par que luminosa exposición de la doctrina del Evangelio”.

En su Método de lectura gradual, 1845, se pregunta: “¿Cuántas cosas tiene que aprender un niño…? …debe saber leer perfectamente y escribir bien, debe saber contar, debe saber geografía, gramática, ortografía, dibujo, historia antigua, romana y de su propio país…debe saber rezar para encomendarse a Dios y la doctrina cristiana para saber ser cristiano católico y conocer y profesar la religión de Jesucristo…debe saber la historia sagrada…Todo esto podrá aprenderlo en las escuelas públicas donde se enseña de balde (gratis) a los niños pobres…
1845 partirá en gira a Europa por encargo del gobierno de Chile, con el tiempo también visitará, gran parte de Europa, Canadá y EEUU, entre las intenciones principales de sus viajes está la de conocer sus sistemas educativos.
1846 visita a San Martín en Grand Bourg.
1848 se casa con Benita Martínez Pastoriza, quien de su primer matrimonio había dado a luz a Dominguito, a quien Sarmiento adopta. Ese mismo año se casa su hija Faustina; muere su padre y su madre se va a Chile.
1849 Rosas pide a Chile su extradición; lo que no logrará y Sarmiento regresará en 1851 para unirse al Ejército Grande, la fuerza internacional que comandada por Urquiza derrotará a Rosas en Caseros. Esta fuerza internacional ya es un anuncio de los tiempos que se vienen en las relaciones internacionales.

Llegados a 1856, Sarmiento tiene 45 años, y casi 4 años en total de antigüedad docente: el mayor tiempo casi dos años como director del Normal de Chile. El resto de su vida no dará más clases, ni dirigirá ninguna escuela; se dedicará a tiempo pleno a la política. Sólo algunas clases o charlas por invitación en alguna institución.
¿Por qué es importante el año 1856 en la vida de Sarmiento y de la Argentina?
El 9 de marzo de 1856 es considerada la fecha de la fundación oficial de la masonería en la República Argentina con la apertura de la logia “Unión del Plata”; dependiente de la logia de Uruguay; ésta a su vez dependiente de la gran logia de Brasil y ésta desde 1821, dependiente de la de Inglaterra (Diccionario enciclopédico de la masonería argentina de 1947; tomo III pag. 347). Entre los primeros 14 masones argentinos inscriptos figura Sarmiento. Se había iniciado en la logia Unión Fraternal de Chile. Y a partir de ese año Sarmiento no dejará de ocupar cargos políticos, a los que le abrirán las puertas sus hermanos masones. El cargo supremo de la masonería argentina lo ocupará desde 1882 hasta 1886. Otra vez en la cresta de la ola.

