Una herida dolorosa llevamos los docentes de Filosofìa en Azul. Son esas cicatrices que producen las decisiones tomadas por los funcionarios funcionales a las políticas educativas que requieren de disciplinados ejecutores que, sin medir consecuencias, son capaces de eficaces cumplimientos: cumplen mintiendo. Me refiero concretamente al cierre del Profesorado de Filosofía, Pedagogía y Psicología, que funcionó hasta la década del 90 del siglo pasado en nuestra ciudad.
Mas esa herida encuentra bálsamos que, de vez en cuando, mitigan el dolor. Días pasados me encontré en la calle con el Profesor José Luis Giménez, que formó parte de la última promoción de ese Profesorado, y confirmé una noticia que escuché por medios locales: ha abierto un lugar de reflexión filosófica que funciona los días sábados de 10 a 12 hs. . Brevemente me explicó la propuesta y me alegró. Mientras lo hacía trataba de hacerme entender cómo ésto había sucedido: había surgido como una especie de necesidad, y que se estaba plasmando poco a poco, teniendo en vista ya objetivos de publicar lo que en ese espacio se produzca.
Me alegró. Algo de aquello que escribiera hace ya bastante tiempo Josef Pieper vino por un instante a mi mente: "...en el hecho de filosofar no se procede como si, de resultas de una decisión, se adoptase un punto de referencia y luego se volviese a abandonar, o como si, por así decirlo, se encendiese una luz especial, con la cual resaltase en el objeto lo que es filosoficamente relevante. Filosofar es mas bien una actitud humana fundamental frente al mundo, actitud que en gran manera es ajena a toda posición y disposición elegidas a voluntad. Enfocar filosoficamente una cosa, es decir, filosofar, no es un procedimiento encomendado sin más a nuestra decisión...filosofar no es una cosa que se pueda "aprender", en todo caso no se puede aprender como se aprende una lengua extranjera o, si se quiere, como se aprende a manejar el microscopio, es decir, mediante la adquisición de conocimientos, mediante un ejercicio práctico metódicamente, mediante repetición y así sucesivamente. Filosofar y "estudiar filosofía" son dos cosas diferentes, una de las cuales puede, a lo mejor, ser obstáculo para la otra..." (1).
El encuentro con "Pino", -que hacía lo llaman y gusta que le llamen al Profesor Jimenez -, me recordó que aquel profesorado tenía algo de eso que Pieper llama filosofar, para difierenciarlo de "estudiar filosofía". Era un espacio donde nos encontrábamos unos pocos que llegábamos movidos a preguntarnos filosóficamente, empujados por "...un proceso existencial que se desarrolla en el centro del espíritu, un acto espontáneo, acuciante, de la vida interior, que no se puede soslayar..." (2)
No dudo que si estos encuentros sabatinos tienen algo de ese filosofar que "...es mas bien un hacer que tiene sentido en sí mismo, que no se legitima precisamente por su aptitud para servir para un fin"...(3), perdurará en el tiempo y producirá buenos frutos. Desde aquí hacemos votos para que así sea. El Profesor Jimenez nos dió su teléfono para aquellos interesados que quieran participar: 15414731.-
(1), (2) y (3), Pieper Josef, Defensa de la Filosofía, Barcelona, Herder, 1979, pags. 25-27-48
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