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lunes, 2 de septiembre de 2024

La educación "secundaria" de San Martín

 

 

A la verdad se la puede conculcar de cuatro modos, por error, por ignorancia, por confusión o por mentira, decía don Leonardo Castellani

 

La siguiente es la evocación pronunciada el 17 de agosto de 2024 en la Plaza General San Martín de la ciudad de Azul en ocasión de conmemorarse un nuevo aniversario del paso a la inmortalidad de Don José de San Martín y Matorras:


(En la foto Granaderos clase 63 que realizamos el SMO entre los años 1982 y 1983 en uno de los encuentros periódicos que realizamos habitualmente en la ciudad de Tapalqué, Provincia de Buenos Aires)

Convocados para evocar la muerte del General San Martín y Matorras, llegamos desde diversas circunstancias vitales. Quienes estamos aquí hemos sido llamados y se nos ha regalado la vida de la misma forma: compartimos la igualdad en el origen. Quienes aquí estamos también seremos llamados a una nueva Vida a la que sólo se accede de la mano de la Hermana Muerte: compartimos el mismo fin. Los senderos que transitamos por el Camino que es la Vida nos preparan de manera distinta a ese encuentro que, para José Francisco de San Martín y Matorras se produjo un 17 de agosto de 1850. Encuentro para el que se había preparado.

¿Cómo nos preparamos para morir? ¿Desde cuándo nos preparamos para morir? Las respuestas a éstas y otras preguntas pusieron en marcha en la historia un saber al que los griegos le dieron el nombre de Filosofía. San Martín se formó, se educó en la tradición filosófica que prepara a bine morir desde el origen. Desde el seno familiar, en el que una madre y un padre unidos en matrimonio sacramental indisoluble lo cuidaron desde su gestación, hasta sus últimos días en que su hija, su yerno y sus amigos lo acompañaron, San Martín se preparó a bien morir.

Al comenzar el ciclo lectivo este año, en una nota que gentilmente accedió a publicar el Diario El Tiempo, contextualicé los primeros años de educación sistemática – diríamos hoy – o el primario o la primaria como habitualmente le llamamos. Esa educación primaria también preparaba a bien morir, entre otras, a través de la práctica de la oración esperanzada al comenzar y terminar cada jornada.

Hoy propongo que pensemos la etapa de la educación secundaria, diríamos en la actualidad, esa que va entre los 13 y los 17 o 18 años, más o menos. Puesto que es en ese período en el que todos los seres humanos alguna vez nos planteamos la finitud de la vida: es en esa etapa vital en la que el tema de la muerte pone en tensión lo que somos; es en esos años en los que la conciencia del ser se despierta al deber ser y ante la posibilidad de que si no se es lo que se debe ser, no se será nada, concluirá en algún momento de su vida San Martín. ¿Quién soy? ¿Quién seré? Son preguntas que a esa edad comienzan a buscar respuestas.

Para San Martín es la etapa de su formación en el Regimiento de Murcia, El Leal; que así se apodaba al Regimiento: no es casualidad que la lealtad sea una de las virtudes que caracterizaron a San Martín: la lealtad es una virtud sanmartiniana que tiene su origen en su formación militar. Y la unidad tenía como patrona a la Inmaculada Concepción de María: un regimiento mariano; característica que mantendrá San Martín cuando le toque a él crear tanto el Regimiento de Granaderos como el Ejército de los Andes. Es una formación en algo semejante, lejanamente semejante, a lo que puede ser un liceo militar; salvando las distancias temporales, claro está.

¿En qué contexto se da la formación secundaria de San Martín? En un imperio español que se está desmembrando, que está siendo erosionado y atacado por los más diversos frentes externos e internos: es un tiempo de guerra. San Martín se forma en un mundo en guerra. Las guerras manifiestan los rostros visibles y los intereses ocultos de las principales potencias de la época. Ingresó casi con una excepción, no había cumplido los 12 años que se requerían. El documento que lo admite está firmado el 15 de julio de 1789: un día antes había estallado la Revolución Francesa en París; en esos días Hegel pasaría de ser considerado uno de los más fervorosos defensores de los revolucionarios, porque dirá de la Revolución francesa que “señala el nacimiento de una nueva era para Europa”, a vivir en Suiza 5 años después como tutor de la familia de los von Steiger, una de las familias más conservadoras, es decir, pasará a ser considerado un contrarrevolucionario; en la biblioteca de esa familia entrará en contacto con las obras de Baruch Spinoza, y eso cambiará su propia filosofía.

Casi 20 años antes de ser admitido San Martín en el Regimiento de Murcia, (un 17/6/1770) las naves españolas capitaneadas por Juan Ignacio Madariaga, tras un breve intercambio de fuego, inician el desembarco y rinden a las tropas inglesas que habían usurpado las Islas Malvinas. Toman más de un centenar de prisioneros y los remiten a Inglaterra; ese proceso culminará al año siguiente con la Declaración de Masserano, documento clave en la actualidad para nuestros derechos sobre las islas.

Estos paralelismos vitales permiten, a mi juicio, poner en contexto a este cuasi niño que es San Martín, y que con 12 años está aprendiendo algunas lecciones sobre el manejo de armas; cuáles son sus  principales tareas a cumplir como cadete; la importancia de la obediencia para el batallar; ejercicios físicos para fortalecer el cuerpo; comienza a usar los conocimientos matemáticos adquiridos en la primaria para los cálculos necesarios en la elaboración de material bélico y cálculos de logística; a poner en práctica los conocimientos de las letras para elaborar informes, peticiones, etc.; hacer guardias, patrullas, exploraciones de terrenos e informar novedades; etc. Es una formación en la acción, cuyas jornadas también comienzan y terminan todas de la misma forma: rezando.

Sus jornadas se inician y culminan diariamente con la oración: al igual que en su escuela primaria, en los Regimientos Españoles se rezaba al comenzar y al terminar la jornada, porque: vivir se debe la vida de tal suerte, que viva quede en la muerte. Existía una gran diferencia entre la formación bonapartista: que se da fundamentalmente desde el exterior, inculcando saberes racionalmente militarizados con fines de aniquilación del enemigo y apropiación de los bienes materiales del adversario; y la formación de los regimientos hispanos: que se da desde dentro: suscitando virtudes militares para la libertad. No me puedo detener en esto aquí. San Martín logrará una síntesis única y original, a mi juicio, tomando lo mejor de las formaciones militares que conoció – también la de los ingleses -, al fundar a su llegada a Buenos Aires el Regimiento de Granaderos.

Pero pensemos nuestros 13 años y los 13 años de San Martín: es la edad en la que va a entrar en combate por primera vez. Si lo comparamos con grandes personajes nos llevamos algunas sorpresas: Napoleón entró en combate por primera vez a los 17 años; el duque de Wellington, vencedor de Bonaparte, lo hizo por primera vez a los 25 años; Washington a los 22 y Bolívar a los 28 años.

Dice su foja de servicio: “se ha hallado desde el 25 de junio de 1791, sufriendo el fuego que hicieron los moros en los 33 días de ataque contra la plaza de Orán haciendo el servicio con la compañía de granaderos”. Sé que tengo oyentes que me han pedido no dar fechas y muchos nombres, habrán de perdonarme, pero no me dejo aún vencer por el presentismo y considero la temporalidad y espacialidad que nos precede como una gracia recibida que nos trajo hasta aquí y enriquece nuestra memoria, y nos abre a los senderos de la Verdad Encarnada, fuente de roda razón y justicia.

Queridos abanderados aquí presentes, si se les hace larga esta evocación, piensen que la bandera que tienen la gracia de llevar nos ha llegado gracias, entre otros, a niños y jóvenes como San Martín o aquellos otros como Mariano y Joseph Martinez que, con tan solo 10 años, le pidieron a Liniers y obtuvieron el permiso para formar la Compañía de Menores auxiliares de la artillería que participaron de la Reconquista del Puerto de la Santísima de Trinidad y Santa María de los Buenos Aires, cuando las invasiones inglesas;  o la de los Jóvenes Joseph Montes de Oca y Josep Dionisio Cabeza Enríquez que con 14 años solicitaron fundar también en esa ocasión la Compañía Jóvenes de la Reconquista, de la que formó parte don Juan Manuel de Rosas con 13 años; el mismo Rosas que llevará a cumplimiento en la persona de Pedro Burgos la iniciativa de fundar nuestra ciudad, y recibirá en herencia el sable sanmartiniano.

