domingo, 18 de septiembre de 2016

Cuatro Panes Sanmartinianos

-         17 DE AGOSTO DE 2016 –
-         AÑO DEL BICENTENARIO –

En 1815 el entonces Gobernador José Francisco San Martín y Matorras reclama en un bando a la Población de Cuyo: “Basta de ser egoístas. A la idea de Bien Común todo debe sacrificarse…”- El Pueblo de Cuyo lo entendió. Se abrieron los corazones de los cuyanos de buena voluntad, brotaron de ellos obras de generosidad y entrega, y se encendió en cada hogar un fuego de tiempo nuevo para la Patria Grande. La grandeza de los débiles se impuso a la pequeñez y egoísmos de los fuertes, que desde los más altos cargos del naciente Estado, o desde donde pugnaban por intereses particulares y sectoriales, no se cansaron de ponerle palos en la rueda a la obra de parir pueblos soberanos.
Si lo repetimos hoy ¿lo entenderemos?  “Basta de ser egoístas. A la idea de Bien Común todo debe sacrificarse…”.Es mi intención al recordar – volver a pasar por el corazón -  y honrar al Gral. Don José Francisco San Martín y Matorras abrir senderos de reflexión para encontrar alguna respuesta a la pregunta: ¿cuáles son mis egoísmos, nuestros egoísmos como azuleños, a los que debemos decir basta?
Agradezco la inmerecida invitación que me han cursado para honrar la persona de San Martín, en el Año del Bicentenario de nuestra primera declaración de Independencia y sepan que sólo acepté la invitación porque consideré este acto como un deber de Granadero. Haber pertenecido, en ocasión de mi servicio militar obligatorio, al Escuadrón San Lorenzo del histórico Regimiento de Granaderos a Caballo, y haber integrado voluntariamente el Escuadrón Pringles que se formó para participar en la recuperación de la soberanía de nuestras Islas Malvinas en el año 1982, son parte de las experiencias vitales que hacen que, la persona de José Francisco San Martín y Matorras, se haya constituído en uno de los arquetipos de la argentinidad, a los que siempre vuelvo.
Por ello, con el permiso de ustedes, he de dedicar muy especialmente estas palabras en primer lugar a los Granaderos del Escuadrón Pringles que pisaron la turba malvinera y que son: Jorge Eduardo Vega Luján, Carlos Argentino Acuña, Ernesto Raúl Ponce, Aldo Gabriel Apecechea, Miguel Ángel Plaza, Roque Daniel Flores, Domingo Ángel Novaro, Miguel Ángel Piaggio, y a los dos suboficiales que fueron con ellos los cabos 1ros. Rivero y Campoy.

Y en segundo lugar a todos los azuleños que han vestido el uniforme del histórico Regimiento de Granaderos a Caballo, y lo han honrado.

No es fácil, al menos para mi, evocar la persona de José Francisco San Martin y Matorras, sin que la vergüenza me abrace el corazón; puede que ya no se refleje en mi rostro; pero, a Dios gracias no la he perdido, y al cruzar nuestra querida Plaza y levantar los ojos al monumento ecuestre parecen resonar en mis oídos aquellas palabras del bando: “Basta de ser egoístas. A la idea de Bien Común todo debe sacrificarse…”. Ojalá puedan ustedes también vivir esa experiencia; y algún día al terminar de cruzar la Plaza hacia el sur eso los lleve a arrodillarse ante el único que se arrodilló San Martín, implorar su misericordia, y así volver esperanzados a cruzar la Plaza, con la mirada puesta en horizontes nuevos.

Con esto quiero significar que esas palabras del Bando no surgen en San Martín como pueden surgir hoy las palabras improvisadas o las que son pronunciadas por conveniencia o sugeridas porasesores de imágenes; esas palabras del Bando que, - también hoy nos interpelan- , se gestan en el silencio y  la contemplación del Bien. Invito aconsiderar también a los destinatarios de aquel bando: ciertamente que,  a quien llegaba un bando en aquellas épocas era a los dirigentes, a las familias que sabían leer y escribir; a los instruidos, quienes seguramente las replicarían entre los esclavos, y se leería el bando en las plazas; etc. pero, principalmente el Bando está dirigido a las familias de mayor responsabilidad;  San Martín tenía bien claro a quien le estaba pidiendo el esfuerzo y a quien consideraba egoístas al decir “Basta de ser egoístas….”. Y aún mas: me atrevo a considerar, que incluso pensaba en sí mismo, y en las tantas veces que había estado tentado a dejar toda obra por el Bien Común a raíz de susproblemas de salud. No lo sé con certeza; pero de su correspondencia surge que sabía reconocer sus propios errores y miserias.
También hoy algunos argentinos somos interpelados primariamente por ese bando. ¿Responderemos los azuleños con la generosidad del Pueblo Cuyano?

