Palabras pronunciadas en el acto de colación de grados de la promoción 2004 del Instituto Superio de Formación Docente Nª 157 "Bernardino Rivadavia" de la Escuela Normal de Azul.
Por invitación de las autoridades del Instituto vengo a compartir con ustedes la alegría que sentimos en un momento como éste. Y tal vez convenga recordar que esta promoción está compuesta por quienes, en el momento mas difícil de los últimos tiempos de nuestra historia, decidieron abrazar la carrera docente. Cualquiera de nosotros, aquí presentes, recuerda lo que fueron los meses del verano 2001-2002. Meses en los que ustedes, queridas egresadas y egresados, decidieron inscribirse para ser maestros.
A mi juicio, los tiempos que se avecinan implican, para quienes decidimos ser educadores, desafíos muy difíciles, y es por eso que en este encuentro quiero hacerles una invitación a la fortaleza.
Sed fuertes, sean fuertes. Nuestra vida es insegura. Nuestra existencia es siempre temible. Pero nunca lo bastante como para que el fuerte no pueda sobrellevarla con grandeza.
Si bien las virtudes pretenden ser olvidadas, ellas están allí, en las obras de tantas personas que nos rodean. Yo he visto en ustedes muchas acciones virtuosas que guardaré en mi corazón.
Hoy el ser docente requiere especialmente de la virtud de la fortaleza, porque ser fuerte significa oponerse a la injusticia desde una postura inicialmente más débil, y que, generalmente, nos acarrea inconvenientes: que haya quienes se rían de nosotros, que se te provoque el aislamiento, y en casos extremos que se inste a los demás a que te desprecien. Los verdaderamente fuertes, suelen ser reducidos al silencio por sus contemporáneos. Por eso lo propio del fuerte es resistir con firmeza.
Ustedes, al elegir esta época una carrera docente, han puesto de manifiesto que están dispuestos a ser fuertes. Ahora tendrán que confirmar con lo que hagan a diario que desean crecer en la virtud de la fortaleza. "Lo elogiable de la fortaleza depende de la justicia", decía un gran doctor medieval. Por eso el que ha sabiendas comete injusticias no es fuerte, sino que es autoritario.
Y, por último, no olviden que nuestra fortaleza está en nuestra debilidad. Los felicito y, en ustedes, a sus familias y a quienes los han acompañado en este camino que recién inician. Abrácenlos fuerte al terminar este acto y comiencen a caminar con esperanza...
Quienes tienen fe, agradezcan a Dios. Todos, agradezcanse unos a otros, y a quienes los ayudaron para alcanzar este mojón en el camino de la vida. Sean agradecidos con el Estado Argentino y con el Estado Provincial que, aún en medio de las dificultades de la época, les ha brindado un sistema educativo donde formarse. Piensen ustedes que todavía hay pueblos en la tierra que luchan por tener un Estado.
Pero ahora, quiero expresarles de corazón, algo que no les dije nunca en este tiempo, algo que deben saber antes de irse:Saben ...sabés que me duele el alma
sabés que me duele el aula
cuando te veo, maestro:
porque conozco el esfuerzo
con que llegó este momento.
Yo sé que mas de una vez
tuviste que dejar en casa,
tal vez, tus hijos molestos,
o tu esposo que, sin trabajo,
te acompañó en el esfuerzo.
Yo sé... quedaron en el camino
mil instantes de silencio;
la duda de la encrucijada.
se presentó en este tiempo:
¿salgo a buscar un trabajo
o sigo?, duro momento,
pues, pocos ayudan hoy día
y eso, que llaman "contexto"
te dice: "¿pa' qué estudias!?
¿qué ganarás de maestro?
Otros, de arriba 'el estribo,
te dicen: "todo anda mal",
"que es culpa 'e la educación...
que no sabemos formar..."
Y se escriben mil ensayos
-que no podemos comprar-
pa' decirnos desde afuera,
lo que habría que arreglar.
Sabés que me duele el alma
cuando te veo maestro,
porque sé que a vos te esperan
los niños del pueblo nuestro
que peregrina...hace mucho
en busca del Buen Maestro,
con mucha sed de justicia...
y mucho hambre en el cuerpo.
Te he visto mas de una noche
venir con frío, y dispuesto
a buscar esas respuestas
que nosotros no tenemos.
Así ensayamos razones,
buscamos en los recuerdos,
y, al mirar los que gobiernan
casi nos gana el ... silencio
Mas, pusimos en palabras
aquellos dolores nuestros;
pa' que no nos gane la angustia
nos calentamos al fuego
de esas brasitas que quedan
en todo hogar de maestro:
con ramitas de esperanza,
siempre está prendiendo el fuego.
Sabés que me duele el alma
cuando te veo maestro...
porque sé no pude darte
lo que te merecés ¡canejo!...
Pero no es noche, esta noche,
para decir lo que pienso,
por eso se vuelca en versos
un poco de lo que siento.
Hoy cuando vuelvas a casa,
cerrá los ojos un momento,
buscá profundo, ahí dentro
de tu corazón de fuego,
y encontrarás El Maestro
que te ha de enseñar el resto.
Seguí formando tu vida;
nosotros... nosotros seremos recuerdo.
Quiera Dios que en los momentos
que flaquees por el esfuerzo,
alguna palabra nuestra
o algún gesto d'este tiempo,
te haga remontar vuelo
y te devuelva el aliento.
No hagas caso a quienes digan
que enseñas mal, porque es cierto,
no enseñamos bien, lo nuestro,
es apenas prender el fuego.
Para cruzar los desiertos
de los tiempos que vivimos,
mirá allá... en el horizonte,
pues los niños son pequeños
y necesitan de tu altura
para poder ver mas lejos.
No hagas caso de los necios
que con hipocresía mandan,
y, mientras gozan sus prebendas,
en vos vuelcan las demandas.
Que aunque se levantaran piedras
para enseñarles a ellos,
ciegos seguirían guiando
a los demás, que están ciegos.
No te gane el desaliento
pensá en los que hicieron patria,
recordá a Gregoria Tapia,(1)
que empezó por aquí con esto.
Y cuando preguntes a los niños
¿vos que vas a ser de grande?
Y ellos se miren en vos y
te digan "Señorita,
¡yo quiero ser como vos!",
alentá esa llamita,
arrimale de esperanza
una a una mas ramitas,
y pintales blanco y celeste,
el sol de sus sonrisitas,
que ellos te han de dar el amor
que la vida necesita.
Yo me fui armando el apero
para cruzar el desierto,
con tu sonrisa, tu afecto,
con tus quejas, con tus miedos...
llevo un poncho de preguntas
con guarda pampa bordada
y en la cintura el facón
de la Verdad olvidada,
pa' cuando salgan al cruce
las mentiras disfrazadas
con las viejas novedades
que pretenden construir
sobre cimientos de nada...
Antes de partir al paso
trencé pa' vos estos versos,
poneles música un día,
cuando ya tus pasos lerdos
hayan ayudado a muchos
a cruzar mas de un desierto.
Y cuando el tiempo te dé tiempo
pa' recordar todo ésto,
perdoná nuestros errores,
y da gracias por los aciertos,
sabiendo que éstos últimos
seguro que no son nuestros,
sino que son del Maestro
que todos llevamos dentro.-
(1) Sor Gregoria Tapia, fue la religiosa que es considerada la primera maestra de la ciudad de Azul. Existe en nuestra ciudad una escuela que lleva su nombre.
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