Volvamos al cadete José Francisco que formaba parte del segundo batallón del Regimiento de Murcia al mando del Capitán Antonio Córnide, a quien algunos historiadores consideran el instructor que tuvo en sus inicios como cadete. ¿Cómo no voy a dar nombres? ¿Cómo vamos a hechar al olvido a los formadores de nuestro libertador? Bajo su mando realizará sus primeras campañas al sur de España y el norte de África. Allí San Martín conocerá lo que son las acciones en terrenos áridos y desérticos; y se embarcará por primera vez en una misión militar. Concretamente el asedio sufrido fue en la plaza interna del Castillo de San Felipe, desde dónde las compañías de granaderos y las partidas de fusileros cumplieron la importante misión que se les encomendó y que no podemos detallar acá para no cansarlos más a uds.

Se podría decir que, desde esos 13 años en adelante, no dejará de entrar en combate durante su formación secundaria, en términos de hoy: irá al norte de la península ibérica a luchar en la guerra contra Francia que después de los años del terrorismo de Estado de la Revolución Francesa, comenzará a exportar, mediante la guerra contra las monarquías vecinas, la ideología revolucionaria. Esta etapa que se da cuando el cadete San Martín tiene unos 14/15 años, le permitirán elevar su nivel de instrucción militar ahora para conocer en qué consiste la guerra cuando hay que hacerla en zonas de montañas, con elevaciones que llegan en algunos casos a los 3500 mts., terreno abrupto, grandes alturas con inviernos muy fríos; veranos muy calurosos; acondicionar equipamiento, planificar alimentación adecuada, etc. Conocimiento experiencial de suma importancia para lo que será su gesta libertadora. La libertad no se improvisa, se gesta.

En 1793 será ascendido a segundo subteniente a los 15 años. Y en esas refriegas entre españoles y franceses, conocerá victorias y derrotas. Tiene 15 años y ya lleva dos donde ve y experimenta lo que son las heridas, los gritos, la muerte de camaradas y enemigos, el principio, el desarrollo, el final, y el día después de un campo de batalla. Baste un solo ejemplo de las más de una decena de batallas de las que participó; el 7 de diciembre de 1793 (pleno invierno) los españoles toman Laroque y San Genìs, sólo de franceses hubo 2500 entre muertos, heridos y prisioneros. Si aquí hay veteranos de Malvinas bastará que hablen con ellos y, si quieren, les darán cuenta de las huellas que cada una de esas instancias dejan en el alma y el corazón de un hombre.

1794: a los 16 años, lo encontrarán en una zona costera defendiendo Puerto Vendrès y la localidad de Collioure; en esa posición conoció lo que significa rendirse. Fueron derrotados.

1795: será el año en que finalice la guerra con Francia (con la firma del tratado de Basilea el 22 de junio de 1795), y San Martín, había participado en 16 acciones de guerra, ya alcanzó el grado de segundo teniente, y cumple sus 17 años.

1796: San Martín cumplirá 18 años; bajo la influencia del Ministro Manuel Godoy, los gobiernos de Francia y España ahora pasan a formar una Alianza (Tratado de San Ildefonso) y para San Martín será el año en que se reciba de “infante de marina”: es embarcado en la fragata de la Real Armada Dorotea durante un año y 23 días, y entrarán en combate contra el navío inglés El León, (el 15 de julio de 1798), acción en la que la Dorotea deberá rendirse no sin antes ofrecer una tenaz resistencia reconocida en los partes de batalla que se conservan. Valiosísima experiencia en alta mar que le servirá para la campaña que emprenderá para dar la libertad al Perú y para pintar las famosas marinas en los tiempos en que será necesario proyectar sobre un lienzo esos senderos interiores que las almas profundas, a veces necesitan exteriorizar para buscar algo de paz en la belleza. Esa Séptima Ruta que seguramente ha debido tomar mas de una vez al cruzar los Andes.

¿Cómo no dar gracias por este hombre preservado durante tantas batallas que fueron su enseñanza media, su colegio secundario, y, por qué no, avergonzarnos un poco y considerar nuestros 13 a 18 años, a la luz de los 13 y 18 años sanmartinianos?

Fue durante esos años que San Martín comenzó a tomar clara conciencia de cuáles eran los valores que iba a defender y los enemigos contra los cuales iba a luchar toda su vida, hasta terminar muriendo en el exilio: este año se cumplieron los 200 años de aquella partida a Europa de un San Martín al que los gobiernos de turno buscaban para juzgar y condenar.

Durante estos años de su formación secundaria irá descubriendo la urdimbre que se iba tejiendo entre el bonapartismo, la casa de los borbones y la influencia creciente de las decisiones que se tomaban en los salones de mercaderes, logistas y banqueros londinenses, y de las que ya formaban parte algunos de nuestra América que buscaban más las conveniencias personales que el bien común..

Mientras experimenta en carne propia, en el campo de batalla de sus años jóvenes, la decadencia de un imperio va recorriendo los senderos interiores en los que gestará lo que debe ser. Vendrá a nuestra tierra a intentar preservar, lo que pueda, de esa España Imperial que ama, y que ve que va siendo conducida a la derrota y al sometimiento de las ideologías que privilegiarán más el hacer y el tener que el ser y el dar.

Hoy vamos aprendiendo que no es bueno que mueran niños en las guerras. Toda formación que logre suscitar las virtudes privilegiando el Bien, la Verdad, la Unidad y la Belleza, esos trascendentales que anidan en el Ser que se nos ha dado, que están allí esperando en el corazón de los jóvenes, nos ayudará a dar pasos hacia horizontes de Justicia y Paz, - en un mundo en guerra – mientras seguimos librando los combates cotidianos contra nuestros egoísmo y mezquindades, caminando al encuentro de la Hermana Muerte.

En esta evocación de quien supo DAR-SE (palabra que une el ser y el dar) permítanme para cerrar unir al Fundador del Regimiento de Granaderos a Caballo los nombres de los Granaderos que supieron también ellos, a su modo, DAR-SE en la recuperación de nuestras Islas Malvinas en 1982: Jorge Eduardo Vega Luján, Carlos Argentino Acuña, Ernesto Raúl Ponce, Aldo Gabriel Apecechea, Miguel Ángel Plaza, Roque Daniel Flores, Domingo Ángel Novaro, Miguel Ángel Piaggio, y a los dos suboficiales que fueron con ellos los cabos 1ros. Rivero y Campoy.

Aplaudamos en ellos a los Veteranos de Malvinas aquí presentes y, como decía el General San Martín “Dios nos dé acierto” y sigamos peregrinando esperanzadas rumbo al bicentenario de nuestra querida ciudad de Azul.  

 Nota: esta evocación no habría sido posible sin consultar la Comunicación del Académico Francisco García Bazán, en la sesión privada de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, del 27 de junio de 2018: “La niñez y adolescencia del General San Martín en Málaga”; el libro del historiador Lic. Sebastián Miranda “José de San Martín inédito” (2023);  los recuerdos y charlas compartidas con mis compañeros del Escuadrón San Lorenzo y Escuadrón Pringles, de los que formé parte en ocasión de mi Servicio Militar Obligatorio (1982/1983); y las charlas entre mate y cigarros, con mis tíos, de feliz memoria, el Subof. My. y Prof.de Historia Gilbert Paris y el Pbro. Miguel Ángel Paris.

 

 

 

 

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Hugo Boggi

Prof. de Filosofía y Cs. de la Educación

ACS - Azul

 

https://educazul.blogspot.com

 

 

viernes, 27 de septiembre de 2019

Sarmiento en Azul


Sarmiento "el surfista"
Notas para el 10 de septiembre de 2019
Sarmiento en la ciudad Cervantina de Raíces Pampas


Los pensamientos de los mortales son indecisos, y sus reflexiones precarias, porque un cuerpo corruptible pesa sobre el alma y esta morada de arcilla oprime a la mente con muchas preocupaciones. Nos cuesta conjeturar lo que hay sobre la tierra…”, se lee en el Libro de la Sabiduría.

A partir de esas limitaciones de nuestra condición humana, he respondido a la invitación que me hicieran los colegas para rememorar la obra del ex Presidente Sarmiento. Sólo la generosidad de quienes me han invitado y la paciencia de uds. hace posible que hoy los invite a viajar con la imaginación a otros tiempos y lugares y, quizás desde aquellos comprender en algo los nuestros.

Es esta una invitación a peregrinar al interior de sus corazones; a que se animen a hacerlo descalzos, sin nada para comer ni beber, sin abrigos – aunque puedan sentir escalofríos -, sin gorros o protectores solares, aunque puedan sentir en algún momento que el sol pega en la piel. A que se animen a estar un tiempo desconectados de los dispositivos tecnológicos que nos dis-traen, nos traen o llevan a lugares distintos al que nos proponen la grandeza y la debilidad de nuestro lenguaje. A ejercitarse por unos minutos en el arte de la escucha. Escuchar es una de las tareas más cotidianas y difíciles de nuestro ser docente. Que la única pantalla que les a-traiga sea la que se enciende con la sístole y la diástole de sus corazones.

