Sarmiento "el surfista"
Notas para el 10 de septiembre de 2019
Sarmiento en la ciudad Cervantina de
Raíces Pampas
“Los pensamientos de los mortales son indecisos, y sus
reflexiones precarias, porque un cuerpo corruptible pesa sobre el alma y esta
morada de arcilla oprime a la mente con muchas preocupaciones. Nos cuesta
conjeturar lo que hay sobre la tierra…”, se lee en el Libro de la Sabiduría.
A
partir de esas limitaciones de nuestra condición humana, he respondido a la
invitación que me hicieran los colegas para rememorar la obra del ex Presidente
Sarmiento. Sólo la generosidad de quienes me han invitado y la paciencia de
uds. hace posible que hoy los invite a viajar con la imaginación a otros
tiempos y lugares y, quizás desde aquellos comprender en algo los nuestros.
Es
esta una invitación a peregrinar al interior de sus corazones; a que se animen
a hacerlo descalzos, sin nada para comer ni beber, sin abrigos – aunque puedan
sentir escalofríos -, sin gorros o protectores solares, aunque puedan sentir en
algún momento que el sol pega en la piel. A que se animen a estar un tiempo
desconectados de los dispositivos tecnológicos que nos dis-traen, nos traen o
llevan a lugares distintos al que nos proponen la grandeza y la debilidad de
nuestro lenguaje. A ejercitarse por unos minutos en el arte de la escucha. Escuchar
es una de las tareas más cotidianas y difíciles de nuestro ser docente. Que la
única pantalla que les a-traiga sea la que se enciende con la sístole y la
diástole de sus corazones.
Es
también una invitación a recrear los sonidos de la naturaleza: el canto de un
pájaro, un perro que ladra, el agua que corre por un arroyuelo, los aromas de
las flores de un jardín de una casa, o de una mazamorra que se está cocinando,
las texturas de los guijarros sobre las
plantas de tus pies, el polvo del camino, el trote de un caballo, o el ir y
venir de un telar que teje el poncho que te abraza.
Aceptar
la invitación sólo para salir al
encuentro de la palabra – no como mero instrumento comunicacional, o como
está de moda en estos tiempos como ejercicio del poder – sino como aquello mejor que hay en vos: la
palabra de tu Maestro Interior que sale de tu boca para dar cuenta de la abundancia
de tu corazón. Por esto quizás lo más
importante será qué pase después de éstas palabras. Las decisiones que tomes
al finalizar este encuentro; las
palabras que elijas vos para salir al encuentro de las palabras, que vas a escuchar.
Éstas que he elegido no harán más que evocar para convocarte a que abraces con
alegría tu vocación docente.
Es la Palabra la
que nos permite, estar aquí y a la vez salir a recorrer nuevos senderos. Vámonos
de Azul; dejá todo lo que tengas en la mano, ponete en modo manos libres; abrí
los ojos de tu imaginación; y cruzá la
provincia de Buenos Aires, dejá atrás este tiempo de preocupaciones, atravesá
San Luis, mientras ves las nubes que le acarician la espalda a los cerros Comechingones,
y llegá a la precordillera en un amanecer de 1562. Elegí un cerro para vos sola
y sentate en el suelo. Mirá para allá; es una caravana, es don Juan Jofré que
viene a fundar San Juan de la Frontera. Ven y verás el maravilloso espectáculo
de fundar una ciudad. Quizás se
despierten en vos los sueños dormidos de fundar tiempos nuevos. Entonces, como
le dice Don Quijote a Sancho: “Encomiéndate a tu Dios…que él hará lo que más
te convenga; pero no apoques tu ánimo tanto que te vengas a contentar con menos
que con ser un Adelantado” (Cap VII)
Quédate
ahí todo el tiempo que quieras; déjate abrazar por la noche. Duerme bajo las
estrellas y despierta a comienzos del siglo XIX: verás viñedos, huertas, algo de
ganadería, y una incipiente minería como la producción de la zona.
Es 1810. En
Buenos Aires, algo está pasando. En San Juan son los conventos de La Merced,
Santo Domingo y San Francisco, los únicos lugares donde hay algo parecido a una
educación escolarizada. Serán los hermanos porteños Roque, José e Ignacio
Rodríguez los que fundarán por esos tiempos una escuela particular que llamaron
Escuela de La Patria. “Si estas páginas
llegan a manos de don Ignacio y de don Roque Rodríguez, que reciban este débil
homenaje que creo debido a los servicios eminentes hechos por ellos, en asocio
de su finado hermano José, a la cultura y moralidad de un pueblo entero”
dirá de ellos Sarmiento en su Facundo (Pag.83). Las primeras palabras que elijo de Sarmiento son las que escribió para
recordar a sus primeros maestros.
