El camino de la vida del docente conoce de tiempos secos de larga duración...
La sequedad se manifiesta de diversas formas, todas ellas ligadas a la carencia de algo. En este sentido califica diversos tiempos de la vida docente, con una cualidad que a veces empobrece y a veces enriquece...
Toda sequía es paradojal...
Hay tiempos en que la vida docente fluye como un manantial nuevo, cristalino, que desde lo profundo sale a la superficie para comenzar a impregnarla. Por senderos acuosos que recorren el terreno que la recibe, a veces va dibujando recorridos vitales e impregnando suelos nuevos... Otras veces recorre los viejos cauces transparentando los sedimentos de cantos rodados que desde el fondo siguen manifestado la unidad dinámica de la belleza perenne.
Y hay tiempos en que ese fluir cesa... Los senderos comienzan a secarse... Sólo, el docente se repliega en lo profundo y parece dejar las superficies libradas a los rayos del sol... Los cantos rodados dan cuenta de terrenos multiformes en los que la luz solar hace florecer colores que ningún pintor logra...
La falta de verdor en los tiempos secos, le posibilita al docente ver otros colores. La sequedad parece escamotearle la lozanía y el vigor... En realidad los está reservando para otros tiempos... No es sequedad de muerte… Siempre subyace la vida aún en el tiempo más seco… No se nos muestra como nos “gusta verla”… Se esconde… Reclama el esfuerzo de la búsqueda… Requiere la aplicación intensa… Pide estudio…Impele a la comprensión de los signos de los tiempos...
A veces a la vida del docente, como a las frutas secas, hay que sacarle “la humedad”, para que se conserve…hay que despojarla…dejar que muestre sus arrugas…sus pliegues, como las pasas, como los higos…
A veces es tanta la sequedad que el docente enflaquece…queda de muy pocas carnes…tan pocas como la de los niños para los cuales prepara la copa de leche…Los mismos a los que en la casa se les secó el guiso y se pegó al fondo de la olla, tanto como ellos se pegan al guardapolvos de su maestra…
A veces el docente está allí solo en la escuelita rural, en la escuela de frontera, y el camino de la vida le muestra los recodos del ascetismo, despojándolo de las cosas accesorias con las que, nosotros los docentes ciudadanos, nos humedecemos hasta embriagarnos en vanidad de vanidades…
Hay otros tiempos en que la vida del docente se manifiesta estricta, sin contemplaciones ni rodeos, como la Verdad a secas, está allí de pie frente a un mundo que se lava las manos y lo deja librado a la decisión de las masas… Es el instante en que el docente calla…
En otros momentos la sequía parece adueñarse del entendimiento y no se produce nada ingenioso…las clases parecen un terreno árido…estéril…se clama al cielo por una gota de lluvia…el que enseña y los que aprenden se desencuentran y reclaman…cortan las clases con sus reclamos…hay veces que la violencia parece querer apoderarse de esa especie de situación natural de la que sólo salen los esperanzados…Aparece la tentación de pedirle soluciones al que manda, quien las más de las veces desconoce hasta la ignorancia lo que sucede en las clases...Y las soluciones que proponen no convencen...
La falta de fervor en la virtud nos puede poner a los docentes frente a la inercia de un paisaje seco…
El crecimiento en la virtud nos puede poner frente al desafío de atravesar desiertos…
Pero siempre que hay un tiempo seco de larga duración es señal de que hay que prepararse a beber un vino de sabor poco dulce…El Vino Seco está allí dispuesto a reponer nuestras fuerzas…
Hay dos palabras entonces que anhelamos saber pronunciar en el Umbral de la Encrucijada: Tengo Sed…
Hay tiempos en que la vida docente fluye como un manantial nuevo, cristalino, que desde lo profundo sale a la superficie para comenzar a impregnarla. Por senderos acuosos que recorren el terreno que la recibe, a veces va dibujando recorridos vitales e impregnando suelos nuevos... Otras veces recorre los viejos cauces transparentando los sedimentos de cantos rodados que desde el fondo siguen manifestado la unidad dinámica de la belleza perenne.
Y hay tiempos en que ese fluir cesa... Los senderos comienzan a secarse... Sólo, el docente se repliega en lo profundo y parece dejar las superficies libradas a los rayos del sol... Los cantos rodados dan cuenta de terrenos multiformes en los que la luz solar hace florecer colores que ningún pintor logra...
La falta de verdor en los tiempos secos, le posibilita al docente ver otros colores. La sequedad parece escamotearle la lozanía y el vigor... En realidad los está reservando para otros tiempos... No es sequedad de muerte… Siempre subyace la vida aún en el tiempo más seco… No se nos muestra como nos “gusta verla”… Se esconde… Reclama el esfuerzo de la búsqueda… Requiere la aplicación intensa… Pide estudio…Impele a la comprensión de los signos de los tiempos...
A veces a la vida del docente, como a las frutas secas, hay que sacarle “la humedad”, para que se conserve…hay que despojarla…dejar que muestre sus arrugas…sus pliegues, como las pasas, como los higos…
A veces es tanta la sequedad que el docente enflaquece…queda de muy pocas carnes…tan pocas como la de los niños para los cuales prepara la copa de leche…Los mismos a los que en la casa se les secó el guiso y se pegó al fondo de la olla, tanto como ellos se pegan al guardapolvos de su maestra…
A veces el docente está allí solo en la escuelita rural, en la escuela de frontera, y el camino de la vida le muestra los recodos del ascetismo, despojándolo de las cosas accesorias con las que, nosotros los docentes ciudadanos, nos humedecemos hasta embriagarnos en vanidad de vanidades…
Hay otros tiempos en que la vida del docente se manifiesta estricta, sin contemplaciones ni rodeos, como la Verdad a secas, está allí de pie frente a un mundo que se lava las manos y lo deja librado a la decisión de las masas… Es el instante en que el docente calla…
En otros momentos la sequía parece adueñarse del entendimiento y no se produce nada ingenioso…las clases parecen un terreno árido…estéril…se clama al cielo por una gota de lluvia…el que enseña y los que aprenden se desencuentran y reclaman…cortan las clases con sus reclamos…hay veces que la violencia parece querer apoderarse de esa especie de situación natural de la que sólo salen los esperanzados…Aparece la tentación de pedirle soluciones al que manda, quien las más de las veces desconoce hasta la ignorancia lo que sucede en las clases...Y las soluciones que proponen no convencen...
La falta de fervor en la virtud nos puede poner a los docentes frente a la inercia de un paisaje seco…
El crecimiento en la virtud nos puede poner frente al desafío de atravesar desiertos…
Pero siempre que hay un tiempo seco de larga duración es señal de que hay que prepararse a beber un vino de sabor poco dulce…El Vino Seco está allí dispuesto a reponer nuestras fuerzas…
Hay dos palabras entonces que anhelamos saber pronunciar en el Umbral de la Encrucijada: Tengo Sed…
Ei, Hugo! Linda foi a delicadeza do seu comentário. Obrigada!
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