Es también una invitación a recrear los sonidos de la naturaleza: el canto de un pájaro, un perro que ladra, el agua que corre por un arroyuelo, los aromas de las flores de un jardín de una casa, o de una mazamorra que se está cocinando, las texturas de los  guijarros sobre las plantas de tus pies, el polvo del camino, el trote de un caballo, o el ir y venir de un telar que teje el poncho que te abraza.

Aceptar la invitación sólo para salir al encuentro de la palabra – no como mero instrumento comunicacional, o como está de moda en estos tiempos como ejercicio del poder – sino como aquello mejor que hay en vos: la palabra de tu Maestro Interior que sale de tu boca para dar cuenta de la abundancia de tu corazón. Por esto quizás lo más importante será qué pase después de éstas palabras. Las decisiones que tomes al finalizar este encuentro; las palabras que elijas vos para salir al encuentro de las palabras, que vas a escuchar. Éstas que he elegido no harán más que evocar para convocarte a que abraces con alegría tu vocación docente.

Es la Palabra la que nos permite, estar aquí y a la vez salir a recorrer nuevos senderos. Vámonos de Azul; dejá todo lo que tengas en la mano, ponete en modo manos libres; abrí los ojos de tu imaginación;  y cruzá la provincia de Buenos Aires, dejá atrás este tiempo de preocupaciones, atravesá San Luis, mientras ves las nubes que le acarician la espalda a los cerros Comechingones, y llegá a la precordillera en un amanecer de 1562. Elegí un cerro para vos sola y sentate en el suelo. Mirá para allá; es una caravana, es don Juan Jofré que viene a fundar San Juan de la Frontera. Ven y verás el maravilloso espectáculo de fundar una ciudad. Quizás se despierten en vos los sueños dormidos de fundar tiempos nuevos. Entonces, como le dice Don Quijote a Sancho: “Encomiéndate a tu Dios…que él hará lo que más te convenga; pero no apoques tu ánimo tanto que te vengas a contentar con menos que con ser un Adelantado” (Cap VII)


Quédate ahí todo el tiempo que quieras; déjate abrazar por la noche. Duerme bajo las estrellas y despierta a comienzos del siglo XIX: verás viñedos, huertas, algo de ganadería, y una incipiente minería como la producción de la zona. 
Es 1810. En Buenos Aires, algo está pasando. En San Juan son los conventos de La Merced, Santo Domingo y San Francisco, los únicos lugares donde hay algo parecido a una educación escolarizada. Serán los hermanos porteños Roque, José e Ignacio Rodríguez los que fundarán por esos tiempos una escuela particular que llamaron Escuela de La Patria. “Si estas páginas llegan a manos de don Ignacio y de don Roque Rodríguez, que reciban este débil homenaje que creo debido a los servicios eminentes hechos por ellos, en asocio de su finado hermano José, a la cultura y moralidad de un pueblo entero” dirá de ellos Sarmiento en su Facundo (Pag.83). Las primeras palabras que elijo de Sarmiento son las que escribió para recordar a sus primeros maestros.

Unos tres mil habitantes viven en el lugar. Conviven algunos clérigos y algunas familias principales, en términos de la época, ilustrados, y la mayoría de la población empobrecida: “…de poncho y descalza, viviendo en miserables ranchos de las afueras y en tareas de las más rústicas…”, describe uno de los historiadores; uno de esos historiadores de los que dice Don Quijote: “…debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y no nada apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rencor ni la afición les hagan torcer del camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir” (Cap IX)

En ese San Juan, las familias se conocen en general todas entre sí. No hay muchos apellidos diversos; de un mismo apellido están los parientes ricos y los parientes pobres. Los Quiroga; los Mallea; los Oro; Sarmiento; Albornoz; Albarracín; Balmaceda y tantos otros. No es raro que estas familias se entrelacen fundando así apellidos compuestos Quiroga Zapata, Quiroga Mallea, Quiroga Sarmiento.

Mientras unos Quiroga Sarmiento pertenecen a la clase ilustrada, otros son de condición más pobre. Éstos, en su mayoría descienden del capitán Jacinto de Quiroga y Mallea, que se casó con Micaela Sarmiento de la Vega y Lemos. De esa línea nació en 1779 José Clemente Quiroga Sarmiento, que sólo usará el apellido de Sarmiento, quien se casó  (el 21 de noviembre de 1801) con Paula Albarracín, tan pobre como él, y van a vivir a una casa de adobe en las afueras en el barrio del Carrascal. Padres de varios hijos. Los primeros: Paula, Rosario, Bienvenida, (parece que don José le dijo a doña Paula, vamos a buscar el varoncito) y nació Faustino Valentín (quien se hará llamar después Domingo Faustino), le siguieron Manuel Fernando, Procesa, Juan Crisóstomo y otros. Varios mueren muy pequeños. Por su parte, los Albarracín descienden de los Al Ben Racin o Ab El Razin, de origen berberisco, de sangre africana semita sefardita, más sencillamente árabes marroquíes. También los había ricos y pobres. Así por ejemplo Fray Justo Santamaría de Oro, era en realidad Oro Albarracín.

De su familia escribirá en Recuerdos de Provincia don Domingo: “La familia de los Sarmiento tiene en San Juan una no disputada reputación que han heredado de padres a hijos, dirélo con mucha mortificación mía, (fama) de embusteros. Nadie les ha negado esta cualidad y yo les he visto dar tan relevantes pruebas de esta innata y adorable disposición, que no me queda duda de que es alguna cualidad de familia”. Con el tiempo agregará en una carta a Rómulo García: “Si miento, lo hago como don de familia, con la naturalidad y la sencillez de la verdad” De éste recuerdo se tomarán muchos historiadores para decir: a confesión de partes, relevo de pruebas, si ud. dice que los Sarmiento son embusteros, y ud. es Sarmiento, a no otra conclusión llegamos que ud. es un embustero. Para todo lo que se escribe siempre cabe la sentencia de Pilato: lo escrito, escrito está.

¿Qué día nació don Domingo Faustino Valentín? El 15 de febrero de 1811 y vivirá hasta el 11 de septiembre de 1888, fecha en que lo abraza la hermana muerte en Asunción del Paraguay.
¿Qué pasó entre esas dos fechas? El mundo cambió; vaya novedad; el mundo cambia todos los días; lo que queremos enfatizar es que en el s. XIX el cambio comenzó a acelerarse y expandirse de forma tal que esa aceleración y expansión fue la antesala del vértigo del siglo XX. Y ciertos dirigentes comenzaron a tomar conciencia que, si bien no hay nada nuevo bajo el sol; las viejas novedades, si se aceleran, encandilan a muchos, y los muchos encandilados, siguen la corriente; basta encontrar líderes que se pongan al frente de los nuevos órdenes, que en general de nuevo tienen poco. La organización del mundo ya no será al fin de siglo, lo que es al comenzar el s. XIX.
Así en Inglaterra, Benjamin Disraeli, el inglés imperialista, el Gran Mago, en palabras de Hannah Arendt, en Los orígenes del totalitarismo, aquel primer ministro, que logró la amistad de la reina y la admiración de la sociedad de su tiempo, comenzaba junto con otros a organizar desde Londres un mundo distinto. En Francia, los Derechos del Hombre comenzaban a entrar en tensión con los derechos del ciudadano, y el racismo y antisemitismo iba camino a alcanzar su cota máxima. 1859 se construía el Canal de Suez; crecen los ferrocarriles, se expande la luz eléctrica, cambian las formas de comunicarse, de transportarse, crece el mercado armamentista, la banca se internacionaliza, diamantes, petróleo, opio, serán palabras que cada vez más se usarán en economía; Julio Verne comienza la conquista de la luna y el mundo submarino, etc. etc. En Europa, la peste del modernismo gana las dirigencias, los estados nación entran en crisis y usan las políticas expansionistas y colonialistas como recurso para mitigar sus crisis internas, mientras los Estados Unidos del norte de América dirimen sus diferencias en la guerra de Secesión, en cuatro años. Nosotros aquí en el sur dirimíamos diferencias en entreveros de unitarios y federales, con guerras que se prolongarán casi 60 años, dejando heridas que hasta hoy cada tanto alguien se encarga de abrir.

