viernes, 1 de agosto de 2008

Bolitas de amistad


La lluvia que está cayendo parece haber esperado que llegara agosto para no mojar una de las "aulas" que se abren cada invierno en mi barrio. Los modernos dejaron su huella sobre la mayoría de los edificios escolares que han llegado a nuestra época. Construídos sobre los ejes cartesianos, todo en ellos es líneas rectas y están dominados por cuadrados y rectángulos que se combinan en superficies, aberturas y mobiliarios. Parece prevalecer en ellos cierta tendencia a considerar que la rectitud moral se configura desde afuera hacia adentro o desde el exterior hacia el interior de las personas. El "pienso luego existo" cartesiano o los empirismos, idealismos y tantas deformaciones sucedáneas de la realidad , se fueron adueñando paulatinamente de los espacios escolarizados.

Mas basta que el sentido común se asuma aunque sea un poco criticamente, para que algunas personas den respuestas que abren caminos hacia la plenitud de las personas. Desconozco las razones que originaron la Peña "Los Amigos", que tiene su sede a pocas cuadras de mi domicilio, pero las intuyo: nadie pone ese nombre a una institución sino está animado por un sentido de la amistad. Y la amistad tiene eso que, de por sí, es difusiva. Sus integrantes "abren" cada año para ésta época un lugar, un "aula", para que los niños del barrio participen de la realización de un "campeonato de bolitas" - también llamadas canicas, en otras tierras - y ayer he tenido la oportunidad de observar como Matías Reyes y Federico Agüero, disputaban la final ante la mirada atenta de los casi cincuenta participantes y los mayores. El lugar: una vereda del barrio del Carmen (llamado así, porque a principios del siglo XX, allá por 1916, se comenzó a construir una Capilla en honor a la Virgen María en su advocación de Ntra. Sra. del Carmen, y la zona se identificó a partir de la presencia del lugar sagrado). La hora: las cuatro de la tarde.

Allí, durante varias horas del día, los más pequeños compartieron un lugar donde fueron protagonistas, aprendieron a respetar las reglas del juego, a compartir triunfos y derrotas, a organizarse, a soportar el frío que en invierno se adueña de los espacios al aire libre, aunque el sol acompañe tan bien como lo hizo en el día de ayer. Tuvieron que hacer cálculos mentales para medir distancias, recorrer la superficie del juego con eficacia y saber cuál sería su próximo rival. Algunos se ponían en la presencia de Dios al comenzar un partido haciéndose la señal de la cruz. Otros fueron aprendiendo que muchas veces es necesario frenar la fuerza de los impulsos para dar en el blanco; que arrimar a la meta requiere paciencia; que ante dos opciones igualmente valiosas es necesario decidirse por una, y a veces, fallamos en la elección; que los campos de juego tiene límites que hay que respetar para poder seguir jugando, etc.

Fueron alentados por los mayores, acompañados por padres o abuelos que supieron alegrarse con ellos cuando ganaban, llenarlos de afecto, abrazarlos, abrigarlos con los brazos y el corazón. Y también hacían menos grave cada derrota felicitándolos por la participación aunque no hubieran alcanzado el éxito que se proponían.

Jugaron y compitieron ante la atenta mirada de los mayores, evitando esa práctica tan difundida de que los chicos jueguen solos, mientras los mayores se desentienden de ellos.

El final llegó con las premiaciones y para todos los participantes un presente, mas allá de que hubieran ganado o no. Ninguno fue excluído. Todos fueron entendiendo que cuando nos guían valores como la amistad, todos son tenidos en cuenta como personas. Se los llamó por su nombre, se los aplaudió y con el afecto que saben brindar los integrantes de la Peña, la jornada los vio partir con una sonrisa y con ganas de volver cuando el próximo año se realice una nueva edición del "campeonato de bolitas".

La historia de la educación está llena de experiencias donde la apertura de espacios alternativos enriqueció los procesos de aprendizaje. Hoy también se ensayan, en nuestras escuelas e instituciones, nuevas posibilidades de aprendizaje. Tal vez nuevas puertas se abran para el aprendizaje cuando, desde las escuelas, sepamos articular con estos espacios de educación informales. Mas no es mi intención, en esta entrada, avanzar en esas consideraciones, sino rescatar la labor de estos "educadores informales" que año tras año se dan tiempos durante el año para dedicarse a los mas pequeños.

Y ¿saben qué? cuando terminó el campeonato ya les hicieron saber a los mas pequeños que estén atentos porque también habrá algo para ellos el próximo día del Niño.

Hoy, mientras la lluvia y el frío nos invitan a quedarnos en nuestros hogares, me pareció oportuno evocar el "aula" abierta por las "bolitas de amistad".-

2 comentarios:

  1. La verdad que leer este articulo despues de leer varios a los que solo llegabamos a la violencia e injusticias, me emocionó.
    Me parece que es una buena manera de que los chicos aprendan, no solo haciendo referencia a los calculos y de mas, sino también a compartir, a tener amigos, a trabajar en equipo, pienso q aprender a tener amigos desde chicos es lo mejor que nos puede pasar.
    Además me recordo a los recreos en el patio de la escuela a la que iba, cuando jugabamos a la bolita con mis compañeros/as y compartiamos no solo discuciones y peleas por quien ganaba sino momentos inolvidables.

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  2. Realmente me pareció muy interesante el articulo, en especial poder trazar paralelismos entre lo que seria aprender a ser personas para convivir comunitariamente, y poder divertirse en este aprendizaje, el sentido de la palabra “jugar”, jugar como cuando uno es niño, que se juega por jugar, para que en un futuro vivan por vivir nomas, no vivir para ganar, para competir o para ser mas que otro.
    En este tipo de actividades en que los niños conocen la diversión sana como premisa más importante, también incorporan cuestiones prácticas, de aquello que también aprenderemos en la escuela.
    Cabe resaltar la actitud de los mayores, de los adultos, de los que tanto recelo se encuentra a veces por parte de los chicos, ver adultos comprometidos, alegres, involucrados en que los niños puedan relacionarse con los demás, no dejarlos a la deriva, el camino lo encontraran con la ayuda de quienes tienen experiencia, no significa que no tendrán golpes, limites, obstáculos, pero la sabiduría de los mayores pueden hacer este camino mucho mas distendido, y no tan problemático como estamos acostumbrados a ver en los medios de comunicación hoy en día.
    En fin, y como leí alguna vez, debemos enseñarle a los chicos que hay tantas palabras como colores, y que hay tantos pensamientos porque de por sí el mundo es para que en él nazcan palabras. Que hay pensamientos diferentes y que debemos respetarlos... Y les enseñamos a hablar con la verdad, es decir, con el corazón.

    EMILIO PRADAS. 2do Año de Profesorado de Historia. Instituto de formación docente N 156 Palmiro Bogliano.

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