"La clave del papel del educador es la paciencia", afirma sin duda alguna el pedagogo David Isaacs, y en nuestros tiempos somos puestos a prueba a cada instante en la posibilidad de ejercitar esta virtud que depende de la fortaleza o, lo que es lo mismo, sólo los fuertes son pacientes.
La paciencia se manifiesta propiamente en la acción de resistir; el paciente es capaz de soportar sin tristeza ni abatimiento todos los padecimientos que la vida diaria le ocasiona; por eso el educador tiene una oportunidad de ejercicio de la paciencia a cada instante. Mas tambien el estudiante tiene la misma oportunidad. Sin embargo parece que cuando el que enseña ha transitado un camino vital mas largo que el que aprende, está en mejores condiciones de ser paciente.
Ayuda a pensar la virtud de la paciencia cuando nos ocupamos en considerar sus dos vicios opuestos:
- por defecto, la impaciencia; aquella que tenemos oportunidad de ejercitar, también a cada instante, y que se manifiesta en gestos y palabras de enojo, en quejas permanentes hacia los otros, los demás, o en la cotidiana y televisiva práctica de la murmuración. Instituciones enteras se corroen imperceptiblemente ante la murmuración; práctica que se ha mediatizado ocupando un amplio espacio en televisión, radios y diarios, y cuya práctica despolitizante mas característica es el rumor. Tan propia de los medios de comunicación es ésta actitud que en las instituciones escolares - también en otras - se utiliza frecuentemente la muletilla "radio pasillo", "me enteré por radio pasillo".
- por exceso, la insensibilidad o dureza de corazón; aquella que tenemos oportunidad de ejercitar, también a cada instante, y que se manifiesta en gestos y palabras carentes de asombro, frías; incapaces de generar respuestas comprometidas, y por tanto, uno de los vicios mas frecuentes entre nosotros, época donde se huye con facilidad del compromiso, y donde parece que ninguna calamidad propia o ajena nos inmuta. También ésta es una práctica que ocupa en los medios de comunicación un tiempo y espacio ampliamente redituable, y que en nuestras instituciones escolares manifestamos en ese activismo que nos impide actuar con serenidad porque todo parece resolverse en que hay que estar haciendo algo, para que se enseñe o aprenda.
Una vez más se nos viene a la mente la importancia del juego y el deporte para el ejercicio de la virtud de la paciencia. Hay deportes que educan en el ejercicio de la virtud de la paciencia, pensamos en el pedestrismo, el triatlón, la pesca; entre los mas pequeños la búsqueda del tesoro, coleccionar figuritas... En fin juegos y deportes que pongan de manifiesto que existe un tiempo entre lo que se hace y el fin que se persigue; por esto preparar campamentos durante unos meses que se concretarán en el verano suele ser una actividad integradora en el ejercicio de muchas virtudes, entre ellas, la paciencia.
Mas difícil es pensar formas de ejercitar la paciencia con los docentes en actividad. Existe una tendencia natural a considerar que, porque se es docente se es paciente; es mas, quienes no son docentes, dan por descontado que el que enseña debe ser paciente, como si la elección o el ejercicio de la docencia fuera razón suficiente para ser paciente. Todos sabemos que no es así; sobran los testimonios en contrario: personas que suelen ser "naturalmente" pacientes, que llegan al ejercicio de la docencia en la edad adulta y a poco andar toman conciencia que "esto no es lo mío", "no resisto más", "no sé por qué acepté este cargo".
Por esto nos preguntamos ¿existe alguna actividad que se pueda desarrollar con docentes que asegure el desarrollo de la virtud de la paciencia?. Nos atrevemos a pensar que sí; aquellas que tienen que ver con la posibilidad de hacer un alto en la actividad cotidiana, pero que deben ser alentadas y programadas institucionalmente. Damos tres ejemplos:capacitaciones significativas que surjan de las necesidades de los docentes; viajes de estudio integradores de varios espacios curriculares; celebraciones o fiestas anuales para el personal del establecimiento. Estas actividades si están bien propuestas, se convierten en motivos para resistir los padecimientos cotidianos. Muchos docentes se las procuran en forma personal: "estoy agotado, pero en quince días me anoté en un seminario de cuatro días, que me va a venir bien para desenchufarme un poco, entonces la clase de hoy la llevé adelante con entusiasmo", se escucha. Consideramos que es mas enriquecedor cuando esas actividades exigen también un compromiso institucional.
Como cierre de esta reflexión deseo poner de manifiesto qué tienen en común las personas que mas paciencia han tenido y tienen conmigo: todas poseen una gran capacidad de escucha, aún sabiendo que muchas veces soy capaz de hacer y decir cosas que no les gustaría escuchar o que les causan dolor o tristeza. Ojalá pueda imitarlos.
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