Y saben qué: Sarmiento es un gran lector y un viajero de su tiempo. Lee los diarios, lee todo lo que llega a sus manos; tiene el vicio de la curiosidad; se entera, y está apurado, vive como quien huye de un lugar a otro. ¿De qué huye Sarmiento? ¿Qué lo apura? lo apura un siglo que corre hacia la primera guerra mundial y, - aunque él no lo ve, a mi juicio -, quiere imitar algo de lo que va conociendo en sus lecturas, en sus viajes, algo de lo que se entera, por los puestos que ocupa en el extranjero, lo que le comentan en las sesiones de las logias de las que participa, en las reuniones de los salones donde políticos y clase dirigente dirime el poder. Es como que dice: “esto parece bueno, lo haré en Argentina”. Copia y pega, diríamos hoy. 

Con sus obras, al menos hasta donde las conozco, expresa algo que se ha hecho aún más común en nuestra época: Sarmiento lleva a la máxima expresión lo que solemos hacer hoy cuando viajamos. Vamos por unos días a un lugar, volvemos a la Argentina obnubilados por todo lo “bueno” que se ve en el lugar que visitamos y le contamos a todos cómo es la economía en ese país, cómo es la política, cómo es la educación, cómo es el tránsito, la gastronomía, el arte: ¿pero fuimos 15 días, un mes? ¿Ya está? ¿Ya conociste Francia?
Tengo para mí que Sarmiento es en alguna medida así. ¿Qué es ser así? Es ser algo así como un Surfista de la cultura. El surfista va sobre las olas; las profundidades no le pertenecen. Al leer las obras de Sarmiento, al menos las que he leído, y los fragmentos a los que he accedido, me dan esa impresión. Sus Obras Completas publicadas por su nieto Augusto Belín Sarmiento son 52 volúmenes en la primera edición; debo ser sincero no las leí completas.
¿Qué quiero significar con la imagen de que es un surfista de su tiempo? Que anda haciendo equilibrios en la cima de las olas de su tiempo hasta llegar a la playa; a veces deslumbra con sus piruetas; a veces pierde el equilibrio; otras veces las olas lo tiran o lo sumergen y él vuelve a su tabla, erguido, altivo, y señalándose a sí mismo con el dedo en su pecho, abre sus brazos y parece gritarnos desde la cresta de una ola: “¡he aquí estoy, soy yo, Sarmiento!”. Él mismo en la Introducción a “Mi defensa”, en 1843, escribe: “…Desde la temprana edad de 15 años he sido el jefe de mi familia…todo me ha estado subordinado, y esta dislocación de las relaciones naturales, ha ejercido una influencia fatal en mi carácter…jamás he reconocido otra autoridad que la mía...”  
(Cabe aquí una pregunta, tal vez ¿Cómo es la relación de nosotros los argentinos con la autoridad?)
Él allí en la cresta de las olas. Y en las playas siempre hay un grupo que lo aplaude, otros lo miran, otros lo insultan por su arrogancia, otros se ríen y hasta se burlan de él; hay pescadores que se suben a sus barcas y salen a pescar, a trabajar, mientras los surfistas compiten. Y hay muchos más en las playas que se preguntan y ése quien es, y otros tantos - ¿los mas hoy en día?, me pregunto - siguen haciendo playa, ni se percatan que Sarmiento y otros surfistas pasan por sus vidas. Sarmiento tiene eso. En alguna medida pasa por la vida de todos nosotros, lo queramos o no. Entre las cosas que no podemos elegir los argentinos es no conocer a Sarmiento. Basta un año de escolarización para que Sarmiento entre en nuestras vidas.

A veces al releer el Martín Fierro, pienso que Hernández pensaba en Sarmiento al escribir:
Hay hombres que de su cencia
Tienen la cabeza llena
Hay sabios de todas menas
Más digo sin ser muy ducho
Que mejor que aprender mucho
Es aprender cosas buenas.

¿Y en la playa dónde estoy yo? De todos los que están en la playa me sigo contando entre los que, de tanto en tanto, se admiran por las olas de la historia, y los que surfean sobre ellas, soy de los que se suben a la barca, sale a pescar, y en el mar le hago preguntas al Maestro Interior. Si hasta acá no se cansaron comparto con uds. algunas de esas preguntas que me he hecho. ¿Seguimos?

Intentaré seguir otro consejo Cervantino, trataré de ser breve en mis razonamientos, que ninguno hay gustoso si es largo.

¿Sarmiento es filósofo? ¿Hizo filosofía? No. No lo es. No hizo filosofía. Claro que si se escribe una historia de la filosofía no se lo puede obviar; porque si ud. lo hace no se la publica nadie. Por lo menos debe exponerse que en Facundo, un libro escrito con fines eminentemente políticos, se sirve del recurso – siempre simplista y reduccionista a mi modo de ver – de la dialéctica binaria. Que en tesis de don Domingo se expresa en el subtítulo “Civilización y Barbarie” y que, según revela Alberdi en sus escritos póstumos “esa expresión se la contaron en Chile a Sarmiento, a quien le gustó tanto que la utilizó para subtitular su biografía de Facundo”. ¿Aceptamos el juicio de Alberdi con quien Sarmiento mantuvo arduas polémicas? Yo si; uds. sabrán que hacer. Así es que, cuando me llego a leer algo de sus obras, no busco profundidades filosóficas. Leonardo Castellani, él sì filósofo, afirma que encuentra en Sarmiento un racionalismo incompleto, en un “luchador genial y un gran hombre de mando”. De forma atrevida, me animo a coincidir con lo primero, no con lo segundo: quien no sabe obedecer, no sabe mandar, o manda mal.

¿Cuál fue la formación de Sarmiento, qué estudió? El papá de Sarmiento, don José Clemente, fue granadero por un tiempo, se incorporó al Ejército de los Andes; y Domingo concurrió durante ese período a la Escuela de La Patria, que estaba a poca distancia de su casa. En Recuerdos de Provincia nos dice que no faltó ningún día a la escuela a la vez que más adelante afirma que “…al fin me hostigó la escuela…mi moralidad de estudiante debió resentirse de esta eterna vida de escuela…la plana (lo que hoy llamamos la libreta o el boletín de calificaciones) era abominablemente mala, tenía notas de policía, había llegado tarde, me escabullía sin licencia (sin permiso) y otras diabluras con las que me quitaba el aburrimiento…” (Recuerdos de Pcia. Capítulo Mi Educación). Con lo cual los que se dedican a alabar a Sarmiento, se apoyan en la primera cita; los que se dedican a denostarlo en la segunda. A mi me remite otra vez a Cervantes: “…mas fuerza tiene el tiempo para deshacer y mudar las cosas, que los humanos voluntades…”. Perdió una beca por sorteo, para estudios superiores, y a los 14 años trabaja tres meses con un ingeniero francés Victor Barreau (hacer planos, dibujo técnico, sacar cálculos);  luego se va con el cura José de Oro, a San Francisco del Monte, en San Luis, un tío, donde estudia un año (latín, gramática) y nos dice: “ salí de sus manos con la razón formada…valentón como él, insolente contra los mandatarios absolutos, caballeresco y vanidoso, honrado como un ángel, con nociones sobre muchas cosas…”. ¿Otra argentinada? diríamos hoy. ¡En un año todo eso! ¡Y con 15 años! Como nosotros cuando hicimos el primer curso de Word y Power Point, y vinimos a dar clases con un amplio dominio de las TIC.

Me detengo en ésta última expresión: “nociones sobre muchas cosas”. Porque esa característica que Sarmiento refiere a sí mismo, se traslada casi al pie de la letra a la escolarización argentina desde sus orígenes y hasta hoy. Salimos con nociones sobre muchas cosas; no más que eso; nociones. Sumergirnos en la profundidad del saber, subirnos a las alturas del saber para atrevernos a las nieves eternas de las cumbres, requiere de un esfuerzo que las comunidades pocas veces quieren hacer. Las comunidades que lo hacen bien logran que lleguen a esos lugares, en general, los más humildes. Y hasta ahora hemos demostrado ser incapaces de lograr comunidades en las que nos esforcemos mucho, comunidades que ayuden a que, los más humildes y mejores, lleguen a ser dirigentes de las principales instituciones de la Nación.

(¿Cómo vamos hasta acá? ¿Siguen sentadas en el cerro mirando lo que pasa allí en San Juan de la frontera? ¿O ya se consiguieron un dron para seguir a Sarmiento en todos sus movimientos?)

