La radio es una de las tecnologías que mas presencia tiene en la vida de adolescentes y jóvenes. En nuestras ciudades las emisores de frecuencia modulada (FM) captan la atención de una importante cantidad de personas. He tenido conocimiento de algunas experiencias de radios o de programas de radio producidos en ámbitos escolares y, - por lo general - los resultados que manifiestan quienes concretan proyectos de ésta naturaleza, son muy satisfactorios.
Es que somos seres naturalmente sociales; la sociabilidad es algo inherente a nuestro ser personal. Por eso hablamos y con el lenguaje, y a partir del lenguaje, nos comunicamos. Se nos ha dado el ser en y para la convivencia; por nuestro lenguaje nos extendemos y solidarizamos, compartimos significados y códigos comunes. Y en nuestra convivencia, el lenguaje, se torna comunicación de alma a alma - aunque nos moleste un poco la cacofonía - y alcanza todos los matices y riquezas que nos siguen maravillando. La palabra es compañía y presencia del otro, confirmación de acompañamiento.
El milagro de la comunicación se realiza plenamente por la palabra; aún quienes pretenden negar ésta realidad, usan sus palabras para comunicárnoslo.
La radio comunica cuando a la riqueza del silencio viene a fecundarla el verdadero lenguaje, que es sustancialmente la expresión cabal del ser de las cosas. La radio nos entretiene, entre-tiene, o nos tiene entre quién sabe qué maraña mas o menos articulada de signos, cuando la riqueza del silencio es violada y profanada por quienes, por hacer funcionar el aparato fonoaudiológico, estiman que ya están comunicando.
El verdadero lenguaje, aquel que es algo mas que sonido (sonus), algo mas que el conjunto de todo lo audible y pronunciable, reclama la voz (vox), el sonido animado, habitado, y vivificado por el alma; reclama una palabra acrisolada en el silencio. El silencio fecundado genera entonces la palabra comunicante. Tal vez por eso, quienes han vivido unos años mas que nosotros, elogiaban a las personas diciendo: "es una persona de palabra".
Cuando hay verdadero lenguaje el hombre es un ser comunicado aunque esté fisicamente solo. En el hombre, hasta el monólogo invita al diálogo, porque la palabra nunca queda sola; siempre hay respuesta interior.
Así, cuando la radio promueve el maravilloso mundo de la comunicación, es porque es capaz de invitar a la respuesta interior, y nosotros hacemos a la emisión radial partícipe de nuestras experiencias vitales.
Cuando la radio sólo promueve en nosotros la mera locución, la respuesta exterior fácil que telefonicamente o por correo electrónico alimenta nuestra sed de consumidores empedernidos de cuanto surca los espacios radiofónicos, entonces es la radio la que nos hace partícipes de sus experiencias. Y entonces...lo que es medio ya va dejando de ser medio; y quienes entramos en contacto con él de ésta última forma también vamos dejando de ser...y esto se parece mucho a un camino hacia la nada.
Quien escucha en una radio el lenguaje que celebra, agradece, sugiere, asombra, critica, expresa, la belleza de la creación, entonces sí encuentra un medio para transitar los caminos de la comunicación.
Nuestras escuelas nos deben un aprendizaje serio del uso de este medio tan rico para promover la comunicación; la radio reclama un lugar en el aula; y muchas radios nos deben una apertura hacia el encuentro educativo.-
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