¿Qué cargos políticos ocupó relacionados con la educación?
Primero fue Jefe del Departamento de Escuelas de Buenos Aires desde 1856 a 1859; cargo que compartirá con una senaduría desde 1857. Según el Registro Provincial de la época en 1856 había 90 escuelas de las cuales 30 eran estatales; hacia 1860 se contabilizan 115: a las 90 se han sumado las de la Municipalidad, las de la sociedad de beneficencia, y las creadas por particulares y religiosos. Durante su gestión se proyecta la construcción de 17 escuelas, pero la legislatura no le votó el presupuesto; no se pudieron hacer. En carta del 8 de junio de 1866 se sincera, con María Mann, esposa de su amigo el educador norteamericano Horacio Mann: “En Buenos Aires sólo logré fundar dos escuelas”. (Horacio Mann será quien le consiga un Doctorado Honoris Causa en EEUU) En realidad, se habían hecho por suscripción vecinal. Una se inauguró en 1858, para la que se destinó una casa que pertenecía a Rosas en el Barrio de la Parroquia de San Ignacio; y otra se inauguró el 18 de Julio de 1860, y la financiaron principalmente Felipe Lavallol y Juan Anchorena (Corresponde a la actual José Manuel Estrada de Reconquista 461). Esto surge de las Obras Completas editadas).
1861 muere su mamá y al año siguiente es elegido gobernador de San Juan, se separa de su esposa y en 1863 ejecuta al Chacho Peñaloza. Se interesa por la educación en su provincia, pero es muy criticado, entre otras cosas por sus métodos represivos. En 1864 renuncia a la gobernación y es designado ministro plenipotenciario. En 1866 pierde a su hijo en la guerra contra el Paraguay,- mientras él estaba en EEUU - y publica una Vida de Lincoln. Desde EEUU, donde lo han nombrado embajador, propone fundar en San Juan un centro educacional norteamericano; lo mismo hará en 1868 con relación a una colonia en el actual Chaco. Le escribe al respecto a María Mann el 1 de abril de ese año: “Con emigrados de California se está formando en el Chaco una colonia norteamericana que puede ser el origen de un territorio y un día de un estado yanqui con idioma y todo(Carta que cita Galvez en su biografía de Sarmiento). De su estadía en EEUU surgirá la posibilidad de traer maestras norteamericanas a nuestro país.
1868 es electo Presidente, y tiene el acierto de designar a don Nicolás Avellaneda en el ministerio de educación, que es a quien se debe realmente la obra educativa de la presidencia de Sarmiento. 1870, Escuela Normal de Paraná; la Ley de Subvenciones de 1871 que destinó al presupuesto de educación las herencias sin sucesiones y un octavo de las tierras públicas; primera exposición de artes y productos nacionales, se comenzó con la apertura de los colegios nacionales, se organizaron los institutos de formación militar (Esc. Naval y Colegio Militar). En general todas estas obras eran pasos posteriores y similares a los que se habían dado en los estados nación europeos, - que él había visitado - en vistas a ese nuevo orden mundial que se estaba dando. Lo mismo que los censos, las obras de infraestructura ferroviaria, etc.
1875 Director General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, y a la vez senador electo por la Pcia. de San Juan.
Una muestra del carácter de Sarmiento quizás sea lo que sucedió en el año 1879: el Pte. Avellaneda lo nombra Ministro del Interior y Jefe de Gabinete: dura un mes. Se pelea con casi todos los ministros.
El último cargo en educación lo ocupará en 1881 cuando es designado por Julio A. Roca, superintendente de Escuelas del Consejo Nacional de Educación y participará activamente al año siguiente en el Ier Congreso Nacional de Educación del que surgirá la ley 1420. Durará muy poco en el cargo, parece que en la primera reunión ya les dijo a los vocales del Consejo que no hacían  falta tantos, que él se bastaba solo. El historiador Gálvez - junto con De Paoli ha sido una de nuestras fuentes, entre otras - cuenta que el primer saludo fue: “Tengo el honor de no conocerlos como educacionistas” estaban allí Miguel Navarro Viola, Carlos Guido y Spano; Adolfo Van Gelderen y otros. Y agrega Gálvez que dijo: “¿cómo voy a gobernar el consejo de educación con un burro como Guido Spano?”.
Sarmiento, que al decir de Castellani, “…por momentos fue un iluso pero nunca fue un tonto ni un perverso…”, había escrito de si mismo en “Mi Defensa”: “…todos los días irrito susceptibilidades y crío deseos de encontrar en mi conducta acciones que me denigren…seré como soy y nada más…” Y denota en sus escritos haber sido un apasionado, irritable e irritador. Es innegable la pasión que se desprende de las obras de Sarmiento respecto a la enseñanza elemental; pero él mismo se lamenta ya en 1868: “Yo he escrito muchos libros de educación y a esos libros le ha cabido la gloria de que nadie los haya leído”. Tengo para mí que esos libros en gran medida no han perdido la gloria que le atribuye don Domingo.