Sigamos con su formación. En 1826, vuelve a San Juan, trabaja de empleado de comercio; ya ha adquirido dos hábitos que lo acompañaran toda la vida: lee; lee todo lo que llega a su alcance; y escribe. Escribe como quien extrae las palabras directamente de sus latidos, casi sin pasar por su mente, y las entrelaza rápidamente, con apuro, sobre los papeles que tiene a su alcance. La escritura, junto con la retórica parlamentaria, son en él armas políticas con las que no le interesará a quien acaricia, hiere o mata. Esto se lo agradecemos porque nos permite conocer algo de su pensamiento. Escribe en una carta a su amigo el tucumano José Posse, en 1845: “…me curo poco de la opinión de los demás…”.
1829 militar unitario, derrotado, y con 20 años de edad se va a Chile, de donde regresa a los 25 años con una hija, Ana Faustina, que tuvo con una alumna suya en Chile; hija que deja al cuidado de doña Paula. Mientras en Buenos Aires se funda el Salón Literario de Marcos Sastre, en San Juan se funda como una subsidiaria de aquella de Bs.As. y en la que Sarmiento entra en contacto con los libros que llegan de Europa, las noticias de los periódicos y pregunta todo con curiosidad en las reuniones en las que participa. ¿Se está autoformando o sólo informando? Me queda tema para seguir estudiando.
1838 le envía “Mis memorias al Zonda” (le escribe al viento Zonda) a Juan B. Alberdi y con la llegada a San Juan del Dr. Manuel Quiroga Rosas (pariente suyo) se beneficia con la biblioteca de éste y comienza a leer a los literatos franceses y otras obras que llegan de Europa, Víctor Hugo, Lamartine, A. Dumas, etc.
Y hasta ahí su formación; de ahí en más todo será autoformación o información ¿o deformación?, asistemática, sin método, guiado más por la curiosidad que por un espíritu científico o universitario; tampoco refiere a grandes maestros que haya seguido ya de adulto.

¿Cuál fue su obra en educación?
En 1838, decide fundar el Colegio de Pensionistas de Santa Rosa, para señoritas, al que concurren 8 alumnas. Funda el periódico El Zonda, - con un subsidio de la gobernación – que vendía 25 diarios por día. Es decir no lo leían ni los parientes. Duró desde el 20 de julio al 12 de agosto de 1839. Era difícil vender un periódico unitario, donde la mayoría de las familias donde se leía eran federales. Lo refundará cuando sea gobernador de San Juan. Época de varios noviazgos; pasa bastante tiempo en tertulias donde habla de política, conspira, y habla mal de los federales.
A fines de 1840 lo detienen. En Recuerdos de Provincia dirá que 6 alumnas lo visitan en el calabozo y “…a la luz de una vela recitarán su lección de geografía, francés, aritmética y gramática y mostraban los ensayos de dibujos…”. Sarmiento narra que será torturado, la hija del entonces gobernador Benavidez escribió que “Sarmiento se refugió en casa del gobernador y se escondió debajo de una cama huyendo del pueblo que lo perseguía”. Otra vez las versiones encontradas de la historia. Cuando sale se va a Chile. El mismo Sarmiento en sus memorias dirá después: “Llegué a Santiago salvado por el general Benavidez mismo…

Una vez en Chile consiguió, por amistad con el conservador Mont, ser nombrado director de la Escuela de Preceptores que se fundó en 1842, pero la experiencia resultó un fracaso. Así lo confiesa él mismo en una nota que publicó en El Mercurio en 1844 (que no cito porque es muy extensa) y el 15 de agosto de 1852 escribirá en El Monitor de la Educación acerca de aquella experiencia: “De 30 jóvenes que era la dotación que admitía la escuela, 28 fueron expulsados, malográndose en dos años el dinero, el tiempo y las fatigas que había costado darles instrucción”. Mitre dirá más adelante que esa escuela solo dio 3 maestros en varios años.

En Chile escribe La conciencia de un niño; Vida de Jesucristo, para uso de las escuelas; Método de lectura gradual; y Educación Popular. Además de innumerables artículos periodísticos. Consigue que el gobierno chileno, imprima sus libros para uso en las escuelas. Algunos serán traducidos al francés y, según su propio testimonio, son aceptados en Francia para las escuelas de Paris. En 1850 escribirá en Recuerdos de Provincia: “Todas las traducciones que he hecho tienen por objeto dotar a la instrucción primaria de tratados útiles; descollando entre ellos los que contienen un espíritu eminentemente moral y religioso…a los niños sólo debe enseñárseles aquello que eleva el corazón, contiene las pasiones y los prepara a entrar en sociedad. Pertenece a esta clase de libros La conciencia de un niño, libro precioso de moral y de religión para despertar en el corazón de los niños las primeras nociones del conocimiento de Dios y de los deberes del hombre; y la Vida de Jesucristo que es una sencilla a la par que luminosa exposición de la doctrina del Evangelio”.

En su Método de lectura gradual, 1845, se pregunta: “¿Cuántas cosas tiene que aprender un niño…? …debe saber leer perfectamente y escribir bien, debe saber contar, debe saber geografía, gramática, ortografía, dibujo, historia antigua, romana y de su propio país…debe saber rezar para encomendarse a Dios y la doctrina cristiana para saber ser cristiano católico y conocer y profesar la religión de Jesucristo…debe saber la historia sagrada…Todo esto podrá aprenderlo en las escuelas públicas donde se enseña de balde (gratis) a los niños pobres…
1845 partirá en gira a Europa por encargo del gobierno de Chile, con el tiempo también visitará, gran parte de Europa, Canadá y EEUU, entre las intenciones principales de sus viajes está la de conocer sus sistemas educativos.
1846 visita a San Martín en Grand Bourg.
1848 se casa con Benita Martínez Pastoriza, quien de su primer matrimonio había dado a luz a Dominguito, a quien Sarmiento adopta. Ese mismo año se casa su hija Faustina; muere su padre y su madre se va a Chile.
1849 Rosas pide a Chile su extradición; lo que no logrará y Sarmiento regresará en 1851 para unirse al Ejército Grande, la fuerza internacional que comandada por Urquiza derrotará a Rosas en Caseros. Esta fuerza internacional ya es un anuncio de los tiempos que se vienen en las relaciones internacionales.

Llegados a 1856, Sarmiento tiene 45 años, y casi 4 años en total de antigüedad docente: el mayor tiempo casi dos años como director del Normal de Chile. El resto de su vida no dará más clases, ni dirigirá ninguna escuela; se dedicará a tiempo pleno a la política. Sólo algunas clases o charlas por invitación en alguna institución.
¿Por qué es importante el año 1856 en la vida de Sarmiento y de la Argentina?
El 9 de marzo de 1856 es considerada la fecha de la fundación oficial de la masonería en la República Argentina con la apertura de la logia “Unión del Plata”; dependiente de la logia de Uruguay; ésta a su vez dependiente de la gran logia de Brasil y ésta desde 1821, dependiente de la de Inglaterra (Diccionario enciclopédico de la masonería argentina de 1947; tomo III pag. 347). Entre los primeros 14 masones argentinos inscriptos figura Sarmiento. Se había iniciado en la logia Unión Fraternal de Chile. Y a partir de ese año Sarmiento no dejará de ocupar cargos políticos, a los que le abrirán las puertas sus hermanos masones. El cargo supremo de la masonería argentina lo ocupará desde 1882 hasta 1886. Otra vez en la cresta de la ola.

