(Para quienes me han solicitado la versión completa de lo expresado en el Acto Celebratorio de los 125 años de la Escuela Normal de Azul el 30 de junio de 2012)
Peregrinar hacia el exterior de si mismo y volverse hacia la interioridad del propio ser, son la sístole y la diástole que mantiene la vida. Ese ritmo vital, a veces cadencioso, a veces agitado, que en la corporeidad personal se manifiesta en el cerebro y el corazón – imagen corpórea de inteligencia y voluntad – es el que sostiene la vida de las instituciones.
Es el mismo ritmo de la generosidad (dar y recibir); es el mismo ritmo del diálogo (silencio y palabra); es el mismo ritmo del trabajo digno (labor y descanso)…
Con ese ritmo vital hoy ganamos la calle en un acontecimiento celebratorio que manifiesta nuestro rostro de personalidad comunitaria, gestado en el encuentro amoroso de las generaciones que nos precedieron, y de quienes heredamos rasgos identitarios.
Hoy este rostro de comunidad educativa se distiende para compartir una sonrisa de agradecimiento con la comunidad de Azul y renovar su compromiso por la educación.
Inmerecidamente me han invitado a expresar el sentir de un docente, y acepté la invitación, para poder estrechar en un abrazo de gratitud a los docentes que me han precedido en estos 125 años de vida institucional. A los que conozco y a la mayoría que no he conocido. A todos. Con sus luces y sus sombras; sus alegrías y dolores; a los galardonados y a los perseguidos; a los famosos en su tiempo y a los ignorados por sus contemporáneos; a quienes llevaron su vocación docente hasta las últimas consecuencias (que muchas veces es la muerte) y a quienes lo intentaron y defeccionaron en el camino; a los fuertes y a los débiles; y especialmente a los débiles y sufrientes…Abrazo que se extiende a todo el personal de la institución, directivos, auxiliares y a los queridos no docentes sin quienes nuestra tarea sería imposible. A todas las generaciones ¡GRACIAS!
“¿Por dónde pasa la división de las generaciones entre los que no han pagado bastante y los que tuvieron que pagar mas de la cuenta?...” (1)
Y por todas esas generaciones, y por la nuestra, por las injusticias, corrupciones, mezquindades y egoísmos, ideologismos y tantas otras miserias que llevamos los docentes a diario a las instituciones, sepa la comunidad ser misericordiosa con nosotros, perdonar nuestras debilidades. Pero, a la vez, no dejen de hostigarnos, de atormentarnos, si ven que preferimos las riquezas a la virtud, y si nos creemos algo cuando no somos nada; y no dejen de señalarnos cuando no nos dedicamos a lo que debemos, y creemos ser lo que no somos. (2)
Siempre necesitamos de una comunidad alerta, porque la libertad de enseñar y de aprender hay que conquistarla permanentemente. Para nuestra generación llegó como un don por el que muchos dieron la vida, entre ellos muchos maestros y profesores. Pero la libertad se conserva y de ella se obtienen frutos, con ardua lucha, porque la esclavitud cuando no puede encadenar se mete por los bolsillos...
Cuando cada mañana, tarde o noche, subimos los escalones, en ese movimiento vital del que hablábamos, se estrechan en un abrazo de coexistencia nuestra ignorancia y los saberes que buscan anidar en las mentes y los corazones generosos, sencillos y esperanzados; como el corazón de los niños…
En lo personal, - camino que invito a recorrer - sólo al reconocer mi ignorancia soy capaz de abrir las puertas al andar paciente del Maestro Interior que baja de la Montaña como Mensajero de la Paz. Si cada vez que baja encuentra quien vaya arrimando al fueguito, por abajo, dos o tres astillas mas, dejen que escampe la lluvia, que nunca el agua ha de ser tanta como para ahogar la esperanza. (3)
Quizás las generaciones futuras pongan sobre nuestras espaldas “lo mal que educamos hoy”, o registren que nosotros hoy gozamos de tres meses de vacaciones, para intentar justificar sus decisiones injustas, con la misma ligereza con que, a veces, nosotros, desde el presente, somos injustos con quienes nos han precedido. Quizás en algunos casos tengan razón…
Lo que no podrán negar las generaciones futuras es que AQUÍ ESTAMOS, que aquí estuvimos y que, en este caso hace 125 años que cada día se despliegan las alas de corazones docentes con esperanza. Que hoy cada día, tarde o noche, al ritmo vital del sístole y el diástole, los docentes asumen los desafíos de educar. Si algunos volamos como gorriones, como horneros, palomas o cóndores, chimangos o cuervos, perdices o cardenales, golondrinas o teros …la comunidad educativa nos lo hace saber…
Y aunque en estos 125 años muchas veces nos hayan desplumado – con mordazas ideológicas, con normativas sin sentido común, con persecuciones en nombre de la “libertad”, con criterios desiguales en nombre de la “igualdad”, con divisiones en nombre de la “fraternidad”, con transformaciones que deforman; con rebajas e impuestos al salario, en nombre de la “equidad” – a pesar de todo ello AQUÍ ESTAMOS.
Cada mañana, tarde o noche, AQUÍ ESTAMOS dispuestos a asumir el desafío cotidiano de defender la Vida, desde el instante en que comienza a latir, desde el instante en que es concebida, para que nuestra escuela Normal siga latiendo.
AQUÍ ESTAMOS para que nuestra Escuela Normal siga manifestando la alegría de compartir la apasionante labor de educar junto a todas las comunidades educativas de Azul, en especial junto a las que, como nosotros, forman docentes y todavía esperan calmar esa sed de justicia tan largamente esperada de contar con edificio propio…
AQUÍ ESTAMOS para que nuestra Escuela Normal siga latiendo junto a tantas comunidades educativas del país a las que nos unen los lazos de consanguineidad cada vez que una docente o un docente formado en esta casa logran trabajar en otra institución…
AQUÍ ESTAMOS los docentes celebrando disentir en diálogo amoroso, para expresar las diversas razones que nos mueven a educar y lograr la inclusión de los más débiles y sufrientes, compartiendo la diversidad de desafíos que nos proponen los signos de los tiempos
AQUÍ ESTAMOS y si alguna vez cuentan la historia de los docentes que cruzamos el umbral de la esperanza del siglo XXI, y que celebramos los 125 años de nuestra Escuela Normal, que digan que vivimos en tiempos en los que un maestro Normal dejó su Vida en nuestras Islas Malvinas, en las que otro maestro perdió su vida en Neuquén por buscar condiciones dignas de trabajo y en la época en la que se comenzó a valorar que SE EDUCA COMO SE LATE, que no se educa arrollando con el poder exterior desde la violencia armada o desde la violencia simbólica desde un atril, sino ofreciendo y suscitando Amor para que cada corazón sea libre para buscar la Verdad y el Bien, y sea capaz de desplegar sus alas hacia un cielo y una tierra nueva, donde se abracen la Justicia y la Paz. (4)
¡FELIZ CUMPLEAÑOS QUERIDA ESCUELA NORMAL! Nos vemos el lunes.-
(1) Juan Pablo II, Memoria e identidad, Planeta, Bs. As., 2005, pag. 97.
(2) Cfr. Platón, Apología de Sócrates, in fine
(3) Cfr. Milonga Domingo de lluvia
(4) El Maestro Julio Cao y el Maestro Carlos Fuentealba
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