Unos
tres mil habitantes viven en el lugar. Conviven algunos clérigos y algunas
familias principales, en términos de la época, ilustrados, y la mayoría de la
población empobrecida: “…de poncho y
descalza, viviendo en miserables ranchos de las afueras y en tareas de las más
rústicas…”, describe uno de los historiadores; uno de esos historiadores de
los que dice Don Quijote: “…debiendo ser
los historiadores puntuales, verdaderos y no nada apasionados, y que ni el
interés ni el miedo, el rencor ni la afición les hagan torcer del camino de la
verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones,
testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo
porvenir” (Cap IX)
En
ese San Juan, las familias se conocen en general todas entre sí. No hay muchos
apellidos diversos; de un mismo apellido están los parientes ricos y los
parientes pobres. Los Quiroga; los Mallea; los Oro; Sarmiento; Albornoz;
Albarracín; Balmaceda y tantos otros. No es raro que estas familias se entrelacen
fundando así apellidos compuestos Quiroga Zapata, Quiroga Mallea, Quiroga
Sarmiento.
Mientras
unos Quiroga Sarmiento pertenecen a la clase ilustrada, otros son de condición
más pobre. Éstos, en su mayoría descienden del capitán Jacinto de Quiroga y
Mallea, que se casó con Micaela Sarmiento de la Vega y Lemos. De esa línea nació en 1779 José Clemente
Quiroga Sarmiento, que sólo usará el apellido de Sarmiento, quien se casó (el
21 de noviembre de 1801) con Paula
Albarracín, tan pobre como él, y van a vivir a una casa de adobe en las
afueras en el barrio del Carrascal. Padres de varios hijos. Los primeros:
Paula, Rosario, Bienvenida, (parece que don José le dijo a doña Paula, vamos a
buscar el varoncito) y nació Faustino Valentín (quien se hará llamar después
Domingo Faustino), le siguieron Manuel Fernando, Procesa, Juan Crisóstomo y
otros. Varios mueren muy pequeños. Por su parte, los Albarracín descienden de
los Al Ben Racin o Ab El Razin, de origen berberisco, de sangre africana semita
sefardita, más sencillamente árabes marroquíes. También los había ricos y
pobres. Así por ejemplo Fray Justo Santamaría de Oro, era en realidad Oro
Albarracín.
De
su familia escribirá en Recuerdos de
Provincia don Domingo: “La familia de
los Sarmiento tiene en San Juan una no disputada reputación que han heredado de
padres a hijos, dirélo con mucha mortificación mía, (fama) de embusteros. Nadie
les ha negado esta cualidad y yo les he visto dar tan relevantes pruebas de
esta innata y adorable disposición, que no me queda duda de que es alguna
cualidad de familia”. Con el tiempo agregará en una carta a Rómulo García: “Si miento, lo hago
como don de familia, con la naturalidad y la sencillez de la verdad” De
éste recuerdo se tomarán muchos historiadores para decir: a confesión de
partes, relevo de pruebas, si ud. dice que los Sarmiento son embusteros, y ud.
es Sarmiento, a no otra conclusión llegamos que ud. es un embustero. Para
todo lo que se escribe siempre cabe la sentencia de Pilato: lo escrito, escrito
está.
¿Qué día nació don
Domingo Faustino Valentín? El 15 de febrero de 1811 y vivirá hasta el 11 de
septiembre de 1888,
fecha en que lo abraza la hermana muerte en Asunción del Paraguay.
¿Qué pasó entre
esas dos fechas?
El mundo cambió; vaya novedad; el mundo cambia todos los días; lo que queremos
enfatizar es que en el s. XIX el cambio comenzó a acelerarse y expandirse de
forma tal que esa aceleración y expansión fue la antesala del vértigo del siglo
XX. Y ciertos dirigentes comenzaron a tomar conciencia que, si bien no hay nada nuevo bajo el sol; las
viejas novedades, si se aceleran, encandilan a muchos, y los muchos
encandilados, siguen la corriente; basta
encontrar líderes que se pongan al frente de los nuevos órdenes, que en general
de nuevo tienen poco. La organización del mundo ya no será al fin de siglo,
lo que es al comenzar el s. XIX.
