Fue un día jueves. Como hoy, comenzaba el invierno, pero para mí fue un día de Primavera. Bajé unos pocos escalones grises gastados de la Escuela Normal de la ciudad de La PLata - creo que queda mas o menos en calle 8 y 59 - con mi carpeta de prácticas bajo el brazo. Todavía conservo algunas de aquellas clases preparadas en los ratos libres que dejaba el trabajo. Los tres profesores que habían conformado la mesa de examen me habían abrazado y deseado éxito en mi carrera como docente. Los alumnos - mis primeros alumnos, entre los que se encontraba Gustavo Barros Scheloto, el mellizo de Guillermo, ambos jugadores - entonces- de las inferiores del club Gimnasia y Esgrima de La PLata - habían aplaudido porque "el practicante" se había recibido.
Ahí cerca, a la vuelta, queda la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. Caminé unos pasos y entré a dar gracias. Fue breve. Había que volver a la oficina a trabajar. No había día por examen, tan solo un permiso para ir a dar el final. Después llamar por teléfono para avisar a mis padres que me había recibido.
En aquella primera caminata de Profesor el cuerpo ya comenzó a aflojar las tensiones de casi dos meses de clase con aquel quinto año que tenía "Filosofía" como una de sus asignaturas curriculares.
Todavía hoy entrar y salir de clase sigue siendo una sensación de Primavera.
Hoy recuerdo 18 años de haberme recibido de Profesor de Filosofía y Ciencias de la Educación.
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