viernes, 28 de marzo de 2008

MANÁ AZUL - revista cultural


"En tiempos en que la cultura en general se ve reducida a mera mercancía, es más dificil y mas meritorio el hecho de aunar voluntades para rescatar la finalidad verdadera de la labor creativa: acercarnos a otras dimensiones de nuestra condición humana, plasmar el testimonio del hombre total, de su angustia y su gloria, de su dolor y su circunstancia. Tal es el objetivo principal de esta Segunda Época de la Revista "MANA"..."


De esta forma el Grupo editor inicia la presentación de esta Revista Cultural que publica el primer número en este Otoño 2008 de Azul. Los editores - Marcelo Baudrón, Silvio Oliva Drys y José Bendersky - cuentan con Adriana Abadie para la correción de textos, la colaboración especial de Carlos Cúccaro, el diseño y la diagramación de "Centro de Diseño del Centro" de Eugenia Cordeviola y la impresión de Combessies servicios gráficos para que la revista salga al encuentro de sus lectores.


En este primer número se puede leer un dossier cervantino en el que el Presidente del Centro UNESCO Castilla - La Mancha el escritor Fernando Redondo Benito realiza una "Invitación a la lectura cervantina"; don José Manuel Lucía Megías, del Centro de Estudios Cervantinos de la Universidad Complutense de Madrid, invita a "Un viaje apasionante por el Quijote Ilustrado: la Biblioteca Popular "Bartolomé J. Ronco" de Azul"; y Marta Zátonyi, docente de las Universidades de Buenos Aires y del Litoral, presenta lo que considera "El Panorama estético del mundo de Cervantes: el mundo de zozobra, el mundo de quiebre".


La historia llega de la mano Enrique C. Rodriguez que plantea dos hipótesis "...que los historiadores confirmarán o refutarán", acerca de "Santos Vega y el Azul", y cierra la publicación un escrito póstumo de la incansable Norma Rusconi - en la sección testimonios -, quien mediante "Los juegos de la memoria y el olvido en la narración de un legado" recorta hitos del patrimonio cultural de Azul y los pasa por su particular criba interpretativa "...augurando una vez mas el promisorio futuro de un patrimonio local inagotable".


Todo ello glosado por los poemas de Roberto Glorioso - que son un adelanto de su próximo libro "Tierra no prometida"-, una cuidada diagramación a dos columnas, y las ilustraciones a blanco y negro, - la de la portada es una reproducción de una obra de la artista local Susana Vilardebó - hacen que las 32 páginas de la publicación inviten al lector interesado en los temas propuestos, a disfrutar de un modo de proponer la cultura que busca sus raíces en el pasado azuleño para desde el presente proyectarse hacia "...el universo total de los buscadores de luz y misterio, de desgarramiento y de fuego, para los seres sensibles para los cuales el sentido de trascendencia está implícito en la belleza última de las cosas", según se manifiesta en el editorial.


Esperamos que a esta hoja que cae en el otoño de Azul, la continúen las límpidas auroras invernales, para que floreciendo en primavera llegue a comunicar el calor del verano azuleño que anida en muchos de los corazones de varones y mujeres de esta ciudad que, desde el centro de la llanura Argentina, es una invitación a recorrer el camino de la Belleza que comunica con el Bien.

3 comentarios:

  1. Estimados señores de la Revista “MANÁ” de la ciudad de Azul: Les auguro mucho éxito con su nueva revista cultural. Como la historia también forma parte de la cultura de los pueblos, mucho más aún si es local, les envío una semblanza del máximo héroe azuleño, el capitán Rufino Solano, según el P. Raúl A. Entraigas, historiador académico, en su obra Historia Argentina Contemporánea 1862 - 1930. Volumen IV, Publicado por la Academia Nacional de Historia. Editorial El Ateneo, Buenos Aires.

    EL DIPLOMATICO CRIOLLO

    El 6 de diciembre de 1913 moría pobre y oscuramente un viejo soldado en Azul, era el capitán Rufino Solano. La Pampa le debe mucho a ese hombre. Fue un modesto servidor de la patria quien, en reiteradas ocasiones, con riesgo de su vida, llegó hasta Salinas Grandes, en las tolderías de Calfucurá para rescatar cautivos y entablar relaciones con los indígenas.
    En 1864 era subteniente y sirvió en los guardias nacionales de Olavarría. Al año siguiente, el coronel Machado le confió la misión de presentarse a Calfucurá. Regresó con buena cantidad de cautivos rescatados. Desde entonces, Solano se convirtió en emisario obligado ante los jerarcas de las pampas. Tenía un don especial para tratarlos, basado en la bondad y la comprensión. En 1868 fue ascendido a teniente y pasó a depender del coronel Francisco Elías, con el que echó los cimientos del fuerte de Blanca Grande.
    Por su creciente prestigio en el manejo de las relaciones con los aborígenes, el gobierno lo ascendió a capitán. En el año 1869, Solano pasó un mes en Salinas Grandes y volvió al cuartel con 30 cautivos cristianos. Al año siguiente hizo otra visita a los toldos y regresó con 20 blancos rescatados. En 1872 hizo varios viajes a Salinas, y otras tolderías, consiguiendo rescatar en uno de ellos a 40 mujeres que habían sido cautivadas en las inmediaciones de Rosario, y lloraban su destierro en Salinas Grandes.
    A las órdenes del general Rivas combatió en la sangrienta batalla de San Carlos; reconocido por los indios, lo invitaban a pasarse a sus filas, tal el afecto que le tenían. Hasta 1880 fue siempre el mensajero de los cristianos ante los indígenas, y el acompañante de cuanto capitanejo venía a Buenos Aires, en comisión ante las autoridades nacionales. La Pampa está en deuda con este humilde soldado que con su buen trato y “savoir faire”, mantuvo la paz en sus confines durante casi veinte años. Si todos los que entendían en el problema del indio hubieran tenido sus cualidades ¡cuánta sangre se hubiera ahorrado y cuántos aborígenes se hubieran sumado a los que prepararon una Argentina grande y feliz! En 1885, le cupo la última satisfacción: la de presentar en Buenos Aires al temible y altivo cacique Valentín Sayhueque.