Con ustedes voy aponer sobre la mesa cuatro aspectos de San Martín, que pueden ayudarnos para que ,mediante el diálogo, nos animemos a identificar esos egoísmos a los que debemos decir basta, tanto en el orden personal como comunitario y; desde ese reconocimiento de nuestras flaquezas, ser capaces de obrar en orden al bien común.

Son cuatro ideas, compartidas a las tres de la tarde, hora – si la hay - significativa para morir a nuestros egoísmos, que son ideas que van a requerir el ejercicio de pensar en la noche, a la intemperie. Esa intemperie, tanto material como existencial, que padecen tantos hermanos nuestros. Porque cada una de estas ideases una invitación a mirar la Cruz del Sur, esa llave que abre la Puerta de la Verdad que nos hace libres; la misma que contemplaba San Martín cada noche mientras habitó estas tierras y la que añoró cada noche estando lejos de ella, y que es la misma que contemplaban los primeros pobladores de estas tierras, y que dejaron plasmadas en sus hilados.


1.-Así, en principio les propongo mirar al cielo en la noche y  que la luz de la estrella sobre la que se asienta la Cruz del Sur  nos mueva a pensar en José Francisco niño; ese niño que vivió unos pocos años en Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú, que habrá compartido juegos con alguno de sus hermanos y amigos, y que comenzó el peregrinar de la mano de sus padres, Juan y Gregoria, quienes lo llevarían a cruzar el Atlántico y probablemente a festejar sus seis añitos en alta mar. Esa experiencia de mar de la niñez, sumadaal período que luchó embarcado en Europa, lo marcaría. Valgan como testimonio la cantidad de metáforas marinas de su correspondencia:“…hice la de Diógenes: zambullirme en una tinaja de filosofía y decir: todo es necesario que sufra el hombre público para que esta nave llegue a puerto…” le escribe a Tomás Godoy Cruz, por ejemplo.( 29.11.1815).
Mucha historiografía, mucho texto ha escamoteado el segundo nombre de este niño, Francisco; la actualidad nos lo devuelve: sus padres, católicos, le pusieron el nombre no sólo del cura que lo bautizó al día siguiente de haber nacido, sino de aquel que en plena edad media se abrazó a la pobreza y a la hermana muerte; aquel que en la contemplación del Bien y de laBelleza de las criaturas entraba en diálogo íntimo con el Creador, “ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil…” (S.S. Francisco I) En el arte de nombrar hay familias capaces de ser proféticas: José Francisco, son nombres que comunican con el Bien Común e invitan a decir basta a nuestros egoísmos… le habrá alcanzadomas de una vez a nuestro Libertador con pensar en sus nombres para comprender a lo que había sido llamado…San Martín niño…
A veces me pregunto si enseñamos lo suficiente sobre este niño…su crianza…su familia…nadie se hace héroe y libertador de pueblos por su individualidad, ni por generación espontánea, ni por pura fuerza de voluntad…Enseñar los orígenes de su Yapeyú natal… hacer de Azul un Yapeyú… no estaría mal…un Azul con familias que no teman que sus hijos se vayan, porque saben que cada azuleño que parte puede ser constructor del Bien Común allí donde vaya…En el seno familiar y comunitario José Francisco comenzó a tomar conciencia de lo que hoy le falta a la humanidad: conciencia de un origen común; conciencia de pertenencia mutua y conciencia de un futuro que se gesta en el presente compartido si es fecundado de eternidad.