¿Qué cargos políticos ocupó relacionados con la educación?
Primero fue Jefe del Departamento de Escuelas de Buenos Aires desde 1856 a 1859; cargo que compartirá con una senaduría desde 1857. Según el Registro Provincial de la época en 1856 había 90 escuelas de las cuales 30 eran estatales; hacia 1860 se contabilizan 115: a las 90 se han sumado las de la Municipalidad, las de la sociedad de beneficencia, y las creadas por particulares y religiosos. Durante su gestión se proyecta la construcción de 17 escuelas, pero la legislatura no le votó el presupuesto; no se pudieron hacer. En carta del 8 de junio de 1866 se sincera, con María Mann, esposa de su amigo el educador norteamericano Horacio Mann: “En Buenos Aires sólo logré fundar dos escuelas”. (Horacio Mann será quien le consiga un Doctorado Honoris Causa en EEUU) En realidad, se habían hecho por suscripción vecinal. Una se inauguró en 1858, para la que se destinó una casa que pertenecía a Rosas en el Barrio de la Parroquia de San Ignacio; y otra se inauguró el 18 de Julio de 1860, y la financiaron principalmente Felipe Lavallol y Juan Anchorena (Corresponde a la actual José Manuel Estrada de Reconquista 461). Esto surge de las Obras Completas editadas).
1861 muere su mamá y al año siguiente es elegido gobernador de San Juan, se separa de su esposa y en 1863 ejecuta al Chacho Peñaloza. Se interesa por la educación en su provincia, pero es muy criticado, entre otras cosas por sus métodos represivos. En 1864 renuncia a la gobernación y es designado ministro plenipotenciario. En 1866 pierde a su hijo en la guerra contra el Paraguay,- mientras él estaba en EEUU - y publica una Vida de Lincoln. Desde EEUU, donde lo han nombrado embajador, propone fundar en San Juan un centro educacional norteamericano; lo mismo hará en 1868 con relación a una colonia en el actual Chaco. Le escribe al respecto a María Mann el 1 de abril de ese año: “Con emigrados de California se está formando en el Chaco una colonia norteamericana que puede ser el origen de un territorio y un día de un estado yanqui con idioma y todo(Carta que cita Galvez en su biografía de Sarmiento). De su estadía en EEUU surgirá la posibilidad de traer maestras norteamericanas a nuestro país.
1868 es electo Presidente, y tiene el acierto de designar a don Nicolás Avellaneda en el ministerio de educación, que es a quien se debe realmente la obra educativa de la presidencia de Sarmiento. 1870, Escuela Normal de Paraná; la Ley de Subvenciones de 1871 que destinó al presupuesto de educación las herencias sin sucesiones y un octavo de las tierras públicas; primera exposición de artes y productos nacionales, se comenzó con la apertura de los colegios nacionales, se organizaron los institutos de formación militar (Esc. Naval y Colegio Militar). En general todas estas obras eran pasos posteriores y similares a los que se habían dado en los estados nación europeos, - que él había visitado - en vistas a ese nuevo orden mundial que se estaba dando. Lo mismo que los censos, las obras de infraestructura ferroviaria, etc.
1875 Director General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, y a la vez senador electo por la Pcia. de San Juan.
Una muestra del carácter de Sarmiento quizás sea lo que sucedió en el año 1879: el Pte. Avellaneda lo nombra Ministro del Interior y Jefe de Gabinete: dura un mes. Se pelea con casi todos los ministros.
El último cargo en educación lo ocupará en 1881 cuando es designado por Julio A. Roca, superintendente de Escuelas del Consejo Nacional de Educación y participará activamente al año siguiente en el Ier Congreso Nacional de Educación del que surgirá la ley 1420. Durará muy poco en el cargo, parece que en la primera reunión ya les dijo a los vocales del Consejo que no hacían  falta tantos, que él se bastaba solo. El historiador Gálvez - junto con De Paoli ha sido una de nuestras fuentes, entre otras - cuenta que el primer saludo fue: “Tengo el honor de no conocerlos como educacionistas” estaban allí Miguel Navarro Viola, Carlos Guido y Spano; Adolfo Van Gelderen y otros. Y agrega Gálvez que dijo: “¿cómo voy a gobernar el consejo de educación con un burro como Guido Spano?”.
Sarmiento, que al decir de Castellani, “…por momentos fue un iluso pero nunca fue un tonto ni un perverso…”, había escrito de si mismo en “Mi Defensa”: “…todos los días irrito susceptibilidades y crío deseos de encontrar en mi conducta acciones que me denigren…seré como soy y nada más…” Y denota en sus escritos haber sido un apasionado, irritable e irritador. Es innegable la pasión que se desprende de las obras de Sarmiento respecto a la enseñanza elemental; pero él mismo se lamenta ya en 1868: “Yo he escrito muchos libros de educación y a esos libros le ha cabido la gloria de que nadie los haya leído”. Tengo para mí que esos libros en gran medida no han perdido la gloria que le atribuye don Domingo.

¿Cómo fue el final de su vida?
El final de su vida me apena, pues el testimonio del cura que acudió al llamado de los dos ordenanzas de Sarmiento a las 10 de las noche del 11 de septiembre de 1888, el lazarista Antonio Scarella, narra que llegado al lugar lo tuvieron esperando unos veinte minutos en la antesala de su habitación, y luego apareció el médico gritando: ¡Ya ha muerto el enfermo! Y no le permitieron ni siquiera una oración o bendición: “Caramba, dije yo, narra el cura en carta del 21 de agosto de 1938, hacerme esperar tanto tiempo y salirme ahora con que ha muerto el enfermo. Es evidente que han querido dificultar mi acción. Felizmente que Dios es grande y sabrá valorar el impedimento material que han puesto a mi caritativo ministerio…me despedí y me vine como me había ido, con la convicción de que había sido el mismo Sarmiento quien me mandó buscar o cuando menos algunos de sus allegados íntimos.”

Quizás alguna de uds. estén sentadas todavía en el cerro viendo llegar la caravana fundadora de San Juan de la Frontera. Así que es hora de ir dándole un tajo a éste tasajo, y dejar en el gancho algo para que el que quiera, se asome a la vida de Sarmiento, y siga haciéndose preguntas en la búsqueda de la verdad histórica; porque ésta existe y se deja encontrar.

No quiero huir a la responsabilidad de posicionarme ante la obra de Sarmiento. Hasta donde la conozco – y permítanme la humorada – mi juicio no es positivo. Pero seguiré estudiando porque considero con el Quijote “…que el tiempo, descubridor de todas las cosas, no se deja ninguna que no la saque a la luz del sol, aunque esté escondida en el seno de la tierra…(Cap XXV) y …que para sacar una verdad en limpio, menester son muchas pruebas y repruebas…(Cap XXVI)

Si se despertaron en uds. algunas preguntas, será eso lo más importante de este encuentro. Comparto algunas que nacieron mientras preparé esta evocación, otras seguirán naciendo, para seguir aprendiendo: ¿en tanto educador que hay en mí de Sarmiento? ¿Surfeo como él? ¿Me la paso viajando entre nociones o me animo a las alturas y profundidades del saber? ¿Basta con seguir las olas del tiempo que me toca vivir para educar bien? ¿Cómo resuelvo las tensiones y polémicas que surgen en mi accionar cotidiano, profundizando las diferencias como en épocas de Sarmiento o buscando estilos nuevos? ¿Cómo es la relación entre mis pasiones y el saber? ¿Es Sarmiento uno de los iniciadores de la política como profesión, más que como arte, esa característica que hace que el que se inicie en la función pública continúe ocupando cargo tras cargo, de los más variados, en distintos organismos públicos?  
No me he centrado en la exposición en los aspectos más polémicos de la obra de Sarmiento, pues bastantes polémicas tenemos en el presente como para revivir las del pasado. Sepamos que allí están. Las polémicas sólo se disipan a la luz de la Verdad.

Así que pues, en Azul, Ciudad Cervantina de Raíces Pampas, ha llegado la hora de volver a mirar la Cruz del Sur, y si bien ya no parado sobre el lomo de un flete, paro las orejas como Sancho, y vuelvo a escuchar a Don Quijote que sigue diciendo en el idioma más completo para proclamar la Verdad, la Belleza y la Bondad en este nuevo mundo: “….Encomendadlo a Dios, Sancho, que todo se hará bien y quizás mejor de lo que vos pensáis; que no se mueve la hoja en el árbol sin la voluntad de Dios… (2da Parte Cap III) …para componer historias y libros de cualquier suerte que sean, es menester un gran juicio y un maduro entendimiento. Decir gracias y escribir donaires es de grandes ingenios…La historia es como cosa sagrada porque ha de ser verdadera, y donde está la Verdad está Dios en cuanto a Verdad; pero no obstante esto, hay algunos que así componen y arrojan libros de si como si fuesen buñuelos…”

Sólo la misericordia y paciencia de uds. harán que estas palabras no sean un buñuelo más; por lo que sólo me resta decirles y desearles: ¡GRACIAS!