Así
en Inglaterra, Benjamin Disraeli, el inglés imperialista, el Gran Mago, en palabras de
Hannah Arendt, en Los orígenes del totalitarismo, aquel primer ministro, que logró
la amistad de la reina y la admiración de la sociedad de su tiempo, comenzaba
junto con otros a organizar desde Londres un mundo distinto. En Francia, los
Derechos del Hombre comenzaban a entrar en tensión con los derechos del
ciudadano, y el racismo y antisemitismo iba camino a alcanzar su cota máxima. 1859
se construía el Canal de Suez; crecen los ferrocarriles, se expande la luz
eléctrica, cambian las formas de comunicarse, de transportarse, crece el
mercado armamentista, la banca se internacionaliza, diamantes, petróleo, opio,
serán palabras que cada vez más se usarán en economía; Julio Verne comienza la
conquista de la luna y el mundo submarino, etc. etc. En Europa, la peste del modernismo gana las dirigencias, los estados
nación entran en crisis y usan las políticas expansionistas y colonialistas
como recurso para mitigar sus crisis internas, mientras los Estados Unidos del
norte de América dirimen sus diferencias en la guerra de Secesión, en cuatro
años. Nosotros aquí en el sur dirimíamos diferencias en entreveros de unitarios
y federales, con guerras que se prolongarán casi 60 años, dejando heridas que
hasta hoy cada tanto alguien se encarga de abrir.
Y
saben qué: Sarmiento es un gran lector y un viajero de su tiempo. Lee los
diarios, lee todo lo que llega a sus manos; tiene el vicio de la curiosidad; se
entera, y está apurado, vive como quien huye de un lugar a otro. ¿De qué huye Sarmiento? ¿Qué lo apura? lo
apura un siglo que corre hacia la primera guerra mundial y, - aunque él no lo
ve, a mi juicio -, quiere imitar algo de lo que va conociendo en sus
lecturas, en sus viajes, algo de lo que se entera, por los puestos que ocupa en
el extranjero, lo que le comentan en las sesiones de las logias de las que
participa, en las reuniones de los salones donde políticos y clase dirigente
dirime el poder. Es como que dice: “esto
parece bueno, lo haré en Argentina”. Copia y pega, diríamos hoy.
Con
sus obras, al menos hasta donde las conozco, expresa algo que se ha hecho aún
más común en nuestra época: Sarmiento lleva a la máxima expresión lo que solemos
hacer hoy cuando viajamos. Vamos por unos días a un lugar, volvemos a la
Argentina obnubilados por todo lo “bueno”
que se ve en el lugar que visitamos y le contamos a todos cómo es la economía
en ese país, cómo es la política, cómo es la educación, cómo es el tránsito, la
gastronomía, el arte: ¿pero fuimos 15 días, un mes? ¿Ya está? ¿Ya conociste
Francia?
Tengo para mí que
Sarmiento es en alguna medida así. ¿Qué es ser así? Es ser algo así como un Surfista
de la cultura. El surfista va sobre las olas; las profundidades no le
pertenecen.
Al leer las obras de Sarmiento, al menos las que he leído, y los fragmentos a los
que he accedido, me dan esa impresión. Sus
Obras Completas publicadas por su nieto Augusto Belín Sarmiento son 52
volúmenes en la primera edición; debo ser sincero no las leí completas.
¿Qué quiero
significar con la imagen de que es un surfista de su tiempo? Que anda haciendo
equilibrios en la cima de las olas de su tiempo hasta llegar a la playa; a
veces deslumbra con sus piruetas; a veces pierde el equilibrio; otras veces las
olas lo tiran o lo sumergen y él vuelve a su tabla, erguido, altivo, y
señalándose a sí mismo con el dedo en su pecho, abre sus brazos y parece
gritarnos desde la cresta de una ola: “¡he
aquí estoy, soy yo, Sarmiento!”. Él mismo en la Introducción a “Mi defensa”, en 1843, escribe: “…Desde
la temprana edad de 15 años he sido el jefe de mi familia…todo me ha estado
subordinado, y esta dislocación de las relaciones naturales, ha ejercido una
influencia fatal en mi carácter…jamás he reconocido otra autoridad que la
mía...”
(Cabe aquí una pregunta, tal vez ¿Cómo es la relación de nosotros los argentinos
con la autoridad?)
Él allí en la
cresta de las olas. Y en las playas siempre hay un grupo que lo aplaude,
otros lo miran, otros lo insultan por su arrogancia, otros se ríen y hasta se
burlan de él; hay pescadores que se suben a sus barcas y salen a pescar, a
trabajar, mientras los surfistas compiten. Y hay muchos más en las playas que
se preguntan y ése quien es, y otros tantos - ¿los mas hoy en día?, me pregunto - siguen haciendo
playa, ni se percatan que Sarmiento y otros surfistas pasan por sus vidas. Sarmiento tiene eso. En alguna medida pasa
por la vida de todos nosotros, lo queramos o no. Entre las cosas que no podemos
elegir los argentinos es no conocer a Sarmiento. Basta un año de escolarización
para que Sarmiento entre en nuestras vidas.