    Para mayor información consultar en el Diario “EL TIEMPO” de la ciudad de AZUL del 08 de noviembre de 2007.-

    PUBLICADO EN “TODO ES HISTORIA”, Nº 487, FEBRERO DE 2008, DIRECTOR / EDITOR: DR. FÉLIX LUNA.-

    PUBLICADO EN “EL FEDERAL”, Nº 205, ABRIL DE 2008, SUPLEMNTO “EL TRADICIONAL” (Nº 85). Directores: IGNACIO FILDANZA / RAÚL OSCAR FINUCCI.-

    Además en: http://www.hemerotecadeazul.org.ar

    Muy atentamente: Omar Horacio Alcántara.-

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  2. Estimados señores de la Revista “MANÁ” de la ciudad de Azul: Les auguro mucho éxito con su nueva revista cultural. Como la historia también forma parte de la cultura de los pueblos, mucho más aún si es local, les envío una semblanza del máximo héroe azuleño, el capitán Rufino Solano, según el P. Raúl A. Entraigas, historiador académico, en su obra Historia Argentina Contemporánea 1862 - 1930. Volumen IV, Publicado por la Academia Nacional de Historia. Editorial El Ateneo, Buenos Aires.

    EL DIPLOMATICO CRIOLLO

    El 6 de diciembre de 1913 moría pobre y oscuramente un viejo soldado en Azul, era el capitán Rufino Solano. La Pampa le debe mucho a ese hombre. Fue un modesto servidor de la patria quien, en reiteradas ocasiones, con riesgo de su vida, llegó hasta Salinas Grandes, en las tolderías de Calfucurá para rescatar cautivos y entablar relaciones con los indígenas.
    En 1864 era subteniente y sirvió en los guardias nacionales de Olavarría. Al año siguiente, el coronel Machado le confió la misión de presentarse a Calfucurá. Regresó con buena cantidad de cautivos rescatados. Desde entonces, Solano se convirtió en emisario obligado ante los jerarcas de las pampas. Tenía un don especial para tratarlos, basado en la bondad y la comprensión. En 1868 fue ascendido a teniente y pasó a depender del coronel Francisco Elías, con el que echó los cimientos del fuerte de Blanca Grande.
    Por su creciente prestigio en el manejo de las relaciones con los aborígenes, el gobierno lo ascendió a capitán. En el año 1869, Solano pasó un mes en Salinas Grandes y volvió al cuartel con 30 cautivos cristianos. Al año siguiente hizo otra visita a los toldos y regresó con 20 blancos rescatados. En 1872 hizo varios viajes a Salinas, y otras tolderías, consiguiendo rescatar en uno de ellos a 40 mujeres que habían sido cautivadas en las inmediaciones de Rosario, y lloraban su destierro en Salinas Grandes.
    A las órdenes del general Rivas combatió en la sangrienta batalla de San Carlos; reconocido por los indios, lo invitaban a pasarse a sus filas, tal el afecto que le tenían. Hasta 1880 fue siempre el mensajero de los cristianos ante los indígenas, y el acompañante de cuanto capitanejo venía a Buenos Aires, en comisión ante las autoridades nacionales. La Pampa está en deuda con este humilde soldado que con su buen trato y “savoir faire”, mantuvo la paz en sus confines durante casi veinte años. Si todos los que entendían en el problema del indio hubieran tenido sus cualidades ¡cuánta sangre se hubiera ahorrado y cuántos aborígenes se hubieran sumado a los que prepararon una Argentina grande y feliz! En 1885, le cupo la última satisfacción: la de presentar en Buenos Aires al temible y altivo cacique Valentín Sayhueque.