¿Cómo fue el final de su vida?
El final de su vida me apena, pues el testimonio del cura que acudió al llamado de los dos ordenanzas de Sarmiento a las 10 de las noche del 11 de septiembre de 1888, el lazarista Antonio Scarella, narra que llegado al lugar lo tuvieron esperando unos veinte minutos en la antesala de su habitación, y luego apareció el médico gritando: ¡Ya ha muerto el enfermo! Y no le permitieron ni siquiera una oración o bendición: “Caramba, dije yo, narra el cura en carta del 21 de agosto de 1938, hacerme esperar tanto tiempo y salirme ahora con que ha muerto el enfermo. Es evidente que han querido dificultar mi acción. Felizmente que Dios es grande y sabrá valorar el impedimento material que han puesto a mi caritativo ministerio…me despedí y me vine como me había ido, con la convicción de que había sido el mismo Sarmiento quien me mandó buscar o cuando menos algunos de sus allegados íntimos.”

Quizás alguna de uds. estén sentadas todavía en el cerro viendo llegar la caravana fundadora de San Juan de la Frontera. Así que es hora de ir dándole un tajo a éste tasajo, y dejar en el gancho algo para que el que quiera, se asome a la vida de Sarmiento, y siga haciéndose preguntas en la búsqueda de la verdad histórica; porque ésta existe y se deja encontrar.

No quiero huir a la responsabilidad de posicionarme ante la obra de Sarmiento. Hasta donde la conozco – y permítanme la humorada – mi juicio no es positivo. Pero seguiré estudiando porque considero con el Quijote “…que el tiempo, descubridor de todas las cosas, no se deja ninguna que no la saque a la luz del sol, aunque esté escondida en el seno de la tierra…(Cap XXV) y …que para sacar una verdad en limpio, menester son muchas pruebas y repruebas…(Cap XXVI)

Si se despertaron en uds. algunas preguntas, será eso lo más importante de este encuentro. Comparto algunas que nacieron mientras preparé esta evocación, otras seguirán naciendo, para seguir aprendiendo: ¿en tanto educador que hay en mí de Sarmiento? ¿Surfeo como él? ¿Me la paso viajando entre nociones o me animo a las alturas y profundidades del saber? ¿Basta con seguir las olas del tiempo que me toca vivir para educar bien? ¿Cómo resuelvo las tensiones y polémicas que surgen en mi accionar cotidiano, profundizando las diferencias como en épocas de Sarmiento o buscando estilos nuevos? ¿Cómo es la relación entre mis pasiones y el saber? ¿Es Sarmiento uno de los iniciadores de la política como profesión, más que como arte, esa característica que hace que el que se inicie en la función pública continúe ocupando cargo tras cargo, de los más variados, en distintos organismos públicos?  
No me he centrado en la exposición en los aspectos más polémicos de la obra de Sarmiento, pues bastantes polémicas tenemos en el presente como para revivir las del pasado. Sepamos que allí están. Las polémicas sólo se disipan a la luz de la Verdad.

Así que pues, en Azul, Ciudad Cervantina de Raíces Pampas, ha llegado la hora de volver a mirar la Cruz del Sur, y si bien ya no parado sobre el lomo de un flete, paro las orejas como Sancho, y vuelvo a escuchar a Don Quijote que sigue diciendo en el idioma más completo para proclamar la Verdad, la Belleza y la Bondad en este nuevo mundo: “….Encomendadlo a Dios, Sancho, que todo se hará bien y quizás mejor de lo que vos pensáis; que no se mueve la hoja en el árbol sin la voluntad de Dios… (2da Parte Cap III) …para componer historias y libros de cualquier suerte que sean, es menester un gran juicio y un maduro entendimiento. Decir gracias y escribir donaires es de grandes ingenios…La historia es como cosa sagrada porque ha de ser verdadera, y donde está la Verdad está Dios en cuanto a Verdad; pero no obstante esto, hay algunos que así componen y arrojan libros de si como si fuesen buñuelos…”

Sólo la misericordia y paciencia de uds. harán que estas palabras no sean un buñuelo más; por lo que sólo me resta decirles y desearles: ¡GRACIAS!