lunes, 16 de agosto de 2010

Evocación de San Martín

En tiempos en los que atender a las posibilidades de crecimiento que plantea la diversidad se presenta como un desafío cotidiano, las respuestas que podamos encontrar en torno a las identidades se convierten en fundamentales.
Azul, ha sido seleccionada como una de las cuatro ciudades en la que los festejos del Bicentenario adquieren un relieve particular, precisamente con relación al tema de la diversidad cultural. De allí que el día de hoy adquiere particular relieve, en tanto la persona de Don José de San Martín nos puede ayudar a pensar nuestra propia identidad histórica.

El calificativo de Padre de la Patria, que inevitablemente recibirá en muchos de los discursos que hoy se pronuncien para homenajear su persona, remite al complejo problema de la identidad histórica. Ser San Martín significa – en alguna medida - para nosotros hoy, que la impronta de su ser nos constituye en nuestro ser argentinos. Dicho de otra forma, nuestra identidad histórica es dependendiente de la persona de San Martín, que tanto bregó por nuestra independencia. A la vez que – y los acontecimientos de la historia reciente lo constatan – cada vez que el carácter sanmartiniano se pierde en las instituciones llamadas a manifestar nuestra identidad histórica, no sólo ésta termina afectada , sino las mismas identidades personales de quienes forman parte de nuestro pueblo.
Por qué la persona de San Martín ha sido estudiada – en alguna medida lo sigue siendo – para encontrar en ella aquello que no fue, lo que no hizo, lo que le faltó, lo que la afectó, sus defectos, etc.; y que esos estudios hayan encontrado su mejor época de desarrollo después del Consenso de Washington, en plena época de neoliberalismo, entiendo que no es casual.
Aún aquellos que se han presentado como los “nuevos narradores” de la historia, adoptando el título de progresistas (mismo calificativo adoptado por el primer liberalismo), muchas veces se han aproximado a la persona de San Martín desde ésta perspectiva que, con la interesante finalidad de  recorrer senderos diversos a la “historia de bronce”, terminan por despersonalizar hasta hacer desaparecer las identidades históricas. Y como consecuencia abren la puerta hacia nuevas formas de homogeneización, de pensamiento único (aunque se presenten críticos de esas consecuencias), y luego de momentos mediáticos de moda, viene el hastío y  la indiferencia hacia la comprensión de la propia historicidad. Al fin de cuentas levantan muros que imposibilitan la diversidad.
Sigue siendo un desafío apasionante para los docentes el que podamos acercar la persona de San Martín a los estudiantes, y quizás uno de los caminos mas adecuados sea, acercarnos nosotros personalmente a San Martín. ¿Cuánto conocemos a San Martín y su obra? De la respuesta que podamos dar a ésta pregunta depende en gran medida la respuesta al desafío que planteamos anteriormente.
San Martín sigue siendo Arquetipo ( arche=principio; tyupos=normativo) mas, el atractivo de su ejemplaridad no se deja asir fácilmente; requiere esfuerzo, estudio, reflexión. Si se nos permite una expresión  - ¿algo organicista, tal vez? – la persona de San Martin integra la médula espinal de nuestra identidad argentina y como tal, no está a la vista. No se ve en sus monumentos, si no somos capaces de ver más allá de los monumentos.
No lo que el hombre ha sido, sino lo que el hombre ha querido ser da la pauta de lo que el hombre es”. (1)
¿Qué quiso ser San Martín?; ¿quiso ser nosotros?; ¿que queremos ser hoy?
No en vano el Señor de la Historia nos propuso: “Sed perfectos como el Padre Celestial es perfecto”. Pero eso: es Otra Historia.


(1)Waisman A.: Literatura y conocimiento histórico, Edizioni di Filosofía, Torino, Italia (s/f), pag. 14.
Reflexiono desde mi condición de ex "Colimba" Granadero Clase 63 integrante del Escuadrón Pringles

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