2.-Desde esa primera estrella animémonos a subir a ese madero celestial y pongamos nuestra mano derecha y lo que obramos con ella, para que el clavo de la solidaridad nos atreviese hasta sangrarnos. Que con cada golpe de martillo que surge de cada derecho conculcado, resuenen en nuestros oídos los reclamos de trabajo y de  laboriosidad; de honestidad, es decir no roben mas; sobriedad, es decir, basta de alocados festejos; de generosidad,de sencillez…Esos martillazos los podremos oír, propongo, si nos detenemos a dialogar sobre  José Francisco San Martín y Matorras, en su obrar ante esas efímeras farsantes de la historia que son la derrota y la victoria.
José Francisco sabe de victorias y derrotas desde la más temprana edad: su vocación de soldado lo preparó para codearse con ambas; luchó y ganó contra los moros, luchó y cayó derrotado y prisionero ante los ingleses; se viene perseguido y, en alguna medida, derrotado por el avance francés sobre esa España que lo formó, y que él verá declinar y entregarse a los desvaríos de las Cortes Liberales de Cádiz;  liberales que le hacían la vida imposible a los americanos en aquellas tierras. Una constante del liberalismo, hacerle la vida imposible a la gente.San Martín sabía de las consecuencias últimas del liberalismo; luchó toda su vida para evitarlo en su tierra. No lo logró; en eso también fue derrotado. ¿Y cómo es San Martín en la derrota? no lo vemos resentido, no se irrita, no desfallece, no se detiene, aprende en el camino de la humildad, gana en autoridad, sigue aportando al Bien Común. Los problemas de salud le ganaban batallas periódicamente:  y qué, parece decirse, la salud de la Patria vale más que mi propia salud… ¿Y cómo es San Martín en la victoria? …no humilla, no es soberbio, no se entrega a los placeres,no prepara su enriquecimiento, celebra con austeridad y sigue; no se aturde,  comparte el triunfo, respeta…Así como sabe salir de las derrotas, sabe salir de las victorias; porque sabe que en la historia humana ha habido sólo una Victoria para Siempre; las demás invitaciones humanas de victorias para siempre son siempre engaños.En ambas situaciones, en la derrota y en la victoria, es prudente, nunca ingenuo…
Derrotas y victorias van forjando su heroicidad: batallas físicas y metafísicas que van puliendo la mirada de quien aprende a distinguir lo mejor en todo, lo prefiere y lo ama. Piadoso y justo, en la derrota y en la victoria; sabe arrodillarse sólo ante Dios y el sufriente (sus soldados moribundos en el campo de batalla), sabe que toda guerra tiene un primer campo de batalla: el propio corazón; porque sabe que quien no es capaz de vencerse a si mismo, difícilmente logre triunfos que den frutos de Bien Común. Se había formado en esa tradición Bíblica que desde el Libro de Job sostiene que “la vida del hombre en esta tierra es un combate”. En un mundo en guerra,como el actual, su vida volverá a ser estudiada, a menos por aquellos que, cómo el los calificaba, no quieran ser “mentecatos que ven las cosas por encima…”.


3.-Puestos así sobre el celestial signo, extendamos ahora nuestro brazo izquierdo hasta que nuestra  mano izquierda toque la otra estrella que forma el astral madero horizontal, para que se hunda en ella y en las obras que con ella realizamos, el clavo de la unidad en la diversidad; que nos atraviese hasta sangrarnos. Que con cada golpe de martillo que surge de nuestros deberes incumplidos, suenen en nuestros oídos los reclamos de  mansedumbre y comprensión, sociabilidad y bondad.
Quizás podamos oír esos martillazos si nos detenemos a dialogar sobre José Francisco San Martín y Matorras, que mira lejos y camina, el hombre de silencios con horizontes de esperanza; el que confía; espera, porque tiene sentido trascendente de la vida; y por ello le puede escribir a su amigo Tomás Guido “…hasta ahora yo no he visto mas que proyectos en pequeño. Pensemos en grande y si la perdemos sea con honor” (14.05.1816). Ese José Francisco que no se dejó cautivar por los cantos de sirena de ninguno de los relatos de su época; no se dejó robar la memoria de los orígenes que le dieron el ser; ni levantó sus velas para dejarse llevar por los vientos con apariencia de novedad que soplaban a ras del agua; sirvió, talló la historia americana con mano de Carpintero… quizás al obrar pensaba en el Carpintero de quien recibió el nombre; y ante su obrar las palabras sobran (también estas, las mías); pasó haciendo bien lo que debía hacer bien; según era, obró.
José Francisco sigue siendo un ejemplo de que para mirar lejos hay que vivir todo con serena atención. Porque obra así descubre alternativas superadoras; es capaz de salir de si mismo, de romper la conciencia aislada de autorreferencialidad; reúne fuerzas y sin apegarse a lo que tiene, sale al encuentro de lo mejor. Varón prudente, gobierna rectamente sin importarle el aplauso. Siempre me llamó la atención esa decisión del Gral. San Martín de volver de noche a Buenos Aires, después de esos primeros triunfos en Chile; cuando las autoridades y el pueblo le habían preparado una fiesta para colmarlo de honores; ese pueblo de Buenos Aires que siempre cobijó en sus calles, junto a los mas importantes dirigentes, a esa parte de nuestro pueblo que tiene el aplauso fácil ante el que triunfa sin ser capaz de distinguir de qué forma y para qué lo hace. Seguramente estarían presentes en el corazón de San Martin mucho más esas familias cuyanas, puntanas, chilenas, que se habían quedado sin sus hombres en la campaña libertadora, esos negros esclavos a los que prometió la libertad por ir al frente en la batalla, quelos porteños que lo esperaban para festejar la victoria para ver si mordían algo del triunfante.Tendría presente a ese pueblo cuyano al que le dio más trabajo, que juego; al que le sentó las bases de una economía regional próspera, porque le mostró con su obrar, que la autoridad es servicio; no se sirvió de la autoridad para sus propios intereses o el de sus familiares y partidarios.

