"...así debe ponerse mayor esmero, para que la conducta irreprensible del maestro preserve de todo daño a los años tiernos, y su circunspección le contenga, para que no se haga desenvuelto, si es de genio avieso y bravo. Porque no basta que el maestro sea muy comedido en todo, sino que debe contener a sus discípulos con el rigor de la enseñanza.
Lo primero de todo el maestro revístase de la naturaleza de padre, considerando que les sucede en el oficio de los que le han entregado sus hijos. No tenga vicio ninguno, ni lo consienta en sus discípulos. Sea serio, pero no desapacible; afable, sin chocarrería: para que lo primero no le haga odioso, y lo segundo despreciable. Hable a menudo de la virtud y de la honestidad, pues cuantos mas documentos dé, tanto más ahorrará el castigo. Ni sea iracundo, ni haga la vista gorda en lo que pide enmienda: sufrido en el trabajo; constante en la tarea, pero no desmesurado. Responda con agrado a las preguntras de los unos, y a otros pregúntelos por sí mismo. En alabar los aciertos de los discípulos no sea escaso, ni prolijo; lo uno engendra hastío al trabajo, lo otro confianza para no trabajar. Corrija los defectos sin acrimonia ni palabras afrentosas. Esto hace que muchos abandonen el estudio, el ver que se les reprende, como si se les aborreciese. Dé cada día a sus discípulos alguno o algunos documentos, para que los mediten a solas. Pues aunque la lección de los autores les suministrará abundantes ejemplos para la imitación, la viva voz, como dicen, mueve más: principalmente la del maestro, a quien los discípulos bien educados aman y veneran. Pues no se puede ponderar con cuánto más gusto imitamos a aquellos a quienes estimamos.
De ninguna manera debe permitirse a los niños la licencia, que hay en la mayoría de las escuelas, de levantarse de su lugar, ni de dar saltos, cuando a alguno se le alaba; antes aún los jóvenes, cuando oyeren las alabanzas, las aprobarán, pero con moderación...Pero la costumbre, que algunos llaman humanidad, de aplaudir a alguno por cualquier cosa, es muy reprensible a la verdad; pues no sólo es ajena de la seriedad de la escuela, y propia de los teatreos,sino la mas contraria de los estudios. Porque tendrán por ocioso el esmerarse en el trabajo, al ver que por cualquier cosa que hagan, han de ser aplaudidos...
No apruebo que los niños estén sentados entre los jóvenes. Porque aunque un hombre tal, cual debe ser el maestro por la suficiencia y costumbres, pueda tener a raya a los jóvenes, con todo eso deben los tiernos separarse de los que son crecidos; y no sólo debe evitar cualquier acción indecorosa, sino aún la sospecha de ella..." (1)
(1) Quintiliano, Instituciones oratorias, Madrid, Librería y Casa Editorial Hernando S.A., 1942, pags. 89/91
PD: Tal vez, como me pasó a mi, tengas que usar el diccionario por algunos términos de la traducción, pero estimo nos ayuda a pensar la tarea docente¿a vos que te parece?
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