A
veces al releer el Martín Fierro, pienso que Hernández pensaba en Sarmiento al escribir:
Hay hombres que de
su cencia
Tienen la cabeza
llena
Hay sabios de
todas menas
Más digo sin ser
muy ducho
Que mejor que
aprender mucho
Es aprender cosas
buenas.
¿Y
en la playa dónde estoy yo? De todos los que están en la playa me sigo contando
entre los que, de tanto en tanto, se admiran por las olas de la historia, y los
que surfean sobre ellas, soy de los que se
suben a la barca, sale a pescar, y en el mar le hago preguntas al Maestro Interior. Si hasta
acá no se cansaron comparto con uds. algunas de esas preguntas que me he hecho.
¿Seguimos?
Intentaré
seguir otro consejo Cervantino, trataré de ser
breve en mis razonamientos, que ninguno hay gustoso si es largo.
¿Sarmiento es
filósofo? ¿Hizo filosofía? No. No lo es.
No hizo filosofía. Claro
que si se escribe una historia de la filosofía no se lo puede obviar; porque si
ud. lo hace no se la publica nadie. Por lo menos debe exponerse que en
Facundo, un libro escrito con fines eminentemente políticos, se sirve del
recurso – siempre
simplista y reduccionista a mi modo de ver – de la dialéctica binaria. Que en tesis
de don Domingo se expresa en el subtítulo “Civilización y Barbarie” y que,
según revela Alberdi en sus escritos póstumos “esa expresión se la contaron en Chile a Sarmiento, a quien le gustó
tanto que la utilizó para subtitular su biografía de Facundo”. ¿Aceptamos
el juicio de Alberdi con quien Sarmiento mantuvo arduas polémicas? Yo si; uds.
sabrán que hacer. Así es que, cuando me
llego a leer algo de sus obras, no busco profundidades filosóficas.
Leonardo Castellani, él sì filósofo, afirma que encuentra en Sarmiento un
racionalismo incompleto, en un “luchador
genial y un gran hombre de mando”. De forma atrevida, me animo a coincidir
con lo primero, no con lo segundo: quien no sabe obedecer, no sabe mandar, o
manda mal.
¿Cuál fue la
formación de Sarmiento, qué estudió? El papá de Sarmiento, don José Clemente,
fue granadero por un tiempo, se incorporó al Ejército de los Andes; y Domingo
concurrió durante ese período a la Escuela de La Patria, que estaba a poca
distancia de su casa. En Recuerdos de Provincia nos dice que no faltó ningún
día a la escuela a la vez que más adelante afirma que “…al fin me hostigó la escuela…mi moralidad de estudiante debió
resentirse de esta eterna vida de escuela…la plana (lo que hoy llamamos la libreta o el boletín de calificaciones) era abominablemente mala,
tenía notas de policía, había llegado tarde, me escabullía sin licencia (sin
permiso) y otras diabluras con las que me quitaba el aburrimiento…” (Recuerdos de Pcia.
Capítulo Mi Educación).
Con lo cual los que se dedican a alabar a Sarmiento, se apoyan en la primera
cita; los que se dedican a denostarlo en la segunda. A mi me remite otra vez a
Cervantes: “…mas fuerza tiene el tiempo
para deshacer y mudar las cosas, que los humanos voluntades…”. Perdió
una beca por sorteo, para estudios superiores, y a los 14 años trabaja tres
meses con un ingeniero francés Victor Barreau (hacer planos, dibujo técnico,
sacar cálculos);
luego se va con el cura José de Oro, a San Francisco
del Monte, en San Luis, un tío, donde estudia un año (latín, gramática) y nos dice: “ salí de sus manos con la razón
formada…valentón como él, insolente contra los mandatarios absolutos,
caballeresco y vanidoso, honrado como un ángel, con nociones sobre muchas cosas…”. ¿Otra argentinada?
diríamos hoy. ¡En un año todo eso! ¡Y con 15 años! Como nosotros cuando hicimos
el primer curso de Word y Power Point, y vinimos a dar clases con un amplio
dominio de las TIC.
