Hoy en todo el mundo se recuerda a quienes la prensa denominó los mártires de Chicago. Por aquellos hechos los trabajadores se unen en Plazas, monumentos, estadios, etc. y unen la memoria a los reclamos de justicia del presente.
También hoy en una Plaza, la de San Pedro en Roma, un trabajador será beatificado por la Iglesia Católica: Karol Wojtyla, el Papa Juan Pablo II, al igual que el primer papa es un obrero, un trabajador. La Iglesia fue fundada por un obrero, un carpintero de Nazareth, quien eligió como su primer conductor a otro trabajador: San Pedro era un pescador. Juan Pablo II fue empleado en una empresa química en la Polonia.
En el año 1987 visitó Argentina y decidió encontrarse con el mundo del trabajo en el Mercado Central de Buenos Aires. Entre otras cosas dijo en aquella oportunidad: “…Con toda franqueza os puedo decir que me siento especialmente cercano al mundo del trabajo, es mas, me considero uno de vosotros…Alguna vez he dicho que aquellos años como obrero, en la cantera de una empresa química, fueron para mi una nueva lección sobre el Evangelio. Es verdad, porque en aquel ambiente, en aquella época de esfuerzo laboral, me fue dado comprobar la profunda relación de solidaridad existente entre el Evangelio y la problemática de la actividad humana de nuestros tiempos…Hoy os invito además a no conformaros con una visión empobrecedora y deformada del trabajo: mi deseo es que penetréis en la profunda riqueza que puede aportar a la vida, al espíritu de cada persona… no podéis conformaros con unos objetivos de corto alcance, cuya finalidad se reduzca a la concertación colectiva de las remuneraciones y a la disminución de las horas laborales. Ante los problemas de la sociedad moderna, tampoco podéis aceptar que los mayores esfuerzos del asociacionismo laboral se esterilicen en inoperantes litigios políticos, que en ocasiones instrumentalizan vuestros anhelos con el fin de alcanzar posiciones ventajosas. Es justo que exista una noble contienda sindical, pero encaminada a conseguir los objetivos propios del mundo laboral, dirigida a fortalecer la solidaridad y a elevar el nivel de vida material y espiritual de los trabajadores. Es cierto que la íntima relación existente entre el mundo laboral y la vida política, exige un constante contacto y diálogo entre trabajadores y políticos. Debe ser siempre un diálogo constructivo, que no mire sólo a intereses de parte, sino al bien de toda la gran familia argentina, en perspectiva latinoamericana e incluso mundial. Vuestro país, vuestra sociedad, goza de un fuerte y dinámico asociacionismo (sindicalismo) laboral, que, como sabéis, constituye un elemento indispensable de la vida social…La gran meta del sindicato ha de ser el desarrollo del hombre, de todos los hombres que trabajan, y para ello son siempre necesarios nuevos movimientos de solidaridad de los hombres del trabajo…Sería una pena que faltase la solidaridad entre los trabajadores, cuando las condiciones laborales se vuelven degradantes o cuando crecen los abusos y la arrogancia en quienes, desde su posición ventajosa, se atribuyen derechos que en modo alguno les corresponden. Tampoco debe faltar la solidaridad con esas amplias zonas de miseria y de hambre, que es lo mismo que decir de trato inhumano a los trabajadores y a sus familias; también ahí debe llegar la fuerza del asociacionismo laboral en orden a procurar unas condiciones que permitan a las personas salir de su penosa situación.
Donde se encuentre un padre o una madre de familia que por circunstancias no puede cumplir la responsabilidad de ganar el sustento para vivir dignamente con los suyos, ahí debe también llegar la solidaridad de los hombres y mujeres trabajadores…”
Ayer escuché algunas frases parecidas y me acordé de la Parábola del Sembrador…
Un abrazo en el corazón a mi padre, obrero desde los doce años que dejó la vida en FANAZUL, a mi madre, la obrera de la casa, y a mis abuelos y abuelas, tíos y tías, demás familiares, colegas, compañeros de trabajo y tantos vecinos que con su ejemplo de trabajo diario me mostraron y muestran, la insondable riqueza de un Corazón trabajador. En ellos abrazo también a los padres y madres trabajadores de todos con quienes compartimos los encuentros educativos tendientes a continuar aprendiendo juntos.
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