4.-Finalmente cuando parados, si quieren, allí, en la noche en nuestra Boca de la Sierra, miremos la Cruz del Sur, animémonos a recostar nuestra cabeza en la última estrella, para que el Fuego del Amor consuma nuestros pensamientos, queme nuestros ideologismos personales y colectivos (que son una de las tantas formas del egoísmo), y podamos, cada uno, ser una astilla mas que se arrime al fueguito de la Idea de Bien Común. Quizás desde allí podamos mirar a los ojos a nuestros mayores, a nuestros ancianos, que como San Martín, muchos de ellos hoy viven el extrañamiento de sus propias comunidades a las que dieron todo. Y si ya eres una astilla trata de ser un tronco. Quizás desde allí, ese consumismo obsesivo, reflejo subjetivo del paradigma tecnoeconómico vigente, que les hace creer a todos que son libres mientras tengan libertad para consumir y que se sostiene en una minoría que detenta el poder económico y financiero, quizás desde allí – repito – podamos redescubrir que, en tanto personas, podemos mirarnos a nosotros mismos con honestidad, sacar a luz, en el diálogo compartido en las instituciones vigentes, nuestros propios egoísmos y ser dóciles al llamado a recorrer los senderos de Justicia que conducen al Camino de la Verdad, la Belleza y el Bien.Que nos ayude a pensar y obrarlo así la persona del General José Francisco San Martín y Matorras, anciano y pobre. Aquel que en sus últimos años, habitaba un cuarto alquilado en Bélgica, pidiendo ayuda financiera a sus amigos porque no le alcanzaba la plata – como a nuestros jubilados hoy -, aquel de quien el coronel peruano Juan Manuel Iturregui, testimoniara de que “…vivía invariablemente con toda la modestia y severa economía que corresponde al estado de pobreza…”. Que la mirada de ese José Francisco no se nos quite de los ojos cada vez que miremos a nuestros ancianos. Que como tan bellamente cantara Francisco Luis Bernárdez, y muchas veces se ha repetido aquí,  “que su sepulcro nos convoque mientras el mundo de los hombres tenga días…que hasta el fin haya un incendio bajo el silencio paternal de sus cenizas…en torno al fuego de su tumba reconozcamos nuestros lazos mas secretos y nuestros vínculos mas hondos como nación, como familia y como pueblo. Después hundamos nuestras almas en el abismo secular de su recuerdo, levantemos nuestros ojos al firmamento de su vida y de su ejemplo”…

Que con estas cuatro estrellas del firmamento Sanmartiniano:
San Martín niño
San Martin en la derrota y en la victoria
San Martín el hombre del silencio que mira hacia horizontes de esperanza
Y San Martín el anciano pobre

Podamos unir su persona a la de nuestro Santo Patrono el olvidado por los azuleños San Serapio Mártir – testimonio ambos de que la Justicia y la Caridad son inseparables para que el hombre  y su irreductible dignidad ocupen el centro de la vida política y social – y se puedan abrir, allí donde vayamos, puertas de diálogo que nos sienten a la mesa del Bien Común. Y ya sea en el mate compartido, en la sopa preparada por la abuela,  - porque es triste, y manifiesta nuestros egoísmos, que nuestro pueblo tenga aún que recurrir al viejo recurso de las ollas populares - en el pollo al disco en el taller del barrio, en la pizza amasada entre amigos o los fideos al dente y,en el mejor de los casos, - al menos para mi, claro está – en el asado compartido,  podamos descubrir nuestros egoísmos, despojarnos, al menos, de algunos de ellos, y ser fieles a los ideales sanmartinianos. Seguir librando el buen combate.
Que seamos creativos para saber aconsejar a quien lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que se equivoca, consolar al triste, perdonar al que nos ofende, sufrir con paciencia nuestros defectos y rogar a Dios por los vivos y muertos; y que al final de nuestros días, se pueda decir de nosotros, lo que tan bellamente a expresado Antonio Machado, y que nosotros coincidimos con el historiador que lo aplica a José Francisco San Martín y Matorras:


Y cuando llegue el día del último viaje,
Y esté al partir la nave que nunca ha de tornar
Me encontraran (encontraréis) a bordo ligero de equipaje,
Casi desnudo, como los hijos de la mar


Agosto 17 de 2016.-

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