domingo, 18 de septiembre de 2016

Cuatro Panes Sanmartinianos

-         17 DE AGOSTO DE 2016 –
-         AÑO DEL BICENTENARIO –

En 1815 el entonces Gobernador José Francisco San Martín y Matorras reclama en un bando a la Población de Cuyo: “Basta de ser egoístas. A la idea de Bien Común todo debe sacrificarse…”- El Pueblo de Cuyo lo entendió. Se abrieron los corazones de los cuyanos de buena voluntad, brotaron de ellos obras de generosidad y entrega, y se encendió en cada hogar un fuego de tiempo nuevo para la Patria Grande. La grandeza de los débiles se impuso a la pequeñez y egoísmos de los fuertes, que desde los más altos cargos del naciente Estado, o desde donde pugnaban por intereses particulares y sectoriales, no se cansaron de ponerle palos en la rueda a la obra de parir pueblos soberanos.
Si lo repetimos hoy ¿lo entenderemos?  “Basta de ser egoístas. A la idea de Bien Común todo debe sacrificarse…”.Es mi intención al recordar – volver a pasar por el corazón -  y honrar al Gral. Don José Francisco San Martín y Matorras abrir senderos de reflexión para encontrar alguna respuesta a la pregunta: ¿cuáles son mis egoísmos, nuestros egoísmos como azuleños, a los que debemos decir basta?
Agradezco la inmerecida invitación que me han cursado para honrar la persona de San Martín, en el Año del Bicentenario de nuestra primera declaración de Independencia y sepan que sólo acepté la invitación porque consideré este acto como un deber de Granadero. Haber pertenecido, en ocasión de mi servicio militar obligatorio, al Escuadrón San Lorenzo del histórico Regimiento de Granaderos a Caballo, y haber integrado voluntariamente el Escuadrón Pringles que se formó para participar en la recuperación de la soberanía de nuestras Islas Malvinas en el año 1982, son parte de las experiencias vitales que hacen que, la persona de José Francisco San Martín y Matorras, se haya constituído en uno de los arquetipos de la argentinidad, a los que siempre vuelvo.
Por ello, con el permiso de ustedes, he de dedicar muy especialmente estas palabras en primer lugar a los Granaderos del Escuadrón Pringles que pisaron la turba malvinera y que son: Jorge Eduardo Vega Luján, Carlos Argentino Acuña, Ernesto Raúl Ponce, Aldo Gabriel Apecechea, Miguel Ángel Plaza, Roque Daniel Flores, Domingo Ángel Novaro, Miguel Ángel Piaggio, y a los dos suboficiales que fueron con ellos los cabos 1ros. Rivero y Campoy.

Y en segundo lugar a todos los azuleños que han vestido el uniforme del histórico Regimiento de Granaderos a Caballo, y lo han honrado.

No es fácil, al menos para mi, evocar la persona de José Francisco San Martin y Matorras, sin que la vergüenza me abrace el corazón; puede que ya no se refleje en mi rostro; pero, a Dios gracias no la he perdido, y al cruzar nuestra querida Plaza y levantar los ojos al monumento ecuestre parecen resonar en mis oídos aquellas palabras del bando: “Basta de ser egoístas. A la idea de Bien Común todo debe sacrificarse…”. Ojalá puedan ustedes también vivir esa experiencia; y algún día al terminar de cruzar la Plaza hacia el sur eso los lleve a arrodillarse ante el único que se arrodilló San Martín, implorar su misericordia, y así volver esperanzados a cruzar la Plaza, con la mirada puesta en horizontes nuevos.

Con esto quiero significar que esas palabras del Bando no surgen en San Martín como pueden surgir hoy las palabras improvisadas o las que son pronunciadas por conveniencia o sugeridas porasesores de imágenes; esas palabras del Bando que, - también hoy nos interpelan- , se gestan en el silencio y  la contemplación del Bien. Invito aconsiderar también a los destinatarios de aquel bando: ciertamente que,  a quien llegaba un bando en aquellas épocas era a los dirigentes, a las familias que sabían leer y escribir; a los instruidos, quienes seguramente las replicarían entre los esclavos, y se leería el bando en las plazas; etc. pero, principalmente el Bando está dirigido a las familias de mayor responsabilidad;  San Martín tenía bien claro a quien le estaba pidiendo el esfuerzo y a quien consideraba egoístas al decir “Basta de ser egoístas….”. Y aún mas: me atrevo a considerar, que incluso pensaba en sí mismo, y en las tantas veces que había estado tentado a dejar toda obra por el Bien Común a raíz de susproblemas de salud. No lo sé con certeza; pero de su correspondencia surge que sabía reconocer sus propios errores y miserias.
También hoy algunos argentinos somos interpelados primariamente por ese bando. ¿Responderemos los azuleños con la generosidad del Pueblo Cuyano?

Con ustedes voy aponer sobre la mesa cuatro aspectos de San Martín, que pueden ayudarnos para que ,mediante el diálogo, nos animemos a identificar esos egoísmos a los que debemos decir basta, tanto en el orden personal como comunitario y; desde ese reconocimiento de nuestras flaquezas, ser capaces de obrar en orden al bien común.

Son cuatro ideas, compartidas a las tres de la tarde, hora – si la hay - significativa para morir a nuestros egoísmos, que son ideas que van a requerir el ejercicio de pensar en la noche, a la intemperie. Esa intemperie, tanto material como existencial, que padecen tantos hermanos nuestros. Porque cada una de estas ideases una invitación a mirar la Cruz del Sur, esa llave que abre la Puerta de la Verdad que nos hace libres; la misma que contemplaba San Martín cada noche mientras habitó estas tierras y la que añoró cada noche estando lejos de ella, y que es la misma que contemplaban los primeros pobladores de estas tierras, y que dejaron plasmadas en sus hilados.


1.-Así, en principio les propongo mirar al cielo en la noche y  que la luz de la estrella sobre la que se asienta la Cruz del Sur  nos mueva a pensar en José Francisco niño; ese niño que vivió unos pocos años en Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú, que habrá compartido juegos con alguno de sus hermanos y amigos, y que comenzó el peregrinar de la mano de sus padres, Juan y Gregoria, quienes lo llevarían a cruzar el Atlántico y probablemente a festejar sus seis añitos en alta mar. Esa experiencia de mar de la niñez, sumadaal período que luchó embarcado en Europa, lo marcaría. Valgan como testimonio la cantidad de metáforas marinas de su correspondencia:“…hice la de Diógenes: zambullirme en una tinaja de filosofía y decir: todo es necesario que sufra el hombre público para que esta nave llegue a puerto…” le escribe a Tomás Godoy Cruz, por ejemplo.( 29.11.1815).
Mucha historiografía, mucho texto ha escamoteado el segundo nombre de este niño, Francisco; la actualidad nos lo devuelve: sus padres, católicos, le pusieron el nombre no sólo del cura que lo bautizó al día siguiente de haber nacido, sino de aquel que en plena edad media se abrazó a la pobreza y a la hermana muerte; aquel que en la contemplación del Bien y de laBelleza de las criaturas entraba en diálogo íntimo con el Creador, “ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil…” (S.S. Francisco I) En el arte de nombrar hay familias capaces de ser proféticas: José Francisco, son nombres que comunican con el Bien Común e invitan a decir basta a nuestros egoísmos… le habrá alcanzadomas de una vez a nuestro Libertador con pensar en sus nombres para comprender a lo que había sido llamado…San Martín niño…
A veces me pregunto si enseñamos lo suficiente sobre este niño…su crianza…su familia…nadie se hace héroe y libertador de pueblos por su individualidad, ni por generación espontánea, ni por pura fuerza de voluntad…Enseñar los orígenes de su Yapeyú natal… hacer de Azul un Yapeyú… no estaría mal…un Azul con familias que no teman que sus hijos se vayan, porque saben que cada azuleño que parte puede ser constructor del Bien Común allí donde vaya…En el seno familiar y comunitario José Francisco comenzó a tomar conciencia de lo que hoy le falta a la humanidad: conciencia de un origen común; conciencia de pertenencia mutua y conciencia de un futuro que se gesta en el presente compartido si es fecundado de eternidad.


2.-Desde esa primera estrella animémonos a subir a ese madero celestial y pongamos nuestra mano derecha y lo que obramos con ella, para que el clavo de la solidaridad nos atreviese hasta sangrarnos. Que con cada golpe de martillo que surge de cada derecho conculcado, resuenen en nuestros oídos los reclamos de trabajo y de  laboriosidad; de honestidad, es decir no roben mas; sobriedad, es decir, basta de alocados festejos; de generosidad,de sencillez…Esos martillazos los podremos oír, propongo, si nos detenemos a dialogar sobre  José Francisco San Martín y Matorras, en su obrar ante esas efímeras farsantes de la historia que son la derrota y la victoria.
José Francisco sabe de victorias y derrotas desde la más temprana edad: su vocación de soldado lo preparó para codearse con ambas; luchó y ganó contra los moros, luchó y cayó derrotado y prisionero ante los ingleses; se viene perseguido y, en alguna medida, derrotado por el avance francés sobre esa España que lo formó, y que él verá declinar y entregarse a los desvaríos de las Cortes Liberales de Cádiz;  liberales que le hacían la vida imposible a los americanos en aquellas tierras. Una constante del liberalismo, hacerle la vida imposible a la gente.San Martín sabía de las consecuencias últimas del liberalismo; luchó toda su vida para evitarlo en su tierra. No lo logró; en eso también fue derrotado. ¿Y cómo es San Martín en la derrota? no lo vemos resentido, no se irrita, no desfallece, no se detiene, aprende en el camino de la humildad, gana en autoridad, sigue aportando al Bien Común. Los problemas de salud le ganaban batallas periódicamente:  y qué, parece decirse, la salud de la Patria vale más que mi propia salud… ¿Y cómo es San Martín en la victoria? …no humilla, no es soberbio, no se entrega a los placeres,no prepara su enriquecimiento, celebra con austeridad y sigue; no se aturde,  comparte el triunfo, respeta…Así como sabe salir de las derrotas, sabe salir de las victorias; porque sabe que en la historia humana ha habido sólo una Victoria para Siempre; las demás invitaciones humanas de victorias para siempre son siempre engaños.En ambas situaciones, en la derrota y en la victoria, es prudente, nunca ingenuo…
Derrotas y victorias van forjando su heroicidad: batallas físicas y metafísicas que van puliendo la mirada de quien aprende a distinguir lo mejor en todo, lo prefiere y lo ama. Piadoso y justo, en la derrota y en la victoria; sabe arrodillarse sólo ante Dios y el sufriente (sus soldados moribundos en el campo de batalla), sabe que toda guerra tiene un primer campo de batalla: el propio corazón; porque sabe que quien no es capaz de vencerse a si mismo, difícilmente logre triunfos que den frutos de Bien Común. Se había formado en esa tradición Bíblica que desde el Libro de Job sostiene que “la vida del hombre en esta tierra es un combate”. En un mundo en guerra,como el actual, su vida volverá a ser estudiada, a menos por aquellos que, cómo el los calificaba, no quieran ser “mentecatos que ven las cosas por encima…”.


