jueves, 10 de septiembre de 2009

¡Aplausos para los maestros!

Pasó el Dr. Guillermo Jaim Etcheverry (1)por Azul y casi llenó el Teatro. La platea convocada por el Ciclo de Reflexiones Republicanas 2009, que organiza la Asociación de Abogados de Azul, lo recibió con un cerrado aplauso, y lo despidió de la misma forma.
- ¡Profesor no lo vi aplaudir cuando terminó la charla! – me dijo , un tanto asombrada, una de las estudiantes del curso con el cual asistimos al monólogo del Dr. Jaim Etcheverry. Es cierto, en general, todos los docentes allí presentes aplaudieron con entusiasmo.
Manifestación que me sacó una sonrisa, y sólo una breve respuesta:
- Es que en general tenemos el aplauso fácil, y yo, con los años, he decido reservarlo sólo para lo que valga la pena

Es que el aplauso - no sé si a ustedes les pasa – hoy se usa con tal prodigalidad que está presente tanto para celebrar una buena composición musical, celebrar la vida en un cumpleaños u homenajear a una vida ejemplar, como para un gol de Argentina (aunque poco, últimamente), un anuncio de cadena nacional que salió el día antes en los diarios o la lectura de la Biblia en una ceremonia religiosa; el buen final de una película de cine o una mujer que se contorsiona alrededor de un caño.
Los comentarios “en caliente”, los mas efusivos, llegaron a expresar que se había asistido a una “clase magistral”. Será porque no entiendo la clase si hay ausencia de diálogo, ni el magisterio si hay ausencia de doctrina, que me permito disentir con tales expresiones.
Tal vez continúo desorientado al recordar que el expositor inició su charla, diciendo que le había gustado tanto Azul – que no conocía – y que por eso esperaba volver pronto “…sobre todo a comer…” (¿). Espero que en su próxima visita pueda sumar otros motivos para volver a visitarnos.
Debo destacar la claridad y el excelente uso de la retórica para mantener nuestra atención a la espera de encontrar alguna solución a la diversidad de problemas que aquejan al sistema educativo, del que nos sentimos parte y al que hemos contribuido a sostener en estos tiempos tan difíciles. Si:¡ hemos osado enseñar desde el 21 de junio de 1990 a esta parte.! El mismo sistema que lo ha formado al Dr. Jaim Etcheverry y lo ha tenido como protagonista principal participando en su construcción, y en la elaboración de políticas educativas, por ejemplo, desde el ejercicio del Rectorado de la UBA, y – por tanto – participando directamente o a través de sus representantes, en el Consejo Federal de Educación. Pero él se encargó de decirnos que no tiene las soluciones, que lo único que quería es que pensemos. Bueno desde este sitio es una propuesta que habíamos hecho un tiempo antes.
Sepa el lector ser misericordioso conmigo y permitirme ambas osadías.
De allí que me extrañó que a poco iniciar su charla afirmara que era su objetivo “ preocuparnos por el tema de la educación”. ¿Es que si acaso no nos preocupara y ocupara, hubiéramos destinado parte de nuestro tiempo a escucharlo? Creo que allí olvidó algunos buenos consejos de los retóricos, por lo menos aquel que dice que no se debe subestimar al auditorium.
En el mismo sentido estimo que no se puede pedir jerarquización del que enseña, si la petición viene precedida de una desacreditación de la labor docente insistiendo en que en nuestra población hay sólo una parte escasa educada, y por lo demás, en un nivel muy bajo.
No hace falta decir que quien esto escribe está entre los mal educados. Pero sepan ustedes disculpar, créanme que hago cada día el esfuerzo por superarme y por ayudar a quienes están compartiendo este tiempo conmigo a mirar esperanzados el horizonte.
Quizás por estar en fases vitales distintas, se me hace muy difícil compartir muchas de las afirmaciones del laureado visitante, pero esta semana en la que habrá muchos actos para recordar la labor de docentes, maestros, profesores, me pareció que podía compartir con ustedes, algunos disensos ante tanto irreflexivo consenso, para con quien, en lugar de aprovechar los tiempos y espacios de que dispone para agradecer la educación recibida y promover acciones esperanzadas, prefirió el camino del criticismo que siempre despierta el aplauso fácil que surge cuando nos quejamos de lo que todos se quejan.
Aunque pensemos distinto, agradezco al Dr. Jaim Etcheverry que me ayude a pensar la educación, y lo esperamos nuevamente por Azul, si es posible con una reflexión más esperanzada. Claro que deberá animarse a cruzar el umbral de la esperanza...
¡Feliz día a mis queridos maestros de la Escuela Nª 18, los primeros que me mostraron el camino de la docencia, y a todos los que en Azul y Argentina osan educar con esperanza!
Para ellos : ¡un gran aplauso!
(1) El Dr G.J.Etcheverry es miembro de la Fundación Carolina.

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