Me
detengo en ésta última expresión: “nociones
sobre muchas cosas”. Porque esa característica que Sarmiento refiere a sí
mismo, se traslada casi al pie de la letra a la escolarización argentina desde
sus orígenes y hasta hoy. Salimos con nociones sobre muchas cosas; no más que
eso; nociones. Sumergirnos en la profundidad del saber, subirnos a las
alturas del saber para atrevernos a las nieves eternas de las cumbres, requiere
de un esfuerzo que las comunidades pocas veces quieren hacer. Las comunidades
que lo hacen bien logran que lleguen a esos lugares, en general, los más
humildes. Y hasta ahora hemos demostrado ser incapaces de lograr comunidades en
las que nos esforcemos mucho, comunidades que ayuden a que, los más humildes y
mejores, lleguen a ser dirigentes de las principales instituciones de la Nación.
(¿Cómo
vamos hasta acá? ¿Siguen sentadas en el cerro mirando lo que pasa allí en San
Juan de la frontera? ¿O ya se consiguieron un dron para seguir a Sarmiento en
todos sus movimientos?)
Sigamos
con su formación. En 1826, vuelve a San Juan, trabaja de empleado de comercio; ya ha adquirido
dos hábitos que lo acompañaran toda la vida: lee; lee todo lo que llega a su
alcance; y escribe. Escribe como quien extrae las palabras directamente de sus
latidos, casi sin pasar por su mente, y las entrelaza rápidamente, con apuro,
sobre los papeles que tiene a su alcance. La escritura, junto con la retórica
parlamentaria, son en él armas políticas con las que no le interesará a quien
acaricia, hiere o mata. Esto se lo agradecemos porque nos permite conocer algo
de su pensamiento. Escribe en una carta a su amigo el tucumano José Posse, en
1845: “…me curo poco de la opinión de los demás…”.
1829
militar unitario, derrotado, y con 20 años de edad se va a Chile, de donde
regresa a los 25 años con una hija, Ana Faustina, que tuvo con una alumna suya
en Chile; hija que deja al cuidado de doña Paula. Mientras
en Buenos Aires se funda el Salón Literario de Marcos Sastre, en San Juan se
funda como una subsidiaria de aquella de Bs.As. y en la que Sarmiento entra en
contacto con los libros que llegan de Europa, las noticias de los periódicos y
pregunta todo con curiosidad en las reuniones en las que participa. ¿Se
está autoformando o sólo informando? Me queda tema para seguir estudiando.
1838
le
envía “Mis memorias al Zonda” (le escribe al viento Zonda) a Juan B. Alberdi y con la llegada a
San Juan del Dr. Manuel Quiroga Rosas (pariente suyo) se beneficia con la
biblioteca de éste y comienza a leer a los literatos franceses y otras obras que
llegan de Europa, Víctor Hugo, Lamartine, A. Dumas, etc.
Y
hasta ahí su formación; de ahí en más
todo será autoformación o información ¿o deformación?, asistemática, sin
método, guiado más por la curiosidad que por un espíritu científico o
universitario; tampoco refiere a grandes maestros que haya seguido ya de adulto.
¿Cuál fue su obra
en educación?
En
1838, decide fundar el Colegio de Pensionistas de Santa Rosa, para señoritas,
al que concurren 8 alumnas. Funda el periódico El Zonda, - con un subsidio de la
gobernación – que vendía 25 diarios por día. Es decir no lo leían ni los
parientes. Duró desde el 20 de julio al 12 de agosto de 1839. Era difícil
vender un periódico unitario, donde la mayoría de las familias donde se leía
eran federales. Lo refundará cuando sea gobernador de San Juan. Época de varios
noviazgos; pasa bastante tiempo en tertulias donde habla de política, conspira,
y habla mal de los federales.
A
fines de 1840 lo detienen. En Recuerdos de Provincia dirá que 6 alumnas lo
visitan en el calabozo y “…a la luz de
una vela recitarán su lección de geografía, francés, aritmética y gramática y
mostraban los ensayos de dibujos…”. Sarmiento narra que será torturado, la
hija del entonces gobernador Benavidez escribió que “Sarmiento se refugió en casa del gobernador y se escondió debajo de una
cama huyendo del pueblo que lo perseguía”. Otra vez las versiones
encontradas de la historia. Cuando sale se va a Chile. El mismo Sarmiento en
sus memorias dirá después: “Llegué a
Santiago salvado por el general Benavidez mismo…”
Una
vez en Chile consiguió, por amistad con el conservador Mont, ser nombrado
director de la Escuela de Preceptores que se fundó en 1842, pero la experiencia
resultó un fracaso. Así lo confiesa él mismo en una nota que publicó en El
Mercurio en 1844 (que
no cito porque es muy extensa) y el 15 de agosto de 1852 escribirá en El Monitor de
la Educación acerca de aquella experiencia: “De 30 jóvenes que era la dotación que admitía la escuela, 28 fueron
expulsados, malográndose en dos años el dinero, el tiempo y las fatigas que
había costado darles instrucción”. Mitre dirá más adelante que esa escuela
solo dio 3 maestros en varios años.