    Para mayor información consultar en el Diario “EL TIEMPO” de la ciudad de AZUL del 08 de noviembre de 2007.-

    PUBLICADO EN “TODO ES HISTORIA”, Nº 487, FEBRERO DE 2008, DIRECTOR / EDITOR: DR. FÉLIX LUNA.-

    PUBLICADO EN “EL FEDERAL”, Nº 205, ABRIL DE 2008, SUPLEMNTO “EL TRADICIONAL” (Nº 85). Directores: IGNACIO FILDANZA / RAÚL OSCAR FINUCCI.-

    Además en: http://www.hemerotecadeazul.org.ar

    Muy atentamente: Omar Horacio Alcántara.-

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  3. AZUL… ES CERVANTES?
    A pesar del establecido apelativo de “ciudad cervantina”, la ciudad de Azul posee un origen nítidamente “fortinero”, distintivo que lleva indeleblemente grabado por ser la razón de su propia existencia. Lo expresado no pretende negar el provechoso aporte al intelecto que proporciona el conocimiento de la obra literaria de Don Miguel de Cervantes Saavedra; tampoco significa dejar de sentir gran satisfacción por la existencia en nuestra ciudad de la colección del ilustre escritor. Pero estos beneficios no implican que la identidad azuleña deba transformarse ni mucho menos que debamos asumir una idiosincrasia más hispana y/o más cervantina que la del propio pueblo español. Los azuleños poseemos nuestro particular, valioso y real patrimonio histórico – cultural, no existen razones para actuar con obsecuencia ni demostrar rendida pleitesía ante lo foráneo porque, con respaldada dignidad y altura moral, podemos lucir nuestros valores culturales con idéntico orgullo que el pueblo español lo hace con los suyos. De tal manera, por ejemplo, le podríamos hacer saber al mundo que en Azul existió una extraordinaria persona llamada María Alex Urrutia de Artieda, cuya obra contiene un valor literario y cultural de rango superlativo. Un claro testimonio de su prodigioso y exquisito genio, se halla plasmado en el bronce, a un lado de la puerta de entrada a nuestro Palacio Municipal. Sería muy bueno que cada azuleño supiera recitar de memoria al menos una estrofa del precioso poema allí existente. Esta artista, en muchas de sus creaciones, ha sabido rendir culto a sus raíces y a la tierra que la vio nacer; además de ser educadora de varias generaciones de azuleños.
    Se resalta hasta el cansancio, la admiración que el Dr. Bartolomé J. Ronco sentía por la obra de Cervantes, como si ella hubiera sido su única y excluyente afición; pues no lo era, no menos cierto fue su gran interés y su pasión por los temas locales. En efecto, el Dr. Ronco fue uno de los más prolíficos investigadores de la riquísima y singular historia azuleña y su desempeño como historiador le hizo acreedor del justo reconocimiento local, nacional e incluso internacional. Basta solo mencionar, entre otras importantes obras, las magistrales colecciones de las revistas “Azul” y “Biblos”, las cuales en la actualidad provocan viva pugna entre los coleccionistas de todo el país, en su afán de obtener los escasos originales aun existentes. Acorde a ello, el Dr. Ronco, persona de una impecable cultura, era dueño de una extraordinaria colección de índole nativo y tradicional, que también nos legó, la cual posee un cuantioso e incalculable valor histórico y económico. Esta colección atesora infinidad de objetos araucanos y pampas, platería gauchesca y mapuche; cerámica indígena; tejidos; armas; literatura y una importante documentación referida a nuestra ciudad. Este genuino tesoro en poder del Dr. Ronco también era producto del entrañable aprecio que sentía por su ciudad adoptiva y por todo lo referente a su pasado. Es que Azul, población surgida de una heroica epopeya, posee una historia formidable y única; por su estratégica ubicación durante décadas se constituyó en el epicentro de gran parte de la vida política, social, económica, cultural, militar y hasta religiosa de nuestro país. Por esta trayectoria histórica, Azul es en la actualidad Sede Episcopal, con su majestuosa Catedral; cabecera departamental de las justicias ordinaria y federal, además de muchos otros entes administrativos; tiene un arraigado Regimiento Militar; asiento de prestigiosas entidades de colectividades extranjeras; conserva una posición geográfica inmejorable, etc. Asimismo, en forma generosa, solidaria y fraternal nuestra ciudad acogió a miles de habitantes del mundo que llegaron a ella con ansias de trabajo, prosperidad y paz, anhelos que eran imposibles de alcanzar en sus países de origen. Importa entonces, un ingrato olvido y un menosprecio hacia su pasado, definir la grandeza de Azul por la sola presencia de Cervantes en ella; aunque bienvenida sea la misma, porque es de sabios sumar, en vez de excluir.
    Azuleños, nuestra ciudad reconoce un épico origen, es en si misma es un monumento a la gloria, procedemos de una estirpe de hombres y mujeres que cotidianamente ofrendaron su vida para que ella exista. Recordemos siempre que el suelo que pisamos está mezclado con las cenizas de nuestros antepasados, quijotes de carne y hueso que lucharon, amaron y sufrieron para entregarnos su legado, obtenido con abnegado sacrificio e inquebrantable coraje; tenemos una historia tan heroica y valiosa como muy pocos pueblos pueden enorgullecerse de poseer. Soy azuleño, también argentino, y me siento sumamente honrado y orgulloso de serlo. OMAR HORACIO ALCÁNTARA

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