sábado, 23 de febrero de 2008

"Quien aprende rectifica"

"Canta el silencio en la inmensa
serenidad luminosa
que sobre el campo reposa
y al fondo del bosque piensa.

Canta el silencio en el alma
la gloria del mediodía,
con tan perfecta armonía
que no es mas que luz y calma.

Canta el oro del trigal,
canta la fuerza del roble.
Y la bondad grave y noble
del corazón del nogal
."
....
Estas tres primeras estrofas de "Quietud meridiana", que forma parte de los "Poemas solariegos" de Leopoldo Lugones, (1874-1938), comunican algo del genio poético de este educador argentino cuya obra, aún hoy, continúa atrapada entre las divisiones ideológicas que han desangrado nuestro suelo. Cuando los vecinos de la Villa de María del Río Seco, en nuestra provincia de Córdoba, lo vieron nacer, como fruto del amor de Santiago Lugones y Custodia Argüello,no se imaginaban que se le había regalado la vida a un infatigable buscador de la identidad.
Vuelvo cada tanto sobre sus poesías, y en especial los últimos dos versos del fragmento citado, me comunican con la "bondad grave y noble del corazón" de mi padre, que me crió protegido por la sombra del añejo nogal que todavía extiende su sombra en el patio de mi casa paterna, y cuyos retoños se han esparcido por varios patios de las casas vecinas, incluída la mía propia.
Sólo los que buscan infatigablemente en el silencio la Palabra Justa encuentran el coraje de comunicar a los demás sus propios recorridos vitales. Lugones lo hizo en un famoso artículo publicado por el Diario La Nación el 28 de junio de 1931, y que tituló "Itinerario de ida y vuelta".No es fácil para alguien que, desde muy joven se expuso publicamente, comunicar en un artículo periodístico las razones profundas de sus decisiones existenciales; mas si existió la necesidad de expresarlo probablemente deseaba aclarar varios malentendidos acerca de su trayectoria.¿Se habrá sentido él un Martín Fierro del pensamiento, y tomó los movimientos existenciales que Hernandez dió a su obra, para escribir acerca de su propia trayectoria?.
Es Lugones una de esas personas que mas deben a sus procesos de autoformación que a la enseñanza recibida en una educación sistemática. Careció de formación universitaria regular, pero su vida nos da cuenta que cada momento vital era vivido como una situación de aprendizaje. Quizás esa misma carencia de formación sistemática lo llevó a procurársela a sus contemporáneos y en su estudio sobre la
"Reforma educacional" promovió cursos especiales para maestros en vacaciones, e impulsó la fundación del Instituto Nacional del Profesorado Secundario, lo que finalmente logró, trabajando y discutiendo con Pablo Pizzurno y Virgilio Magnasco.
Su último cargo público fue el de Director de la Biblioteca Nacional de Maestros, en la que propuso y logró la atención especial para los niños, organizando una sala de lectura especialmente dispuesta para ellos. Es saludable que la página web de la biblioteca haya puesto a disposición de sus visitantes una de las memorias anuales redactadas por el propio Lugones, que nos acerca a la cotidianeidad de los trabajos que tuvo que encarar como director, y la sensibilidad puesta de manifiesto hacia los mas pequeños.
No es ésta la única condición existencial que nos lleva a proponer a los futuros docentes que se acerquen a su vida y a su obra, para encontrar ejemplos de virtudes pedagógicas. Ya hablamos de su incansable búsqueda de la verdad, de su compromiso político, ni que hablar de su capacidad oratoria y como literato, su constante repensar la vida a la luz de las ideas de bien y belleza; su precupación por el lenguaje - "...toda cultura es asunto de lenguaje...", sostiene en "El Payador" -; la comprensión de la identidad nacional como manifestación histórica que se nutre de la savia cultural de identidades precedentes; y tantas otras que no es dable proponer en este espacio para no cansar al lector. Bástenos señalar que, cuando desde algunas corrientes pedagógicas contemporáneas se propone "repensar las propias prácticas", como si fuera una novedad pedagógica, resuena en mi memoria aquella expresión de Lugones en su "Historia de Sarmiento": "...solamente los necios jáctanse de no enmendar sus errores, sean ellos literarios o ideológicos. Quien aprende rectifica".
Su muerte, por suicidio, el 18 de febrero de 1938 nos pone frente al misterio del último instante. También en el último acto Leopoldo Lugones nos invita a seguir en la búsqueda del misterio del hombre, que sólo se esclarece a la Luz del Misterio del Hombre.-
Tal vez al último instante de Leopoldo Lugones le faltó el Amor
" Y la última brasa
que vela el honrado reposo de la casa"(
1)

(1) XXXII de "Los ínfimos" en Poemas Solariegos
Para una aproximación a su pensamiento "El pensamiento de Leopoldo Lugones y la Argentina Histórica", Capítuo XVIII de la Historia de la Filosofía en Argentina 1600-2000, del Dr. Alberto Caturelli, Edic. Ciudad Argentina - Universidad del Salvador, Bs. As. 2001, pags. 390/405.

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