En
Chile escribe La conciencia de un niño; Vida de Jesucristo, para uso de las
escuelas; Método de lectura gradual; y Educación Popular. Además de
innumerables artículos periodísticos. Consigue que el gobierno chileno, imprima
sus libros para uso en las escuelas. Algunos serán traducidos al francés y, según su propio
testimonio, son
aceptados en Francia para las escuelas de Paris. En 1850 escribirá en Recuerdos
de Provincia: “Todas las traducciones que
he hecho tienen por objeto dotar a la instrucción primaria de tratados útiles;
descollando entre ellos los que contienen un espíritu eminentemente moral y
religioso…a los niños sólo debe enseñárseles aquello que eleva el corazón,
contiene las pasiones y los prepara a entrar en sociedad. Pertenece a esta
clase de libros La conciencia de un niño, libro precioso de moral y de religión
para despertar en el corazón de los
niños las primeras nociones del conocimiento de Dios y de los deberes del
hombre; y la Vida de Jesucristo que es una sencilla a la par que luminosa
exposición de la doctrina del Evangelio”.
En
su Método de lectura gradual, 1845, se pregunta: “¿Cuántas cosas tiene que aprender un niño…? …debe saber leer
perfectamente y escribir bien, debe saber contar, debe saber geografía,
gramática, ortografía, dibujo, historia antigua, romana y de su propio
país…debe saber rezar para encomendarse a Dios y la doctrina cristiana para
saber ser cristiano católico y conocer y profesar la religión de
Jesucristo…debe saber la historia sagrada…Todo esto podrá aprenderlo en las
escuelas públicas donde se enseña de balde (gratis) a los niños pobres…”
1845
partirá en gira a Europa por encargo del gobierno de Chile, con el tiempo
también visitará, gran parte de Europa, Canadá y EEUU, entre las intenciones
principales de sus viajes está la de conocer sus sistemas educativos.
1846
visita a San Martín en Grand Bourg.
1848
se casa con Benita Martínez Pastoriza, quien de su primer matrimonio había dado
a luz a Dominguito, a quien Sarmiento adopta. Ese mismo año se casa su hija
Faustina; muere su padre y su madre se va a Chile.
1849
Rosas pide a Chile su extradición; lo que no logrará y Sarmiento regresará en
1851 para unirse al Ejército Grande, la fuerza internacional que comandada por Urquiza
derrotará a Rosas en Caseros. Esta fuerza internacional ya es un anuncio de los
tiempos que se vienen en las relaciones internacionales.
Llegados a 1856,
Sarmiento tiene 45 años, y casi 4 años en total de antigüedad docente: el mayor tiempo
casi dos años como director del Normal de Chile. El resto de su vida no dará más
clases, ni dirigirá ninguna escuela; se dedicará a tiempo pleno a la política. Sólo
algunas clases o charlas por invitación en alguna institución.
¿Por qué es
importante el año 1856 en la vida de Sarmiento y de la Argentina?
El
9 de marzo de 1856 es considerada la fecha de la fundación oficial de la
masonería en la República Argentina con la apertura de la logia “Unión del
Plata”; dependiente
de la logia de Uruguay; ésta a su vez dependiente de la gran logia de Brasil y
ésta desde 1821, dependiente
de la de Inglaterra (Diccionario
enciclopédico de la masonería argentina de 1947; tomo III pag. 347). Entre los
primeros 14 masones argentinos inscriptos figura Sarmiento. Se había iniciado
en la logia Unión Fraternal de Chile. Y a partir de ese año Sarmiento no dejará
de ocupar cargos políticos, a los que le abrirán las puertas sus hermanos
masones. El cargo supremo de la masonería argentina lo ocupará desde 1882 hasta
1886. Otra vez en la cresta de la ola.
¿Qué cargos
políticos ocupó relacionados con la educación?