3.-Puestos así sobre el celestial signo, extendamos ahora nuestro brazo izquierdo hasta que nuestra  mano izquierda toque la otra estrella que forma el astral madero horizontal, para que se hunda en ella y en las obras que con ella realizamos, el clavo de la unidad en la diversidad; que nos atraviese hasta sangrarnos. Que con cada golpe de martillo que surge de nuestros deberes incumplidos, suenen en nuestros oídos los reclamos de  mansedumbre y comprensión, sociabilidad y bondad.
Quizás podamos oír esos martillazos si nos detenemos a dialogar sobre José Francisco San Martín y Matorras, que mira lejos y camina, el hombre de silencios con horizontes de esperanza; el que confía; espera, porque tiene sentido trascendente de la vida; y por ello le puede escribir a su amigo Tomás Guido “…hasta ahora yo no he visto mas que proyectos en pequeño. Pensemos en grande y si la perdemos sea con honor” (14.05.1816). Ese José Francisco que no se dejó cautivar por los cantos de sirena de ninguno de los relatos de su época; no se dejó robar la memoria de los orígenes que le dieron el ser; ni levantó sus velas para dejarse llevar por los vientos con apariencia de novedad que soplaban a ras del agua; sirvió, talló la historia americana con mano de Carpintero… quizás al obrar pensaba en el Carpintero de quien recibió el nombre; y ante su obrar las palabras sobran (también estas, las mías); pasó haciendo bien lo que debía hacer bien; según era, obró.
José Francisco sigue siendo un ejemplo de que para mirar lejos hay que vivir todo con serena atención. Porque obra así descubre alternativas superadoras; es capaz de salir de si mismo, de romper la conciencia aislada de autorreferencialidad; reúne fuerzas y sin apegarse a lo que tiene, sale al encuentro de lo mejor. Varón prudente, gobierna rectamente sin importarle el aplauso. Siempre me llamó la atención esa decisión del Gral. San Martín de volver de noche a Buenos Aires, después de esos primeros triunfos en Chile; cuando las autoridades y el pueblo le habían preparado una fiesta para colmarlo de honores; ese pueblo de Buenos Aires que siempre cobijó en sus calles, junto a los mas importantes dirigentes, a esa parte de nuestro pueblo que tiene el aplauso fácil ante el que triunfa sin ser capaz de distinguir de qué forma y para qué lo hace. Seguramente estarían presentes en el corazón de San Martin mucho más esas familias cuyanas, puntanas, chilenas, que se habían quedado sin sus hombres en la campaña libertadora, esos negros esclavos a los que prometió la libertad por ir al frente en la batalla, quelos porteños que lo esperaban para festejar la victoria para ver si mordían algo del triunfante.Tendría presente a ese pueblo cuyano al que le dio más trabajo, que juego; al que le sentó las bases de una economía regional próspera, porque le mostró con su obrar, que la autoridad es servicio; no se sirvió de la autoridad para sus propios intereses o el de sus familiares y partidarios.

4.-Finalmente cuando parados, si quieren, allí, en la noche en nuestra Boca de la Sierra, miremos la Cruz del Sur, animémonos a recostar nuestra cabeza en la última estrella, para que el Fuego del Amor consuma nuestros pensamientos, queme nuestros ideologismos personales y colectivos (que son una de las tantas formas del egoísmo), y podamos, cada uno, ser una astilla mas que se arrime al fueguito de la Idea de Bien Común. Quizás desde allí podamos mirar a los ojos a nuestros mayores, a nuestros ancianos, que como San Martín, muchos de ellos hoy viven el extrañamiento de sus propias comunidades a las que dieron todo. Y si ya eres una astilla trata de ser un tronco. Quizás desde allí, ese consumismo obsesivo, reflejo subjetivo del paradigma tecnoeconómico vigente, que les hace creer a todos que son libres mientras tengan libertad para consumir y que se sostiene en una minoría que detenta el poder económico y financiero, quizás desde allí – repito – podamos redescubrir que, en tanto personas, podemos mirarnos a nosotros mismos con honestidad, sacar a luz, en el diálogo compartido en las instituciones vigentes, nuestros propios egoísmos y ser dóciles al llamado a recorrer los senderos de Justicia que conducen al Camino de la Verdad, la Belleza y el Bien.Que nos ayude a pensar y obrarlo así la persona del General José Francisco San Martín y Matorras, anciano y pobre. Aquel que en sus últimos años, habitaba un cuarto alquilado en Bélgica, pidiendo ayuda financiera a sus amigos porque no le alcanzaba la plata – como a nuestros jubilados hoy -, aquel de quien el coronel peruano Juan Manuel Iturregui, testimoniara de que “…vivía invariablemente con toda la modestia y severa economía que corresponde al estado de pobreza…”. Que la mirada de ese José Francisco no se nos quite de los ojos cada vez que miremos a nuestros ancianos. Que como tan bellamente cantara Francisco Luis Bernárdez, y muchas veces se ha repetido aquí,  “que su sepulcro nos convoque mientras el mundo de los hombres tenga días…que hasta el fin haya un incendio bajo el silencio paternal de sus cenizas…en torno al fuego de su tumba reconozcamos nuestros lazos mas secretos y nuestros vínculos mas hondos como nación, como familia y como pueblo. Después hundamos nuestras almas en el abismo secular de su recuerdo, levantemos nuestros ojos al firmamento de su vida y de su ejemplo”…

Que con estas cuatro estrellas del firmamento Sanmartiniano:
San Martín niño
San Martin en la derrota y en la victoria
San Martín el hombre del silencio que mira hacia horizontes de esperanza
Y San Martín el anciano pobre

Podamos unir su persona a la de nuestro Santo Patrono el olvidado por los azuleños San Serapio Mártir – testimonio ambos de que la Justicia y la Caridad son inseparables para que el hombre  y su irreductible dignidad ocupen el centro de la vida política y social – y se puedan abrir, allí donde vayamos, puertas de diálogo que nos sienten a la mesa del Bien Común. Y ya sea en el mate compartido, en la sopa preparada por la abuela,  - porque es triste, y manifiesta nuestros egoísmos, que nuestro pueblo tenga aún que recurrir al viejo recurso de las ollas populares - en el pollo al disco en el taller del barrio, en la pizza amasada entre amigos o los fideos al dente y,en el mejor de los casos, - al menos para mi, claro está – en el asado compartido,  podamos descubrir nuestros egoísmos, despojarnos, al menos, de algunos de ellos, y ser fieles a los ideales sanmartinianos. Seguir librando el buen combate.
Que seamos creativos para saber aconsejar a quien lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que se equivoca, consolar al triste, perdonar al que nos ofende, sufrir con paciencia nuestros defectos y rogar a Dios por los vivos y muertos; y que al final de nuestros días, se pueda decir de nosotros, lo que tan bellamente a expresado Antonio Machado, y que nosotros coincidimos con el historiador que lo aplica a José Francisco San Martín y Matorras:


Y cuando llegue el día del último viaje,
Y esté al partir la nave que nunca ha de tornar
Me encontraran (encontraréis) a bordo ligero de equipaje,
Casi desnudo, como los hijos de la mar


Agosto 17 de 2016.-