Primero
fue Jefe del Departamento de Escuelas de Buenos Aires desde 1856 a 1859; cargo que
compartirá con una senaduría desde 1857. Según el Registro Provincial de la época
en 1856 había 90 escuelas de las cuales 30 eran estatales; hacia 1860 se
contabilizan 115: a las 90 se han sumado las de la Municipalidad, las de la
sociedad de beneficencia, y las creadas por particulares y religiosos. Durante su
gestión se proyecta la construcción de 17 escuelas, pero la legislatura no le
votó el presupuesto; no se pudieron hacer. En carta del 8 de junio de
1866 se sincera,
con María Mann, esposa de su amigo el educador norteamericano Horacio Mann: “En Buenos Aires sólo logré fundar dos
escuelas”. (Horacio Mann será quien le consiga un Doctorado Honoris Causa en EEUU) En realidad, se habían hecho por suscripción vecinal. Una se
inauguró en 1858, para la que se destinó una casa que pertenecía a Rosas en el
Barrio de la Parroquia de San Ignacio; y otra se inauguró el 18 de Julio de
1860, y la financiaron principalmente Felipe Lavallol y Juan Anchorena (Corresponde a la
actual José Manuel Estrada de Reconquista 461). Esto surge de las Obras
Completas editadas).
1861
muere su mamá y al año siguiente es elegido gobernador de San Juan, se separa de su
esposa y en 1863 ejecuta al Chacho Peñaloza. Se interesa por la educación en su
provincia, pero es muy criticado, entre otras cosas por sus métodos represivos.
En 1864 renuncia a la gobernación y es designado ministro plenipotenciario. En
1866 pierde a su hijo
en la guerra contra el Paraguay,- mientras él estaba en EEUU - y publica una
Vida de Lincoln.
Desde EEUU, donde lo han nombrado embajador, propone fundar en San Juan un
centro educacional norteamericano; lo mismo hará en 1868 con relación a una
colonia en el actual Chaco. Le escribe al respecto a María Mann el 1 de abril
de ese año: “Con emigrados de California
se está formando en el Chaco una colonia norteamericana que puede ser el origen
de un territorio y un día de un estado yanqui con idioma y todo” (Carta que cita
Galvez en su biografía de Sarmiento). De su estadía en EEUU surgirá la
posibilidad de traer maestras norteamericanas a nuestro país.
1868
es electo Presidente, y tiene el acierto
de designar a don Nicolás Avellaneda en el ministerio de educación, que es a
quien se debe realmente la obra educativa de la presidencia de Sarmiento. 1870,
Escuela Normal de Paraná; la Ley de Subvenciones de 1871 que destinó al
presupuesto de educación las herencias sin sucesiones y un octavo de las
tierras públicas; primera exposición de artes y productos nacionales, se
comenzó con la apertura de los colegios nacionales, se organizaron los
institutos de formación militar (Esc. Naval y Colegio Militar). En general todas estas obras eran pasos
posteriores y similares a los que se habían dado en los estados nación
europeos, - que él había visitado - en vistas a ese nuevo orden mundial que se
estaba dando. Lo mismo que los censos, las obras de infraestructura
ferroviaria, etc.
1875
Director General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, y a la vez
senador electo por la Pcia. de San Juan.
Una muestra del
carácter de Sarmiento
quizás sea lo que sucedió en el año 1879: el Pte. Avellaneda lo nombra Ministro
del Interior y Jefe de Gabinete: dura un mes. Se pelea con casi todos los
ministros.
El
último cargo en educación lo ocupará en 1881 cuando es designado por Julio A.
Roca,
superintendente de Escuelas del Consejo Nacional de Educación y participará
activamente al año siguiente en el Ier Congreso Nacional de Educación del que
surgirá la ley 1420. Durará muy poco en el cargo, parece que en la primera
reunión ya les dijo a los vocales del Consejo que no hacían falta tantos, que él se bastaba solo. El
historiador Gálvez - junto con De Paoli ha sido una de nuestras fuentes, entre otras - cuenta que el primer saludo fue: “Tengo el honor de no conocerlos como educacionistas” estaban allí
Miguel Navarro Viola, Carlos Guido y Spano; Adolfo Van Gelderen y otros. Y
agrega Gálvez que dijo: “¿cómo voy a
gobernar el consejo de educación con un burro como Guido Spano?”.
Sarmiento, que al decir de Castellani, “…por
momentos fue un iluso pero nunca fue un tonto ni un perverso…”, había
escrito de si mismo en “Mi Defensa”: “…todos
los días irrito susceptibilidades y crío deseos de encontrar en mi conducta
acciones que me denigren…seré como soy y nada más…” Y denota en sus
escritos haber sido un apasionado, irritable e irritador. Es innegable la
pasión que se desprende de las obras de Sarmiento respecto a la enseñanza
elemental; pero él mismo se lamenta ya en 1868: “Yo he escrito muchos libros de educación y a esos libros le ha cabido
la gloria de que nadie los haya leído”. Tengo para mí que esos libros en
gran medida no han perdido la gloria que le atribuye don Domingo.
¿Cómo
fue el final de su vida?
El
final de su vida me apena, pues el testimonio del cura que acudió al llamado de
los dos ordenanzas de Sarmiento a las 10 de las noche del 11 de septiembre de
1888, el lazarista Antonio Scarella, narra que llegado al lugar lo tuvieron
esperando unos veinte minutos en la antesala de su habitación, y luego apareció
el médico gritando: ¡Ya ha muerto el enfermo! Y no le permitieron ni siquiera
una oración o bendición: “Caramba, dije
yo, narra el cura en carta del 21 de agosto de 1938, hacerme esperar tanto tiempo y salirme ahora con que ha muerto el
enfermo. Es evidente que han querido dificultar mi acción. Felizmente que Dios
es grande y sabrá valorar el impedimento material que han puesto a mi
caritativo ministerio…me despedí y me vine como me había ido, con la convicción
de que había sido el mismo Sarmiento quien me mandó buscar o cuando menos
algunos de sus allegados íntimos.”
Quizás
alguna de uds. estén sentadas todavía en el cerro viendo llegar la caravana
fundadora de San Juan de la Frontera. Así que es hora de ir dándole un tajo a
éste tasajo, y
dejar en el gancho algo para que el que quiera, se asome a la vida de
Sarmiento, y siga haciéndose preguntas en la búsqueda de la verdad histórica;
porque ésta existe y se deja encontrar.
No
quiero huir a la responsabilidad de posicionarme ante la obra de Sarmiento.
Hasta donde la conozco – y permítanme la humorada – mi juicio no es positivo. Pero seguiré estudiando porque
considero con el Quijote “…que el tiempo,
descubridor de todas las cosas, no se deja ninguna que no la saque a la luz del
sol, aunque esté escondida en el seno de la tierra…(Cap XXV) y …que para sacar
una verdad en limpio, menester son muchas pruebas y repruebas…(Cap XXVI)
Si se despertaron
en uds. algunas preguntas, será eso lo más importante de este encuentro. Comparto algunas
que nacieron mientras preparé esta evocación, otras seguirán naciendo, para
seguir aprendiendo: ¿en tanto educador que hay en mí de Sarmiento? ¿Surfeo como
él? ¿Me la paso viajando entre nociones o me animo a las alturas y
profundidades del saber? ¿Basta con seguir las olas del tiempo que me toca
vivir para educar bien? ¿Cómo resuelvo las tensiones y polémicas que surgen en
mi accionar cotidiano, profundizando las diferencias como en épocas de Sarmiento
o buscando estilos nuevos? ¿Cómo es la relación entre mis pasiones y el saber? ¿Es
Sarmiento uno de los iniciadores de la política como profesión, más que como
arte, esa característica que hace que el que se inicie en la función pública
continúe ocupando cargo tras cargo, de los más variados, en distintos
organismos públicos?
No
me he centrado en la exposición en los aspectos más polémicos de la obra de
Sarmiento, pues bastantes polémicas tenemos en el presente como para revivir
las del pasado. Sepamos que allí están. Las polémicas sólo se disipan a la luz
de la Verdad.
Así
que pues, en Azul, Ciudad Cervantina de Raíces Pampas, ha llegado la hora de
volver a mirar la Cruz del Sur, y si bien ya no parado sobre el lomo de un
flete, paro las orejas como Sancho, y vuelvo a escuchar a Don Quijote que sigue
diciendo en el idioma más completo para proclamar la Verdad, la Belleza y la
Bondad en este nuevo mundo: “….Encomendadlo a Dios, Sancho, que todo se hará
bien y quizás mejor de lo que vos pensáis; que no se mueve la hoja en el árbol
sin la voluntad de Dios… (2da Parte Cap III) …para componer historias y libros
de cualquier suerte que sean, es menester un gran juicio y un maduro
entendimiento. Decir gracias y escribir donaires es de grandes ingenios…La
historia es como cosa sagrada porque ha de ser verdadera, y donde está la
Verdad está Dios en cuanto a Verdad; pero no obstante esto, hay algunos que así
componen y arrojan libros de si como si fuesen buñuelos…”
Sólo
la misericordia y paciencia de uds. harán que estas palabras no sean un buñuelo
más; por lo que sólo me resta decirles y desearles: ¡GRACIAS!